sábado, agosto 29, 2009

La verdad en Guerrero II

Manú Dornbierer

Satiricosas

Así se llama este artículo porque hubo una primera versión de “La verdad en Guerrero” que conviene recordar hoy tras el indignante asesinato de Armando Chavarría Barrera, presidente del Congreso estatal, al que el actual gobernador Zeferino Torreblanca le hizo cuanta trampa pudo cuando rivalizaban por la gubernatura en 2004 desde las filas del PRD, siendo Chavarría perredista de cepa y Torreblanca un candidato popular en ciertos sectores de su natal Acapulco, aunque desconocedor de toda idea generosa de auténtica izquierda. Pero el PRD de Leonel Godoy, manejado por Cuauhtémoc Cárdenas, ya tenía ciertas tendencias al “pragmatismo” que hoy llevó al partido a la escisión y a la traición.
LA ELECCIÓN INTERNA.- No es quizás casualidad que algunos recordemos la viveza de aquella lucha primaria, como un diario español que se divierte hoy citando un diálogo entre los contrincantes de entonces: Siendo senador de la República en 2004, (Chavarría) compitió contra Torreblanca en la elección interna para la candidatura a la gubernatura del PRD. Al calor del proceso interno ambos políticos tuvieron una serie de desencuentros públicos. “Mira, tú (Zeferino Torreblanca) no me aguantas ni un round, ¿estás bien o estás borracho?”, le dijo Chavarría a su contrincante cuando debatieron en un noticiero de radio en aquella ocasión.- “No pues, ese señor a eso está acostumbrado: a golpear. Siempre se ha conducido así en la Universidad”, le contestó Torreblanca.
Al final de aquella poco noble lucha interna por ser el candidato del PRD, Zeferino terminó una noche por darle el albazo a Armando Chavarría que literalmente dormía. Pero eso no lo hizo solo sino con la anuencia del jefe del partido Leonel Godoy, hoy atribulado gobernador de Michoacán. A propósito de la derrota del PRD en Guerrero, en la alcaldía de Acapulco a la que regresó el priísta Manuel Añorve, escribí el 12 de septiembre de 2008 algunas verdades sobre aquellos días de Zeferino que hoy vienen a colación: Los verdaderos perredistas saben muy bien que Zeferino Torreblanca no es ni fue nunca perredista. Ha sido un empresario oportunista con ambiciones políticas, que ha sabido subirse en el tren más fácil. No tiene vocación social. Es un clásico prianista, pero en Guerrero el PAN no sirve para gran cosa, así que se arrimó al PRI, pero éste no le hizo caso. Entonces optó por el PRD y logró una diputación por ese partido e inmediatamente se declaró diputado independiente. Luego, un poquito arrepentido volvió a pedir frías al PRD y como llegó Fox y como era gran admirador del guanajuatense, le pidió que impulsara su candidatura para alcalde con su cuate Cuauhtémoc Cárdenas del PRD ¡Todos contra el PRI! Así fue como el pequeño Zeferino desfiló un día por La Costera en medio de los muchachos grandes. Pero el que verdaderamente le hizo ganar la alcaldía fue Rubén Figueroa, del que era amigo y contador. Figueroa enojado porque el PRI de Guerrero, capitaneado entonces por René Juárez, no le aceptó a su candidato, Robles Catalán, inmiscuido en el atroz asunto de Aguas Blancas (lo asesinaron más tarde en el hotel El Mirador), se dedicó a apoyar al “perredista” Zeferino. Tras el albazo de la candidatura, Leonel Godoy, presidente del PRD cardenista, le dio a Chavarría un premio de consolación. Firmó un documento según el cual sería el Jefe de Gobierno del “gobernador” Torreblanca.
LA ELECCIÓN, CUANDO EL PRD “DESPLAZA” AL PRI EN GUERRERO. La versión mía de la verdad en Guerrero, por la que repito el título, apareció en los diarios e internet el 2 de octubre de 2005. Se refería a la elección para gobernador de Guerrero de Zeferino Torreblanca. Los que no conocen el trasfondo de los acontecimientos guerrerenses dijeron que con la elección de Zeferino “desaparecía el cacicazgo de los Figueroa en Guerrero”. Les contesté en aquel entonces (octubre del 2005) así:
Los ingenuos hombres de negro del Canal 11, entre los que la más viva es Carmen Aristegui, hicieron sonreír al auditorio conocedor con su entusiasmo por “la desaparición del cacicazgo en Guerrero”. Agustín Basave, con todo lo hirsuto y bigotón que es, debió vestirse esa noche de rosa pálido, color de la inocencia. Y es que el cacicazgo de Figueroa persiste más sano y salvo que nunca. Si a alguien apoyó en la reciente y trascendente campaña por la gubernatura fue a su socio Zeferino, al que ya había llevado Figueroa anteriormente a la alcaldía. (…) Los caciques nunca pierden. Y el guerrerense es una chucha cuerera. El y su familia tienen demasiados intereses en Guerrero, desde los feritilizantes hasta las sombrillas de las playas, como para ponerse en el menor riesgo de perderlos y hasta de disminuirlos. Lo que aconteció en Guerrero en la reciente elección, es un fenómeno parecido al que sucedió a nivel nacional en el 2000, algo que no ha sido precisamente favorable para la auténtica democracia: Al “priísta” Ernesto Zedillo (ex presidente de México, amigo de y compadre de Rubén Figueroa Alcocer) se le quemaban las habas por soltar el poder por órdenes superiores, no todas nacionales aún traicionando a su supuesto partido, el PRI, y mucho más grave, a su país. Por eso le va tan bien en USA, ya que nosotros, los bravos mexicanos, no le hemos fincado responsabilidad alguna ni por habernos dejado sin bancos y sobre eso con la inmensa deuda del Fobaproa que se paga a puros bancos extranjeros. Pues bien, el Zedillo de esta historia fue René Juaréz, el entonces gobernador saliente de Guerrero: Con bombos y platillos el 6 de febrero de 2005 fue electo su relevo, Zeferino Torreblanca, candidato del PRD. Si a otros gobernadores priístas se les puede reprochar que utilicen dinero del erario para apoyar a sus compañeros de partido en las elecciones, no es el caso de René. El dinero lo saca para su bolsillo. Según se le oyó decir a él mismo, no le dio ni un peso a Astudillo, derrotado candidato del PRI a la gubernatura. El dinero que el PRI invirtió en él vino de cualquier parte, menos de René o del PRI guerrerense, capitaneado por el precandidato priísta de Rubén Figueroa, Vicario o Sicario según la ocasión, al que Astudillo le ganó la elección interna.
El gobernador Juárez se apresuró a enviar a la campaña de Zeferino a un casi hijo, su ayudante de toda confianza, Carlos Sánchez, y a su casi padre, Héctor Popoca. Y tampoco faltó Rafael Acevedo, secretario de Finanzas de René que abiertamente dice que “podría repetir con Zeferino”. ¿Por qué todo esto? Para no quedarse totalmente fuera del nuevo poder para que Torreblanca no se meta a investigar su enorme enriquecimiento muy explicable. El caso es que Zeferino Torreblanca, al que antes le gustaba investigar la deshonestidad de sus antecesores (Rogelio de la O, exalcalde de Acapulco por ejemplo), ahora curiosamente ha avisado que él viene a gobernar, no a ser policía. ¡Qué noble! Resulta así que al único al que le hizo daño la conocida falta de honradez de René Juárez -además de al estado de Guerrero- fue al candidato del PRI, Astudillo. ¿Zeferino habría aceptado ser tapadera por la paz y la armonía? Si René Juárez actuó como el Zedillo de Guerrero, Zeferino sería su Fox. Desde luego no tendrá el poder para hacer todo el daño de Vicente.
¿NO IMPORTA LA GUERRA SUCIA?
La política por definición es inmoral, pero para todo hay límites. Leonel Godoy se enteró del albazo de Zeferino contra su rival Chavarría en la elección interna. Yo misma punto por punto se la relaté telefónicamente a su secretario antes de escribirla en mi artículo local Por los Caminos del Sur. Pero en fin, Zeferino era muy popular… Lo malo del caso, lo inaceptable es que Guerrero sufrió ¡y sufre! una Guerra Sucia escalofriante y siniestras matanzas entre las que destaca la de inermes campesinos en Aguas Blancas, un crimen priísta que le costó a Rubén Figueroa la gubernatura, no obstante que su compadre Zedillo, con el que por cierto sigue en negocios, a último momento decidió perdonarlo y no le hizo el juicio que merece. Sólo lo sacó de la gubernatura, no obstante que la Comisión de Derechos Humanos, entonces presidida por Jorge Madrazo, no dejó lugar a dudas sobre su culpabilidad en la matanza de Aguas Blancas.

EL ULTIMO PLEITO
Cuando Chavarría era Secretarrio General de Gobierno de Zeferino, éste llegó a decir: “Es un excelente conciliador y me ha resuelto muchos conflictos; estoy muy sorprendido, la verdad”. Pero ahora que había vuelto al Congreso, el enfrentamiento volvió a surgir. Chavarría exigió que se aclararan los 20 asesinatos de perredistas en el sexenio de Zeferino, entre ellos los asesinatos de los dirigentes indígenas mixtecos de Ayutla de los Libres, Raúl Lucas Lucía y Manuel Ponce Rosas y dijo: “Estamos viviendo una situación como en la década de los setentas, cuando se perseguía a los luchadores sociales y no parece que este sea un Gobierno democrático que respete los derechos humanos”. A su vez, Torreblanca reviró y trató prácticamente de corrupto a Chavarría cuando perdió la elección del 5 de julio su amado PRD chuchista
El 27 de agosto de 2009 Armando Chavarría hubiera cumplido 53 más y más pronto que temprano hubiera sido candidato a gobernador de Guerrero. Era ya demasiado fuerte, como reconoció el propio Zeferino. Hubiera puesto orden en la Auditoría General del Estado, cuyo director es Ignacio Rendón Romero. En otras muchas cosas también, tales como el constante hostigamiento del ejercito calderonista a la población de Guerrero. Leí que no hay pistas para el esclarecimiento del asesinato. Bueno, ahí le dejo a la PGR, a la que llamó Torreblanca para lavarse las manos, y a Ud., lector, posibles líneas de investigación.
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