Autor: Nydia Egremy
El escenario político y de seguridad nacional no vaticina un cambio en este 2010, pronostican académicos e investigadores. “Tenemos un escenario de fragmentación del poder, que se refleja en la composición del Congreso de la Unión: un poder presidencial debilitado, una guerra contra el narcotráfico sin pies ni cabeza y un golpeteo desde el Congreso de Estados Unidos hacia la actual estrategia de combate al narcotráfico en medio de esa debilidad del conjunto del Estado mexicano”, describe Abelardo Rodríguez, profesor investigador del Centro de Estudios sobre América del Norte en la Universidad de Guadalajara.
A su vez, Alfredo Jalife aprecia que el sistema político mexicano “está podrido” y ése será el foco rojo que habría que atender a lo largo de 2010. En cuanto al aspecto económico, el experto en geopolítica aprecia que el país está en declive, pues hace 27 años que no registra tasas de crecimiento. Debido a esto, no descarta que tomen un curso muy peligroso la insatisfacción y malestar social, tal como advirtió Ernesto Cordero Arroyo, entonces titular de la Secretaría de Desarrollo Social en agosto de 2009, cuando esbozó la posibilidad de una revuelta social. “Quizás es lo que estén buscando para militarizar más al país”, expresa el también especialista en economía global.
Con respecto de su política energética, el gobierno continuará apostando a seguir proveyendo de crudo a Estados Unidos; mientras, persistirá el secretismo desde Petróleos Mexicanos para informar respecto de las reservas de petróleo y gas que tiene el país: dónde están y cuántos pozos petroleros nuevos se han descubierto, manifiesta Fabio Barbosa, especialista en reservas petroleras y académico de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Advierte que los mexicanos están muy lejos de conocer, durante el año en curso, de dónde obtiene el país los mayores volúmenes de su producción de crudo y desde qué lugares seguirá obteniéndolos en el futuro. “Se requiere saber también si se espera hallar campos gigantes, justo en un momento tan difícil en el periodo pos Cantarell, y cuando encontrar un pozo gigante se convierte en un suceso cada vez más espaciado y remoto”, expresa el también autor de El petróleo en los hoyos de dona y otras áreas desconocidas del Golfo de México (2004) y Pemex: presente y futuro (2008).
Su análisis tiene lugar luego de que Felipe Calderón anunciara, en noviembre de 2009, que “el petróleo se nos está acabando y eso impacta en las finanzas públicas”. En esa ocasión, el presidente advirtió que lo que muchos veían como un futuro inalcanzable, “ya nos alcanzó”, porque particularmente en ese año ocurrió lo que se temía: la producción petrolera declinó.
Sistema dislocado
Al analizar el desarrollo de 2010, Alfredo Jalife describe que “habla mal del sistema político mexicano” que no se pueda operar un cambio cuando lo requieren las circunstancias, “aunque el capitán del barco no esté de acuerdo”. Alude así a la ortodoxia que observa en el presidente mexicano por su manejo de la economía. Asegura que Felipe Calderón tiene “la bendición” de Estados Unidos, pues a ese país le conviene su gestión, ya que “no va a nacionalizar la banca”, y además está en medio de un proceso de entrega de los energéticos.
Atribuye el deterioro del sistema político –del que no augura ninguna mejora para el año en curso–, no sólo al Ejecutivo federal, sino al conjunto de las fuerzas políticas del país, por lo que afirma que la ingobernabilidad que impera es la que enciende un gran foco rojo. En su opinión, la única entidad que da cierta gobernabilidad al país “es el Partido Revolucionario Institucional”, pero advierte que ese partido también “se la está jugando” y puede resultar golpeado al final. Estima que el responsable de esta situación es el sistema, los tres poderes a los que se suman los secretarios de gabinete: “Aquí hay una complicidad y corresponsabilidad de un Congreso que admite a un presidente así y un poder judicial que le pasa todo”.
El doctor galardonado con la Cátedra Unesco, bajo los auspicios de la Comisión de Estudios Europeos, recuerda que en este contexto de crisis, la reforma del Estado no ha avanzado, a pesar de que hace 30 años se planteó la necesidad de hacerla. Sentencia que no se sabe si el país aguante más: “México está al borde de una dislocación política muy severa. Yo me fijaría en lo que sucedió a Berlusconi en diciembre pasado y en el zapatazo que recibió Bush en Irak. No estamos lejos de ello en México”.
Recuerda que, recientemente, el Instituto Stratfor, un centro de pensamiento texano, “sentenció a muerte” a México, pues afirmó que es inviable sin el apoyo de Estados Unidos y si no abre totalmente el sector energético, por lo que anticipa el escenario de la balcanización del país para romper la cohesión de los mexicanos. “Lo que está en juego es el Golfo de México”, enfatiza Jalife Rahme.
Más presión desde Estados Unidos
El director académico del Colegio de la Frontera Norte, José María Ramos, anticipa “violencia en aumento y descomposición social” durante este año en la región fronteriza de México y Estados Unidos. Si esa zona fue escenario de hechos de violencia e inseguridad sin precedente durante 2009, se prevé una escalada, como ha sido la tendencia desde hace décadas, en la región: un fenómeno que caracteriza a los estados, municipios y comunidades de la vasta zona limítrofe entre ambos países.
Ramos García explica que, en 2010, los desafíos fronterizos estarán centrados en un contexto en el que dominará el aumento de los controles en esa zona que comparten Estados Unidos y México, “especialmente en el marco de la implementación de la Iniciativa Mérida”. El sociólogo y doctor en ciencia política describe que esa situación implicará para México menor migración laboral, aumento en la vulnerabilidad de los migrantes, mayor presencia militar y policial, más denuncias por violación de los derechos humanos, fortalecimiento de los grupos delictivos en la región (transfronteriza y nacional), así como la ampliación en influencia de los mercados binacionales de oferta y demanda de drogas.
Para el especialista, la política exterior mexicana debe enfatizar la necesidad de un enfoque de corresponsabilidad mutua que le permita atender esos impactos bajo una gestión eficaz intergubernamental y con una agenda estratégica de competitividad y seguridad que permitan avanzar hacia lo que denomina “una frontera del futuro”. Asimismo, advierte que la puesta en marcha de tal agenda implicaría para la diplomacia mexicana llevar a cabo un diagnóstico estratégico y transversal de las distintas dimensiones de la inseguridad (nacional, fronteriza, pública y humana), así como una política intergubernamental en materia de competitividad y bienestar.
Compatible con ese análisis, Pía Taracena, especialista en las relaciones de México con Estados Unidos, de la Universidad Iberoamericana, admite que la agenda bilateral con el vecino estadunidense podría securitizarse aún más este año. A su juicio, eso ocurriría en el contexto de la Iniciativa Mérida, que aportará recursos económicos aprobados por el Congreso estadunidense para fortalecer a las instancias policiacas o militares que combaten el narcotráfico.
Sin embargo, el flujo de esos recursos podría dificultarse luego de que el Congreso estadunidense lanzó ya la alerta al gobierno mexicano contra las violaciones a los derechos humanos que presuntamente cometen los miembros del Ejército y que denunció Amnistía Internacional (AI). Taracena Gout alude al informe, que presentó esa organización el 9 de diciembre, que documenta abusos “frecuentes” del Ejército y que en algunas zonas son “habituales y rutinarios”, por lo que Kerrie Howard, la directora adjunta del programa América de AI, manifestó que existe un “preocupante patrón de crímenes cometidos por el Ejército en sus operativos de seguridad”, que las autoridades del país niegan e ignoran.
A ese estudio se suman las presiones que provienen del Congreso de Estados Unidos para que se respeten los derechos humanos a cambio de la ayuda económica que brinda a México para combatir el crimen organizado. En opinión de la también candidata a doctora en Historia, “esos argumentos constituyen también una forma de usar la fuerza, presionando desde el Congreso”. Adelanta que este año persistirá la tendencia del Congreso –y de las fuerzas conservadoras que al parecer dominan más el escenario que los demócratas– a denunciar los abusos contra los derechos humanos y a presionar más al gobierno mexicano.
Más allá de las buenas intenciones o los discursos de Barack Obama, de Hillary Clinton y de Arturo Valenzuela, subsecretario del Departamento de Estado para América Latina, la relación con Estados Unidos se va a tensar más porque “el punto fino del escenario actual es la debilidad institucional del Estado mexicano, particularmente en la frontera norte”, precisa Abelardo Rodríguez, maestro por la Escuela de Servicio Exterior en estudios latinoamericanos de la Universidad de Georgetown. Refiere que a ello se suma el abandono de décadas que padece la frontera y que se agudiza por el mismo dinamismo del narcotráfico. Agrega que la tensión está en esa frontera que comparten ambos países; ésa es una de las prioridades de la administración de Obama, que se contrapone con la incapacidad de México: “Porque en realidad es una ausencia del Estado mexicano” la que se observa en Ciudad Juárez o Tijuana.
En esas ciudades, recuerda el también licenciado en ciencia política, la policía está desmantelada, las fuerzas armadas fungen como Ministerio Público; no hay un plan de coordinación entre esas ciudades y el gobierno estatal, tampoco con el gobierno federal ni con el gobierno de Estados Unidos. “Tenemos enfrente un conflicto extraordinario. Considero que el control de la frontera desde la perspectiva mexicana es un problema de seguridad nacional vital para aquel país, y eso va a agudizar la tensión entre los dos países”.
De igual manera, José María Ramos considera que la política exterior mexicana debe definir el papel que juegan los militares y la Armada en materia de seguridad y cooperación transfronteriza, y acompañar ese análisis de la evaluación y el seguimiento intergubernamental de la agenda fronteriza.
Entre la seguridad y el espionaje
La actividad electoral de este año será intensa: gobernadores, diputados locales y presidentes municipales serán elegidos en Chihuahua, Sinaloa, Durango, Tamaulipas, Veracruz, Puebla, Oaxaca, Aguascalientes, Tlaxcala y Zacatecas. A partir del 4 de julio y hasta el 14 de noviembre, buena parte de la actividad política del país se volcará hacia el noroeste y sur, lo que también implica la atención de las autoridades de los tres niveles de gobierno para evitar el riesgo de que la delincuencia organizada patrocine a algunos de los candidatos a un puesto de elección popular.
Abelardo Rodríguez admite que esos comicios representan puntos rojos que han admitido el Instituto Federal Electoral (IFE), el Poder Judicial de la Federación y el Congreso, aunque contempla que no hay consensos para atajar y desarrollar las políticas públicas necesarias que permitan excluir al crimen organizado de este proceso.
En su opinión, México no es aún un Estado capturado como algunos analistas consideran a Colombia, aunque admite que es probable que este fenómeno ya se manifieste en Michoacán o Chihuahua, particularmente en Ciudad Juárez, en Sinaloa y en otras regiones. El IFE, la Presidencia de la República y algunos partidos políticos dicen que existe el riesgo de que las elecciones sean instrumento de poder, a través del cual, el crimen organizado tenga como objetivo el control del poder político del país, explica el autor del libro La urgente seguridad democrática: la relación de México con Estados Unidos (Taurus, 2008).
Bajo el argumento de garantizar la seguridad en el proceso electoral, han sido frecuentes los casos de espionaje político desde las instituciones, por esa razón se pregunta a Rodríguez si 2010 será un año en el que el espionaje se practique más que una actividad de inteligencia eficaz desde el Estado. Responde que la política de inteligencia “es otra de las grandes deficiencias del Estado mexicano”, pues a pesar de que en el país ha habido un avance en la conformación de la inteligencia, éste es limitado.
El también miembro del Colectivo de Análisis de la Seguridad con Democracia dice que si el Ejército está ahora en las calles es por que la inteligencia falló.
Subraya que también es necesaria la visión geopolítica e histórica e internacional que, en su opinión, “no existe” en México, para saber en dónde se encuentra México y sumar los esfuerzos necesarios, conceptuales institucionales y legales para darle dirección al país. Advierte que es fundamental “saber dónde estamos parados; no veo por ningún lado una visión estratégica de Estado hacia los próximos 10 y 20 años. Mucho de lo que se haga y deje de hacer por esta administración dependerá de ello”.
A su vez, Alfredo Jalife aprecia que el sistema político mexicano “está podrido” y ése será el foco rojo que habría que atender a lo largo de 2010. En cuanto al aspecto económico, el experto en geopolítica aprecia que el país está en declive, pues hace 27 años que no registra tasas de crecimiento. Debido a esto, no descarta que tomen un curso muy peligroso la insatisfacción y malestar social, tal como advirtió Ernesto Cordero Arroyo, entonces titular de la Secretaría de Desarrollo Social en agosto de 2009, cuando esbozó la posibilidad de una revuelta social. “Quizás es lo que estén buscando para militarizar más al país”, expresa el también especialista en economía global.
Con respecto de su política energética, el gobierno continuará apostando a seguir proveyendo de crudo a Estados Unidos; mientras, persistirá el secretismo desde Petróleos Mexicanos para informar respecto de las reservas de petróleo y gas que tiene el país: dónde están y cuántos pozos petroleros nuevos se han descubierto, manifiesta Fabio Barbosa, especialista en reservas petroleras y académico de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Advierte que los mexicanos están muy lejos de conocer, durante el año en curso, de dónde obtiene el país los mayores volúmenes de su producción de crudo y desde qué lugares seguirá obteniéndolos en el futuro. “Se requiere saber también si se espera hallar campos gigantes, justo en un momento tan difícil en el periodo pos Cantarell, y cuando encontrar un pozo gigante se convierte en un suceso cada vez más espaciado y remoto”, expresa el también autor de El petróleo en los hoyos de dona y otras áreas desconocidas del Golfo de México (2004) y Pemex: presente y futuro (2008).
Su análisis tiene lugar luego de que Felipe Calderón anunciara, en noviembre de 2009, que “el petróleo se nos está acabando y eso impacta en las finanzas públicas”. En esa ocasión, el presidente advirtió que lo que muchos veían como un futuro inalcanzable, “ya nos alcanzó”, porque particularmente en ese año ocurrió lo que se temía: la producción petrolera declinó.
Sistema dislocado
Al analizar el desarrollo de 2010, Alfredo Jalife describe que “habla mal del sistema político mexicano” que no se pueda operar un cambio cuando lo requieren las circunstancias, “aunque el capitán del barco no esté de acuerdo”. Alude así a la ortodoxia que observa en el presidente mexicano por su manejo de la economía. Asegura que Felipe Calderón tiene “la bendición” de Estados Unidos, pues a ese país le conviene su gestión, ya que “no va a nacionalizar la banca”, y además está en medio de un proceso de entrega de los energéticos.
Atribuye el deterioro del sistema político –del que no augura ninguna mejora para el año en curso–, no sólo al Ejecutivo federal, sino al conjunto de las fuerzas políticas del país, por lo que afirma que la ingobernabilidad que impera es la que enciende un gran foco rojo. En su opinión, la única entidad que da cierta gobernabilidad al país “es el Partido Revolucionario Institucional”, pero advierte que ese partido también “se la está jugando” y puede resultar golpeado al final. Estima que el responsable de esta situación es el sistema, los tres poderes a los que se suman los secretarios de gabinete: “Aquí hay una complicidad y corresponsabilidad de un Congreso que admite a un presidente así y un poder judicial que le pasa todo”.
El doctor galardonado con la Cátedra Unesco, bajo los auspicios de la Comisión de Estudios Europeos, recuerda que en este contexto de crisis, la reforma del Estado no ha avanzado, a pesar de que hace 30 años se planteó la necesidad de hacerla. Sentencia que no se sabe si el país aguante más: “México está al borde de una dislocación política muy severa. Yo me fijaría en lo que sucedió a Berlusconi en diciembre pasado y en el zapatazo que recibió Bush en Irak. No estamos lejos de ello en México”.
Recuerda que, recientemente, el Instituto Stratfor, un centro de pensamiento texano, “sentenció a muerte” a México, pues afirmó que es inviable sin el apoyo de Estados Unidos y si no abre totalmente el sector energético, por lo que anticipa el escenario de la balcanización del país para romper la cohesión de los mexicanos. “Lo que está en juego es el Golfo de México”, enfatiza Jalife Rahme.
Más presión desde Estados Unidos
El director académico del Colegio de la Frontera Norte, José María Ramos, anticipa “violencia en aumento y descomposición social” durante este año en la región fronteriza de México y Estados Unidos. Si esa zona fue escenario de hechos de violencia e inseguridad sin precedente durante 2009, se prevé una escalada, como ha sido la tendencia desde hace décadas, en la región: un fenómeno que caracteriza a los estados, municipios y comunidades de la vasta zona limítrofe entre ambos países.
Ramos García explica que, en 2010, los desafíos fronterizos estarán centrados en un contexto en el que dominará el aumento de los controles en esa zona que comparten Estados Unidos y México, “especialmente en el marco de la implementación de la Iniciativa Mérida”. El sociólogo y doctor en ciencia política describe que esa situación implicará para México menor migración laboral, aumento en la vulnerabilidad de los migrantes, mayor presencia militar y policial, más denuncias por violación de los derechos humanos, fortalecimiento de los grupos delictivos en la región (transfronteriza y nacional), así como la ampliación en influencia de los mercados binacionales de oferta y demanda de drogas.
Para el especialista, la política exterior mexicana debe enfatizar la necesidad de un enfoque de corresponsabilidad mutua que le permita atender esos impactos bajo una gestión eficaz intergubernamental y con una agenda estratégica de competitividad y seguridad que permitan avanzar hacia lo que denomina “una frontera del futuro”. Asimismo, advierte que la puesta en marcha de tal agenda implicaría para la diplomacia mexicana llevar a cabo un diagnóstico estratégico y transversal de las distintas dimensiones de la inseguridad (nacional, fronteriza, pública y humana), así como una política intergubernamental en materia de competitividad y bienestar.
Compatible con ese análisis, Pía Taracena, especialista en las relaciones de México con Estados Unidos, de la Universidad Iberoamericana, admite que la agenda bilateral con el vecino estadunidense podría securitizarse aún más este año. A su juicio, eso ocurriría en el contexto de la Iniciativa Mérida, que aportará recursos económicos aprobados por el Congreso estadunidense para fortalecer a las instancias policiacas o militares que combaten el narcotráfico.
Sin embargo, el flujo de esos recursos podría dificultarse luego de que el Congreso estadunidense lanzó ya la alerta al gobierno mexicano contra las violaciones a los derechos humanos que presuntamente cometen los miembros del Ejército y que denunció Amnistía Internacional (AI). Taracena Gout alude al informe, que presentó esa organización el 9 de diciembre, que documenta abusos “frecuentes” del Ejército y que en algunas zonas son “habituales y rutinarios”, por lo que Kerrie Howard, la directora adjunta del programa América de AI, manifestó que existe un “preocupante patrón de crímenes cometidos por el Ejército en sus operativos de seguridad”, que las autoridades del país niegan e ignoran.
A ese estudio se suman las presiones que provienen del Congreso de Estados Unidos para que se respeten los derechos humanos a cambio de la ayuda económica que brinda a México para combatir el crimen organizado. En opinión de la también candidata a doctora en Historia, “esos argumentos constituyen también una forma de usar la fuerza, presionando desde el Congreso”. Adelanta que este año persistirá la tendencia del Congreso –y de las fuerzas conservadoras que al parecer dominan más el escenario que los demócratas– a denunciar los abusos contra los derechos humanos y a presionar más al gobierno mexicano.
Más allá de las buenas intenciones o los discursos de Barack Obama, de Hillary Clinton y de Arturo Valenzuela, subsecretario del Departamento de Estado para América Latina, la relación con Estados Unidos se va a tensar más porque “el punto fino del escenario actual es la debilidad institucional del Estado mexicano, particularmente en la frontera norte”, precisa Abelardo Rodríguez, maestro por la Escuela de Servicio Exterior en estudios latinoamericanos de la Universidad de Georgetown. Refiere que a ello se suma el abandono de décadas que padece la frontera y que se agudiza por el mismo dinamismo del narcotráfico. Agrega que la tensión está en esa frontera que comparten ambos países; ésa es una de las prioridades de la administración de Obama, que se contrapone con la incapacidad de México: “Porque en realidad es una ausencia del Estado mexicano” la que se observa en Ciudad Juárez o Tijuana.
En esas ciudades, recuerda el también licenciado en ciencia política, la policía está desmantelada, las fuerzas armadas fungen como Ministerio Público; no hay un plan de coordinación entre esas ciudades y el gobierno estatal, tampoco con el gobierno federal ni con el gobierno de Estados Unidos. “Tenemos enfrente un conflicto extraordinario. Considero que el control de la frontera desde la perspectiva mexicana es un problema de seguridad nacional vital para aquel país, y eso va a agudizar la tensión entre los dos países”.
De igual manera, José María Ramos considera que la política exterior mexicana debe definir el papel que juegan los militares y la Armada en materia de seguridad y cooperación transfronteriza, y acompañar ese análisis de la evaluación y el seguimiento intergubernamental de la agenda fronteriza.
Entre la seguridad y el espionaje
La actividad electoral de este año será intensa: gobernadores, diputados locales y presidentes municipales serán elegidos en Chihuahua, Sinaloa, Durango, Tamaulipas, Veracruz, Puebla, Oaxaca, Aguascalientes, Tlaxcala y Zacatecas. A partir del 4 de julio y hasta el 14 de noviembre, buena parte de la actividad política del país se volcará hacia el noroeste y sur, lo que también implica la atención de las autoridades de los tres niveles de gobierno para evitar el riesgo de que la delincuencia organizada patrocine a algunos de los candidatos a un puesto de elección popular.
Abelardo Rodríguez admite que esos comicios representan puntos rojos que han admitido el Instituto Federal Electoral (IFE), el Poder Judicial de la Federación y el Congreso, aunque contempla que no hay consensos para atajar y desarrollar las políticas públicas necesarias que permitan excluir al crimen organizado de este proceso.
En su opinión, México no es aún un Estado capturado como algunos analistas consideran a Colombia, aunque admite que es probable que este fenómeno ya se manifieste en Michoacán o Chihuahua, particularmente en Ciudad Juárez, en Sinaloa y en otras regiones. El IFE, la Presidencia de la República y algunos partidos políticos dicen que existe el riesgo de que las elecciones sean instrumento de poder, a través del cual, el crimen organizado tenga como objetivo el control del poder político del país, explica el autor del libro La urgente seguridad democrática: la relación de México con Estados Unidos (Taurus, 2008).
Bajo el argumento de garantizar la seguridad en el proceso electoral, han sido frecuentes los casos de espionaje político desde las instituciones, por esa razón se pregunta a Rodríguez si 2010 será un año en el que el espionaje se practique más que una actividad de inteligencia eficaz desde el Estado. Responde que la política de inteligencia “es otra de las grandes deficiencias del Estado mexicano”, pues a pesar de que en el país ha habido un avance en la conformación de la inteligencia, éste es limitado.
El también miembro del Colectivo de Análisis de la Seguridad con Democracia dice que si el Ejército está ahora en las calles es por que la inteligencia falló.
Subraya que también es necesaria la visión geopolítica e histórica e internacional que, en su opinión, “no existe” en México, para saber en dónde se encuentra México y sumar los esfuerzos necesarios, conceptuales institucionales y legales para darle dirección al país. Advierte que es fundamental “saber dónde estamos parados; no veo por ningún lado una visión estratégica de Estado hacia los próximos 10 y 20 años. Mucho de lo que se haga y deje de hacer por esta administración dependerá de ello”.
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