Rómulo Pardo
Sin una definición tentativa de la realidad futura no se puede trazar un programa que desde hoy oriente el discurso y la acción.
El capitalismo concluirá, la izquierda lo dice claramente.
El presidente de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas, Miguel D'Escoto, declaró: "… el capitalismo ya no puede más, porque… lleva en sí el gen de la autodestrucción"… "Es un sistema… (que) ya no da más y no hay manera de salvarlo". (1)
Es un hecho que el orden mundial actual está acorralado por las crisis energética, climática, alimentaria, acuática, financiera, productiva, social. Que los estudios pronostican guerras, invasiones, migraciones de pueblos, hambrunas, epidemias, caos político-sociales.
Las corporaciones y sus estados lo saben y planifican un gobierno mundial a través de la OTAN comandada por el Imperio, que desarrolla sin pausa su poder militar. Sus laboratorios de ideas o centros de pensamiento -‘think tanks’- les han aconsejado el proceso que les permita decidir incluso en el momento de su desaparición.
En cambio hay un silencio de los revolucionarios.
Si bien hacen suyos conceptos como decrecimiento, sustentabilidad, planificación, propiedad social, racionalidad, supervivencia, quizás temen asumir sus consecuencias en el corto plazo: cambiar lo que ofrecen arrostrando la impopularidad de proponer una economía sin la oferta de los bienes superfluos del consumismo capitalista.
La tarea pendiente de la izquierda es formular una previsión del futuro a partir de un análisis de la realidad actual: imperio, control ideológico, crecimiento demográfico, inseguridad ciudadana, debilidad revolucionaria, alternancia derecha-socialdemocracia capitalistas, pobreza de miles de millones, agotamientos de tierras de cultivo, petróleo, minerales raros, pesquerías, construcción revolucionaria por países en desarrollo, movimientos solidarios en países desarrollados…
Establecidos los límites y las posibilidades del poscapitalismo se podrá hacer un programa político, difundirlo, preparar las formas de su realización y orientar la acción social dirigida a vencer la inevitable alternativa fascista, genocida, conquistadora, de la burguesía terminal por establecer un orden aristocrático.
Si no se acepta que la salida en bien de toda la humanidad es sustentable, decrecida, solidaria, planificada, igualitaria, cultural, se debe proponer otra con perspectiva estratégica.
Es posible que el colapso no ocurra tan pronto pero se debe considerar que una nueva civilización tendrá que posibilitar millones de años de historia humana.
1 Ver http://www.telesurtv.net/noticias/secciones/nota/50832-NN/descoto-hay-que-lograr-una-gobernanza-mundial-mas-justa/
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