lunes, noviembre 09, 2009

Columna Asimetrías. El Paro Cívico Nacional (1/2)

Por Fausto Fernández Ponte







09 noviembre 2009
"Existen grandes diferencias entre una revolución social y un clima de revolución. El paro cívico nacional (convocado por el SME) es un indicador (de ello)".
Higinio Valtiérrez.

I

El caro leyente Valtiérrez, quien leénos, dice, en Bilbao, señala además, en una misiva, lo siguiente: "La historia nos habla de condiciones revolucionarias, pero sin masas revolucionarias ni dirigentes revolucionarios".

Precisamente. La tesis aducida por el leyente Valtiérrez es válida, aplicable a lo ocurrente hoy en México. Una revolución, decía Lenin, puede estar madura sin que las fuerzas revolucionarias llamadas a cumplirla sean suficientes.

Claude Lévi-Straus --recientemente fallecido a los 100 años de edad-- señalaba que cuando aparecen condiciones revolucionarias --como sería el caso en México-- no significa que automáticamente las clases sociales avanzadas tomarán el poder. No.

Volvamos a Lenin: "Sería equivocado creer que las clases o estratos revolucionarios tienen siempre fuerza suficiente para hacer una revolución una vez que ésta ha madurado en virtud de las condiciones del desarrollo económico y social".

Éstas reflexiones nos llevan Roger Bartra, de cuyos escritos se desprendería que estaríamos viviendo en México en una época de revolución social; es decir, un período de transición que media entre fases del desarrollo de una sociedad.

Ello antójase vero: en esa fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad chocan con las relaciones de producción existentes. Es una época de tránsito de un modo de producción dado, el que emblemartiza el neoliberalismo, y otro diferente.

Empero, ese otro modo de produccion diferente --que anticiparíase más avanzado-- no se ha mostrado aun; predomina todavía el actual. el neoliberal, en el cual las fuerzas productivas y las relaciones de producción están apenas en fase inicial del choque.

II

Tal fase inicial tiene manifestaciones como el llamado del Sindicato Mexicano de Electricistas a un paro cívico nacional al que han respondido estratos amplios de las clases medias trabajadoras, el proletariado en general e incluso intelectuales y estudiantes.

Ese paro cívico nacional se realizará el miércoles 11 de noviembre e incluirá (1) una magna marcha en el Distrito Federal y (2) la "toma cívica" de las instalaciones de la empresa Luz y Fuerza del Centro bajo resguardo de la Policía Federal.

Según Martín Esparza, secretario general del SME, se cabildea ante legisladores afines (del PRD, PT y Convergencia y ciertos priístas) para que éstos, a su vez, promuevan el restablecimiento operativo de LyFC disuelta ("extinguida") por el gobierno hace un mes.

La extinción fue decretada por el titular del Poder Ejecutivo federal, Felipe Calderón, de tristísima celebridad por ejercer una investidura que millones de sus propios connacionales estiman espuria, a lo que aúpa su actuación inepta en lo político.

Esa ineptitud se muestra incluso en el servicio de los intereses económicos locales y trasnacionales estadunidenses y españoles que lo instalaron en la Presidencia de la República. Por inepcia como operador político ha antagonizado a sus propios patrones.

El paro cívico nacional y actividades conexas no debe entenderse como una demostración de fuerza gremial y social --o ciudadana o, si se quiere, de los trabajadores-- ante el poder políticopanista y priísta del Estado mexicano. Ello sería un yerro colosal.

III

Y gravísimo, por ende, pues ello podría llevar a desenlaces no distintos a los de 1968, cuyo episodio definitorio e incluso identitario fue, es aun, la Matanza de Tlatelolco; el poder político del Estado mexicano no ha asumido aun, tras 41 años, su responsabilidad.

La Matanza fue cometida bajo imperativos de una cultura del poder y de un visible estatus psicológico a la baja de Gustavo Díaz Ordaz, quien registró al movimiento estudiantil como un desafío a su persona, a su proyecto y a los intereses de éste.

Existen indicios de que el señor Calderón percibe al descontento social generalizado --el Movimiento de Resistencia Civil Pacífico, las guerrillas y otras acciones de envergadura-- como desafíos a su investidura, su poder y los intereses que representa.

Éste parangón no carece de calidad validatoria. El señor Calderón, al igual que Díaz Ordaz en 1968, ve las convocatorias del SME a la solidaridad social y el apoyo de no pocos estratos de trabajadores de la sociedad como una rebelión que habría que aplastar.

Rebelión cívica que, empero, el Presidente de Facto no identificaría así, sino como contestaria a decisiones que él entiende, según indicadores objetivamente discernidos, como compromisos de consolidar un proyecto de país que sólo beneficia a sus patrones.

Por otra parte, sus patrones presionan al señor Calderón. Más mano dura. Ello, predeciblemente, aceleraría el proceso ocurrente ya, aunque aun incipiente, del choque entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción.

Y aceleraría, secuencialmente, el tránsito de un modo de producción que exhíbese salvaje, de barbarie, y antisocial, a otro modo de producción más avanzado, en el que las fuerzas productivas --los trabajadores-- determinen nuevas relaciones para producir.

Por ello, y a su vez, las fuerzas productivas --los trabajadores en general, el sindicalismo independiente emblematizado en el SME y el cooperativismo de producción tan golpeado por el neoliberalismo-- deben fijarse también metas de trascendencia social.

¿Y cuáles serían esas metas, más allá de la derogación del decreto que extinguió a LyFC y volver a más de lo mismo? Transformar, uno, la estructura económica hoy antisocial en una prosocial, y, dos, la superestructura institucional e ideológica.

Si no se identifican desde ahora esas metas, el paro cívíco nacional sólo servirá a los usurpadores del poder político del Estado. Las mega marchas son catarsis pública, liberadoras de frustración solamente, más no agentes revolucionarios.

ffponte@gmail.com
www.faustofernandezponte.com


Glosario:

Convergencia: Partido Político "Convergencia".

Estructura económica: conjunto de relaciones de producción y fuerzas productivas que corresponden a éstas. También se les llama base económica o formación económica.

Fuerzas productivas: las constituyen (1) la fuerza humana de trabajo y (2) los medios de producción. Los primeros son los trabajadores (obreros, campesinos, pequeños artesanos, etc.); los segundos son maquinas, herramientas, instalaciones, etc.,incluyendo las condiciones geográficas, v. gr., la tierra.

Modo de producción: unidad de las fuerzas productivas y las relaciones de oproducción que determina las características y la dinámica de la sociedad. La historia conoce siete tipos de modos de producción; algunas sociedades, como la mexicana, tienen expresiones simultáneamente de seis de esos modos de producción, que van desde el primitivo hasta el capitalista. El séptimo modo de producción, el social, no tiene manifestaciones sostenidas en México.

PRD: Partido de la Revolución Democrática.

PRI: Partido Revolucionario Institucional.

PT: Partido del Trabajo.

Relaciones de producción: forma social y económica con que aparecen las fuerzas productivas. Se refiere al conjunto complejo de formas de la división social del trabajo y a las condiciones (y formas) de control y apropiación de las fuerzas productivas y del producto o riqueza social.

Superestructura institucional e ideológica: conjunto de instituciones cuya función es la de cohesionar a la sociedad y a la cultura en torno a la base económica, y de asegurar la reproducción de ésta.

Lecturas recomendadas:

Los bienes terrenales del hombre, de Leo Huberman. Editorial Nuestro Tiempo.

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