sábado, agosto 08, 2009

Con Honduras y en honduras

Francisco Luna Kan

La visita que realiza a nuestro país el Sr. Manuel Zelaya, Presidente de la República de Honduras, depuesto por un golpe de Estado ejecutado por altos mandos del Ejército de ese país, demostró que el pueblo de México tiene en alta estima el respeto a los gobiernos legalmente constituidos y que los principios básicos de política exterior del país, inspirados en el pensamiento juarista, continúan teniendo validez en la normatividad de las relaciones internacionales.
En buena hora que se hayan rendido honores de Jefe de Estado al visitante hondureño y que se continúen las manifestaciones solidarias a su investidura legal, que fue rota por quienes en el campo civil y de las fuerzas armadas consumaron un acto de desconocimiento a las autoridades legítimamente electas por el pueblo de la nación hermana.
Para ayudar al entendimiento de lo ocurrido en el país centroamericano, debe leerse detenidamente las expresiones de la Sra. Patricia Rodas, Secretaria de Relaciones Exteriores del Gobierno depuesto, encabezado por el Presidente Zelaya (La Jornada 6-VIII-09).
México está con Honduras pero también transita ahora mismo en una ruta sembrada de honduras pronunciadas, que hacen pensar en la lejanía de un estado de bienestar para los mexicanos. Además de los problemas agudizados por la crisis financiera universal, con repercusiones múltiples en la economía, causantes del deterioro del nivel de vida en el país, la sociedad nacional atestigua el incremento en la cesantía. Agravada ésta por la carestía de los productos de consumo básico; el aumento en el precio de energéticos en una reciprocidad alcista frente a las carencias de amplios sectores poblacionales.
Desde hace varios años los ductos utilizados para la distribución de algunos productos de PEMEX han sido objeto de interrupciones para extraerles, ilícitamente, los derivados petrolíferos que conducen. En algunas ocasiones han sido causa de explosiones e incendios que afectaron la vida de chicos y grandes, de mujeres y hombres de poblaciones por las que cruzan las tuberías conductoras de la empresa.
Hasta ahora parece que descubre la administración de PEMEX y la Secretaría de Energía (SENER) lo que todo el pueblo pensaba: que ambas instancias contemplaban el saqueo de esos productos, sin hacer nada para poner un alto a los robos que se producen en sus instalaciones.
Como esa substracción de combustible no puede hacerse ignorando las técnicas de extracción, es de pensarse que los autores del ilícito saben de sitios y procedimientos adecuados y que tales acciones son conocidas por personal de la empresa estatal. Los únicos que lo ignoran son los altos funcionarios de la misma, aunque no se desee pensar que están involucrados en el proceso delictivo.
En otro ángulo de observación de PEMEX, el pueblo contempla que la nueva refinería aprobada para su construcción, luego de más de 1 año de debate, aún no se decide si se levantará en el Estado de Hidalgo o en el de Guanajuato. Una decisión que debería ser exclusivamente de carácter técnico se transformó, por ineptitud, en un pleito de gobiernos estatales, afectando la estabilidad y ecuanimidad en las relaciones de los mismos; con las organizaciones campesinas involucradas en problemas de tenencia de parcelas ejidales, comunitarias o de usufructo de pequeña propiedad.
Como al elaborar el presupuesto federal del año en curso se hizo sobre una apreciación optimista del precio del petróleo, cosa que la realidad no confirmó, las participaciones que se estimaron para reforzar los presupuestos estatales no podrán llegar a su destino, se augura que tales recortes producirán brotes de inconformidad entre la población afectada. Sectores magisteriales, obreros, populares y grupos agrarios sufrirán en forma directa la falta de cumplimiento de los programas aprobados.
Estos problemas tomados al azar, dentro de los numerosos que se registran en la vida nacional, es necesario resolverlos de la mejor manera para evitar el incremento de la tensión social que ocasionan la inseguridad y el narcotráfico en cuyo combate se ha comprometido el prestigio de las fuerzas armadas del país.
Es hora de reflexión sobre el destino de la nación mexicana para que sin menoscabo de las libertades individuales volvamos pronto a la vida normal, para lo cual es necesario el estricto respeto a las normas constitucionales de vida. Porque en ellas encontraremos la ruta al progreso. El Centenario de la Revolución Mexicana y Bicentenario de la Independencia Nacional, el año próximo debemos celebrarlos en una sociedad viviendo en paz y tranquilidad y ambos objetivos podrían lograrse con la participación del pueblo en vías de obtener mejores niveles de vida.
Las políticas para alcanzar ese deseado nivel de comprensión y bienestar, sólo podrán concretarse en un plano de compromisos de trabajo, formulado y realizado por pueblo y gobierno, en el que cada uno aporte la parte que le corresponde y pueda hacerse realidad el estado de bienestar para todos.
Si falláramos en tal propósito, viviremos en honduras y el rescate sería un lento proceso de rehabilitación social.

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