Por Gilberto Balam Pereira
Demagogia, frivolidad e irresponsabilidad del régimen
Parece que con facilidad nos desmemoriamos, pero debemos recordar que hace exactamente un año el país no sólo padeció la amenaza de una infección viral desconocida, sino tuvimos que soportar también la demagogia, la frivolidad del régimen y su irresponsabilidad en el manejo de la extraña infección.
El AH1N1 hizo acto de presencia en México después de conocerse casos en Canadá y el Sur de EU.
Los laboratorios de Winnipeg, Canadá, y de los Centros de Control y Diagnóstico de Enfermedades de Estados Unidos, habían informado que se estaba ante un agente desconocido, del que no se sabía nada sobre su virulencia ni si era susceptible a algún tratamiento, por lo que recomendaban a México, por razones de vecindad, que debería de emprender todas las medidas a su alcance para enfrentarlo.
Era un 23 de abril de 2009 en que se reunieron las autoridades de salud, educación y seguridad en Los Pinos. ¿Qué hacer? La ignorancia inocultable de las autoridades sanitarias les obligó a emitir un mensaje breve pero terrorista. Fueron el espurio y su secretario de Salud quienes declararon a los medios que “estamos frente a un nuevo agente infeccioso de virulencia letal”. El efecto del mensaje entre la población fue inmediato: el pánico.
Ese mismo día por la mañana, el doctor José Ángel Córdoba Villalobos, secretario de Salud, había dicho que los casos de influenza que se estaban presentando en el país eran los habituales y llamó a la población a mantenerse tranquila, a pesar de que desde principios de marzo hasta la fecha (más de un mes) del anuncio oficial, habían ocurrido al menos 20 muertes sospechosas de un brote epidémico. En el Distrito Federal había 144 personas internadas con neumonía grave y numerosos casos registrados en San Luis Potosí y otras entidades de la República con el mismo cuadro patológico.
Inicialmente las autoridades negaban que se tratara de una epidemia y atribuían los eventos a la extensión de la fase final de la infección respiratoria invernal tradicional.
En unas cuantas horas las autoridades sanitarias viraron de un mensaje tranquilizador a la alarma. Había fluido más información internacional.
Las autoridades espurias se encontraron con un buen pretexto para distraer a la población sobre el problema del narcotráfico que se multiplicaba en el Norte del país y porque nuestra crisis económica todavía no parecía tocar fondo. Una oportunidad para adornarse y exhibirse como salvadores de la salud ciudadana. Sin consultar con expertos epidemiólogos, los políticos del régimen espurio tomaron decisiones infundadas y ridículas.
“Estamos ante una epidemia respiratoria y nos vemos obligados a adoptar medidas inéditas de urgencia: suspensión de clases desde preescolar hasta educación superior en el Distrito Federal y el Estado de México. Mantenerse alejados de las personas que tengan infección respiratoria. No saludar de beso ni de mano. Evitar sitios concurridos y actos multitudinarios.
Las autoridades habían actuado en una forma generadora de pánico, y se había adoptado medidas en las que confluyeron la precipitación, la desinformación y la más exasperante opacidad y ridiculez.
Entonces las calles se vaciaron, los rostros de los hombres, mujeres y niños que se veían en las calles mostraban miradas desconcertadas y temerosas por encima de los miles de cubrebocas azules. Estornudar en la fila de un súper o en cualquier sitio era sinónimo de imprudencia y discriminación nunca antes vistos. Los restaurantes y comercios vacíos. Compras de pánico en supermercados, actos deportivos sin público, teatros y cines desolados. Ante la demanda de atención e información, los hospitales y clínicas rebasados mostraban con crueldad sus eternos vicios: “No lo podemos atender, pues no trae su carnet… le toca consulta exactamente hasta dentro de un mes”. El personal médico se mostró ineficiente y sin conocimiento sobre lo que ocurría, ¿qué hacer? La economía de por sí maltrecha recibió certero golpe con medidas estúpidas oficiales.
Otro viraje. La Secretaría de Salud federal nuevamente cambió el rumbo: dio brusca reversa para afirmar, en los primeros días de mayo, que “todo está controlado y prácticamente la epidemia ha terminado”.
En entrevista de Adriana Pérez Cañedo del Canal 11 del Politécnico al ilegítimo Fecal, éste hizo gala de manipulación y mentiras sobre el brote epidémico. Impresentable pelele sobre la cuestión. Nada menos que se ocupó de calificar de HEROES al personal de Salud y a la misma población por su participación preventiva en el problema que nos aquejaba. Y no tuvo empacho para exagerar la nota de que “el régimen ha tenido una gran responsabilidad y triunfo en la lucha contra el mal a favor de la humanidad”.
¿Qué tal? De esos kilates la desvergüenza.
Triunfalismo, engaño, incapacidad e ignorancia de este “representante” del poder. Y qué más. Ni modo.
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