miércoles, julio 15, 2009

Gobiernos inconscientes e irresponsables

Leonardo Boff

Quien tuvo el privilegio de acompañar la cumbre de los pueblos (192) en la ONU en los días 24-26 de junio para encontrar salidas incluyentes para la crisis económico-financiera, vivenció una doble perplejidad.
La primera, el hecho de haberse llegado a un sorprendente consenso acerca de medidas económicas y financieras a ser implementadas a corto y a mediano plazo, en función del desarrollo/crecimiento. La segunda, verificar que todo se concentró apenas en el aspecto económico-financiero sin ninguna referencia a los límites de la biósfera y la devastación de la naturaleza que el tipo de desarrollo vigente implica. Quiere decir, la economía vista como un conjunto de teorías y fórmulas que los expertos dominan y aplican en los países, olvidándose de que es parte de la sociedad y de la política, algo, por tanto, ligado a la vida de las personas. Era como si los políticos y expertos, no respirasen, no comiesen, no se vistiesen y anduviesen en las nubes y no bajo el sol. Peor aún, si como para ellos, tales cosas importantes fuesen meras externalidades que no cuentan.

Al oírlos, pensaba yo para mis adentros: cuán inconcientes e irresponsables son estos políticos, representantes de sus pueblos, que no se dan cuenta de que la verdadera crisis no es ésta de que discuten, sino la de insustentabilidad de la biósfera y la incapacidad de la Madre Tierra de reponer los recursos y servicios necesarios para la humanidad y para la comunidad. Bien advirtió el ex-secretario general de la ONU Koffi Annan: esta insustentabilidad no sólo impide la producción y la reproducción sino que pone en riesgo la sobrevivencia de la especie humana.
Todas son referencias a la economía-zombi del desarrollo, entendida como puro crecimiento económico (PIB). Ahora, exactamente este paradigma del desarrollo mentirosamente sustentable del actual modo de acumulación mundial está llevando a la humanidad y a la Tierra a la ruina. Las personas son lo último que cuenta. Primero ven siempre los mercados, los bancos, el sistema financiero. Con apenas 1% de lo que se aplicó para salvar a los bancos de la quiebra (algunos billones de dólares) se podría resolver toda el hambre del planeta testimonia la FAO. Y actualmente, la misma FAO advirtió, existen 40 países con reservas alimentarias de apenas tres meses. Sin una articulada cooperación mundial crecerá el hambre y la muerte de millones de personas.
Discutir la crisis económica-financiera sin incluir las demás crisis: el calentamiento global, la crisis alimentaria, la energética y la humanitaria es mentir a los pueblos sobre la real situación de la humanidad.
Temo que nuestros hijos y nietos, de aquí a algunos años, mirando para nuestro tiempo, tengan motivos de maldecirnos y de sentir por nosotros un soberano desprecio, porque no hicimos lo que debíamos hacer. Sabíamos de los riesgos y preferimos salvar las monedas y garantizar los bonos cuando podríamos salvar el Titanic que estaba hundiéndose.
Brasil en este sentido es una lástima. Si hay un país en el mundo que goza de las mejores oportunidades ecológicas y geopolíticas para ayudar a formular un otro mundo necesario para toda la humanidad, éste sería el Brasil.
Es la potencia de las aguas, posee la mayor biodiversidad del planeta, las mayores florestas tropicales, la posibilidad de una matriz energética limpia a base del agua, del viento, del sol, de las mareas y de la biomasa, pero no despertó aún. En los foros mundiales vive en permanente siesta política, inconsciente, "deleitado eternamente en hamaca espléndida". No despertó para sus posibilidades y para la responsabilidad frente a la preservación de la Tierra y de la vida.
Al contrario, a contramano de la historia, estamos construyendo fábricas a base de carbón. Desmatamos la Amazonia en 1,084 kilómetros cuadrados entre agosto de 2008 a mayo de 2009. Y somos el quinto mayor generador de polución del mundo. El factor ecológico no es estratégico en el actual gobierno. Somos ignorantes, atrasados, faltos de sentido de responsabilidad de cara a nuestro futuro común.
(Adital)

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