martes, abril 14, 2009

Adicto a la deuda


El gobierno federal está mostrando una adicción que no le conocíamos y que supuestamente era una debilidad propia de otras opciones políticas (el populismo, por ejemplo) o una práctica de gobiernos considerados irresponsables o “un peligro para México”: su afición por la deuda pública.
De acuerdo con el Informe sobre la situación de las finanzas públicas al cuarto trimestre de 2008 de la SHCP, el gobierno de Calderón ha incrementado la deuda pública interna, externa y contingente en 969 mil millones de pesos, casi un billón en sus primeros dos años.
La recibió en 3 billones 364 mil pesos y ahora supera los cuatro billones (29 por ciento de incremento).
Y esta adicción no parece tener límite. En sólo unas semanas hemos conocido de la contratación tan intempestiva como anticonstitucional (por no estar autorizadas por el Congreso) de líneas de crédito por 78.5 mil millones de dólares: 47 mil mdd del FMI, 30 mil mdd de la Fed (línea swap, que empieza por intercambio de pesos por dólares baratos…, y termina en deuda cuando aquellos deban ser recomprados con dólares caros), y 1.5 mil mdd del BM. Más otros 8 mil mdd del BID que se están contratando.
Si bien se subrayó que la línea del FMI es contingente, es decir, sólo se usará en caso de ser necesario, pronto fuimos víctimas de la “ley de Murphy” en materia financiera, que establece que “los sujetos de crédito pronto terminan sujetos al crédito”.
Por ejemplo, el Banco de México, por encima de la Constitución, del Congreso y de los topes de endeudamiento autorizados por los legisladores el año pasado, anunció que en los próximos días dispondrá de los primeros cuatro mil de los 30 mil mdd que negoció con la Fed. ¿Serán para fortalecer el peso mexicano, como lo mandata la Constitución? No. Según el comunicado de prensa de Banxico del 4 de abril, serán “para dar financiamiento a empresas afectadas por la crisis”. De manera especial, a un grupo de 12 consorcios que tienen encima el vencimiento de adeudos en dólares durante 2009. Es una suerte de Fobaproa II.
El tercer crédito anunciado la semana pasada es el del Banco Mundial, por mil 500 mdd para fondear el programa Oportunidades y, específicamente, para dedicarlo a programas sociales urbanos en las zonas marginadas de las ciudades más violentas del país. Se contrata deuda externa para combatir la drogadicción interna. Este tipo de programas sociales deberían ser financiados no con créditos externos, sino con los decomisos a la delincuencia organizada.
Cuando la política económica de un gobierno depende de la deuda pública externa para el financiamiento ordinario de sus programas sociales, para el presunto fortalecimiento de su moneda, para el rescate de algunas empresas privadas o para fondear sus programas anticíclicos, ese gobierno está debilitando más al país, lejos de rescatarlo.
Deuda + déficit + rescates privados (FobaproaII) está lejos de ser una fórmula para salir de la crisis. Al contrario, es el camino para hundir más al país en el túnel del estancamiento, el desempleo y la pobreza.
Hay blindajes que asfixian al blindado. Esto lo saben muy bien los buzos de aguas profundas. Un traje de buzo de mayor peso que el buceador, es un féretro bajo el mar. Presumir que un país en crisis se puede endeudar al doble de lo que ya debe, equivale a colocar un traje blindado de 110 kilogramos a un buzo que pesa 100 kilos.
Presumir que disponemos de créditos internacionales por casi 100 por ciento de lo que ya debemos y que con ello saldremos de la crisis, equivale a que el cantinero del barrio le anuncie a su borrachín favorito que le ha otorgado un crédito por el total de lo que ya se ha bebido, y asegurarle que con ese suministro etílico se le quitará la cruda y el vicio de beber.
Que podamos disponer hasta de 78.5 mil mdd en un corto tiempo no es síntoma de fortaleza. Al contrario, es motivo de preocupación. En cambio, que ya se empiecen a utilizar los primeros 4 mil mdd dentro de unos días, pasando por encima de la Constitución y el Congreso, es motivo de alarma y estupor.
Antes que cortar su enorme gasto corriente, el gobierno prefiere endeudarse. Antes que congelar el precio del diésel, prefiere subsidiar con dólares baratos la deuda de un puñado de empresas. Antes que crear un seguro de desempleo para un millón de trabajadores despedidos, prefiere crear un Fobaproa reloaded. Antes que reformar el régimen de consolidación fiscal de las grandes empresas, se prepara para relanzar el IVA a alimentos y medicinas. En suma, antes que cambiar una coma a su política económica, prefiere meter en coma al país endeudándolo irresponsablemente.
Quién fuera a imaginar que el gobierno que declaró la guerra a las drogas, tuviera él mismo su propia adicción por la droga económica; es decir, por la deuda pública externa, interna y contingente.

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