jueves, julio 23, 2009

Un continente sin permiso

Ricardo Andrade Jardí

“No hay que confiar en el imperialismo ni tantito así...” Ernesto “Che” Guevara

¿Con qué autoridad moral puede decirle el impero yanqui a ningún otro país del mundo hacia dónde hay que voltear? ¿Con qué carácter moral pueden los gringos decirle a Zelaya que el golpe militar, detrás del cual está la Casa Blanca, es una lección para no juntarse con Venezuela? ¿Será por el hecho de que Venezuela invadió Irak bajo el pretexto de las armas de destrucción masiva que nunca existieron en ese país? ¿Será porque Venezuela entrenó militares latinoamericanos para cortar cabezas y secuestrar niños y convertirlos en los sicarios del crimen organizado de hoy? ¿Será por el hecho que Hugo Chávez, como ningún otro mandatario del continente, decidió, bajo las leyes de su país, no renovar la concesión de una empresa televisiva que apoyó un golpe militar contra un gobierno constitucional y democráticamente electo? o ¿o no será porque es inmoral el hecho de que Venezuela mantenga la cárcel de Guantánamo como homenaje a los campos de concentración y exterminio nazis financiados por los bancos norteamericanos?
No nos equivoquemos. No le conviene al mundo hacer como que no ve lo que es tan evidente. Si no queremos vivir una nueva ola de fascismos y dictaduras que nos retrocedan a un pasado similar al del siglo XX no hay que dejar de denunciar y combatir lo que está detrás del golpe militar, contra el presidente constitucional y mayoritariamente elegido por el pueblo hondureño, Manuel Zelaya, detrás está, como siempre ha estado por lo que toca a los golpes de Estado en nuestra América, la Casa Blanca, la CIA y el Pentágono, detrás, está, pues, de nuevo, el imperialismo yanqui, que intentará bajo cualquier pretexto recuperar las posiciones perdidas bajo las reglas de su impuesta y transnacional “Democracia Corporation S.A.”.
Las “recomendaciones” de la Casa Blanca a Zelaya en relación sobre si “ha entendido la lección” o no, son un aviso de las garras que prepara la, hoy afroamericana Casa Blanca, igual de mierda que siempre, contra nuestro continente que, mayoritariamente, ha dado un vuelco hacia un política económica menos criminal que la que se nos ha impuesto a lo largo de los últimos cien años, al menos, por los gobiernos criminales y colonialistas gringos en el continente.
No conviene olvidar tampoco que los argumentos de los golpistas contra Zelaya son similares a los que utilizó la aristocracia chilena para derrocar a Salvador Allende e imponer a Pinochet que resultó ser, además de un torturador sádico, un vulgar ladrón que saqueó a Chile, al tiempo que los empresarios golpistas abrían e imponían el neoliberalismo en la que fuera una de las sociedades política y culturalmente, más avanzadas de América Latina.
El libre mercado, el desprecio absoluto por los indios (en pobreza extrema) y la sociedad de consumo, son los únicos aportes de Pinochet y la CIA para Chile. El gobierno de facto de Honduras, sostenido por un ejército entrenado por los gringos, apoya a una minoría de oligarcas rapaces, que no están dispuestos a perder los privilegios que su sumisión imperialista les han otorgado; privilegios que les garantizan la impunidad para explotar hasta la muerte, a sus “pobres” compatriotas, que, como la aristocracia chilena, tanto desprecian.
Se equivocan los yanquis. Los que están obligados a voltear hacia otro mundo posible son ellos. Los que están obligados a sacar de inmediato sus sucias narices del destino que los pueblos latinoamericanos han elegido caminar, “aunque no tengan permiso”, son ellos.
Los ojos del mundo están en Honduras. La responsabilidad histórica de que los golpistas se vayan es un trabajo de todo el continente. Del futuro de Honduras depende el futuro de violencia o transición con la que se conquistará la justicia social, la democracia y la libertad, en un continente que está deseoso de vivir en plenitud. El momento de caminar este destino es ahora. La historia es inevitable, afortunadamente, y demostrado hasta la saciedad ha dejado en claro que es imposible parar a los pueblos cuando se hacen cargo de su propio destino...
No olvidemos nunca que no podemos confiar “en el imperialismo ni tantito así…”, como nos enseñara el Che.

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