miércoles, abril 15, 2009

Columna Asimetrías¿Qué Hacer? La Respuesta, en Chiapas





15 abril 2009


“El priísmo pseudorrevolucionario nos anestesió durante generaciones y el panismo contrarrevolucionario aumenta torpemente la dosis anestesiante,
pero nosotros, los ciudadanos, tenemos el antídoto”.

Juan Manuel Bravo Pietri.

I

Bien describe el caro leyente Bravo Pietri (citado epigráficamente) los periodos de dominio y control del poder político del Estado mexicano por la derecha --representada por los partidos políticos Revolucionario Institucional (1946-2000) y Acción Nacional (2000-09)— y cómo la ciudadanía puede interrumpirla.

Sí, pero ¿cómo interrumpir ese dominio y control que la derecha tiene del poder político del Estado? Esa interrogante acucia a no pocos ciudadanos conscientes de la enorme peligrosidad de los problemas que aquejan al pueblo de México, emblematizados causativamente y secuencialmente en la crisis corriente.

La interrogante refleja un dilema diríase existencial. La búsqueda y eventual hallazgo del “cómo” es angustiante, pues adviértese distante de la vía eletoral e identificada cada día más y más con opciones inevitablemente rupturistas. La ciudadanía, incluyendo a sus estratos más conscientes, témele al cambio de fondo.

Y por cambio de fondo entenderíase aquella modificación de la estructura y la superestructura de la sociedad y la cultura de adhesión o consentimiento societal mayoritario al sistema o modelo económico y político prevaleciente y cuyo saldo consecuencial es hoy el de una enajenación social alienante.

Vivimos en la redundancia: los mexicanos simulamos hasta la fecha un contrato social en torno a la simulación misma para ejercer el poder político del Estado, cuyos personeros suponen, erróneamente, que su desempeño es aprobado por la ciudadanía; ésta, en su turno, supone que controlaría electoralmente a aquél.

¡Vaya paradoja tan macabra! Pero la adhesión a ese contrato social es inexistente por el mero hecho de que éste, a su vez, tampoco existe. No se registran indicios de un consenso generalizado en torno a la forma de organización económica y política prevaleciente; ésta ha dañado en extremo al país, estancando su desarrollo.

Ese estancamiento accedió a una fase crítica –es decir, de crisis socioeconómica-- en el sexenio de José López Portillo (1976-82), aunque se intensificó en los lapsos sexenales posteriores desde Miguel de la Madrid (1982-88), Carlos Salinas (1988-1994) y Ernesto Zedillo (1994-2000). Don Miguel actuó unilateralmente.

II

La intensificación fue particularmente espectacular y unilateral –sin consulta previa con el pueblo, ni siquiera pro forma-- y produjo al final del salinato una crisis financiero-económica de profunda severidad que se extendió, como fuego, al zedillato; el sexenio zedillista se representa en el gran fraude del Fobaproa.

Pero el modelo ya había accedido, en lo político, a fases cruciales desde, dígase, los sexenios anteriores, acentuadamente los de Gustavo Díaz Ordaz (1964-70) y Luis Echeverría (1970-76). A éste último, exonerado hace poco del presunto delito de genocidio, se le considera históricamente un genocida.

Por supuesto, los imperativos de la dialéctica de la historia y del “continuum” histórico remiten, discernidamente, al inicio cronológico de la crisis del modelo político a antecedentes sexenales del civilismo –que no de civilidad, aclárese-- representado por Miguel Alemán Valdés (1946-52).

El modelo político accedió a una crisis con Díaz Ordaz y el señor Echeverría, al desatar olas represoras --desapariciones forzadas y matanzas de disidentes en su mayoría jóvenes que discrepaban públicamente, sin conspirar contra el Estado o para derrocar al poder político de éste; torturas, presos políticos.

Así, la crisis política descorrió los velos que hasta entonces –el sexenio de Díaz Ordaz-- ocultaban una honda crisis de representatividad social y legitimidad moral. La crisis moral precedió a la del modelo económico, detonada al orientar a éste en 1982 a una inclusión dependiente al régimen imperialista estadunidense.

Esa inclusión dependiente al imperialismo fue llevada al extremo sin ambages ni cortapisas, corruptamente y con cinismo por Vicente Fox (2000-06), pero su sucesor, Felipe Calderón, ha incurrido con insolencia, procacidad e impudicia y corrupción rampante en cederle a Estados Unidos la soberanía nacional.

En esa situación deplorable estamos, sin salidas aparentes para modificar el statu quo ni detener sus efectos corrosivos ni revertirlos. Volvemos al punto axial de nuestros dilemas: ¿cómo? Ningún aspirante –o candidato-- a insertarse en el poder político del Estado mexicano tiene propuestas para el “cómo”.

III

El “cómo” es responsabilidad de la ciudadanía y no de los personeros del poder político del Estado, que son los causantes internos de la crisis, sin que ello implique que no podamos atenuar las secuelas de origen externo. ¿Cuál es el “cómo” recomendado? ¿Buscamos el “cómo” más fácil y de pronto resultado?

¿O sólo deseamos que alguien providencial –Dios, la Virgen de Guadalupe, los nuevos santos y beatos cristeros mexicanos-- halle ese “cómo” sin que nosotros movamos un dedo o hagamos el menor esfuerzo? Esperamos convencidos de una milagrería y hasta le apostamos a San Obama, a quien ya atribuimos milagros.

La respuesta a la interrogante acerca de qué hacer –el “cómo”— ya nos la dio la historia de México, pero no la vemos y, por lo mismo, no la discernimos ni identificamos. La historia nos dice que no es la vía electoral, históricamente muy desacreditada en nuestro país, sino otra: la acción cívico-política.

Las comunidades costeras del Estado de Chiapas nos señalan con su ejemplo el “cómo”: se han declarado en huelga de pagos a la Comisión Federal de Electricidad, por considerar injustas sus tarifas. Están dispuestas incluso a vivir sin electricidad si es necesario, si les interrumpen el abasto.

Ésta huelga es moral y jurídicamente impecable y, por ello, políticamente incontrovertible. Si todos los mexicanos optáremos por una huelga de pagos al Estado –CFE, impuestos, tenencias, etc.-- tendríamos el “cómo”, como poseedores del antídoto contra los anestesistas antisociales del PRI y el PAN.

Cierto es que el poder, como decía Mao, lo dan los rifles. También es verismo que una ciudadanía sin rifles pero decidida, resuelta, organizada y con el objetivo estratégico de cambiar el modelo económico y político injusto y antisocial por uno realmente justo, social y participativo –democrático, pues— puede tomar el poder.

ffponte@gmail,com

Glosario:

Fobaproa: siglas de Fondo Bancario de Protecciòn al Ahorro, instrumentolegal mediante el cual el EDstado rescató a los bancos mexicanos, convirtiendo ese rescate financiero en deuda pública que todos los mexicanos estamos pagando.

Mao Tse Tung (pronúnciese Mao Ze Dong) (1893-1976): fundador del Partido Comunista Chino y líder histórico de la Revolución China, que tomó el poder en 1949; activista político, poeta, escritor, filósofo.

Poder político del Estado: uno de los elementos constitutivos de un Estado, al servicio del elemento constitutivo principal, el pueblo. Lo representan en el caso del Estado mexicano los Poderes de la Unión en sus niveles federal y de los Estados.

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