19 mayo 2010
“Nuestros dos países o triunfarán juntos o se hundirán juntos”.
Arturo Sarukhan.
I
El aforismo del embajador de México en Estados Unidos, citado en el epígrafe de la entrega de hoy, es la secuela de un destino manifiesto… a la mexicana. Implica la aceptación del viejo anhelo USAmericano de zamparse “the whole enchilada”.
Cierto. Engullirse la enchilada toda, acudiendo mediante éste tropo al meollo vero del asunto: en 1848, los gringos pospusieron para posterior ocasión anexarse por la fuerza a México, entre otras razones por no poseer recursos militares en suficiencia.
Por marzo de 1968, Robert F. Kennedy, a la sazón aspirante a la postulación del Partido Demócrata a la presidencia de EU, en una conversación con éste escribidor, por entonces corresponsal del diario Excélsior en Washington, D. C., dijo lo siguiente:
“Esa guerra… artificialmente motivada por EU y tan injusta es una síntesis de los designios expansionistas estadunidenses… Fue una guerra costosísima para México pues le quitamos más de la miad de su territorio y mutilamos su alma nacional”.
También dijo, analíticamente, en esa entrevista periodística que “cuando le robamos su territorio (a México), nos dimos cuenta de que no podíamos tragarnos a todo el país. Tendríamos que ocupar un territorio ya ocupado por los mexicanos hostiles a nosotros”.
II
Éste personaje –muerto de un balazo en agosto de ese mismo año en Los Angeles, Cal., por un “asesino solitario”, inmigrado árabe-- despulpó el tema afirmando que “ocupamos aquella parte de México de bajísima densidad demográfica”.
El gobierno de EU de entonces –añadió— “no habría podido ocupar todo ese inmenso país al sur sin tener que librar una guerra que duraría muchos años contra mexicanos enojados porque ya le habíamos quitado Texas”, afirmó.
Así --concluyó nuestro personaje--, “por razones prácticas EU sólo se engulló un poco más de la mitad de la enchilada completa… Pero con el correr de los años siempre quedó la aspiración de tragarnos todo el platillo, de devorarnos a México”.
Ésta conversación con quien anheló ocupar la Casa Blanca --como lo hizo su hermano John F., asesinado en 1963— es traída a un primer plano de atención dado, precisamente, las palabras del embajador Sarukhán.
Al explicar los motivos de la visita del señor Calderón a USAmérica, el dicho embajador afirmó que es voluntad del mexicano y su anfitrión, el señor Obama, “de empujar la relación (bilateral) en forma mucho más integral”.
III
¿Integral? ¿Más integral? ¿Mucho más integral? ¿Qué quiso decir el agente diplomático del señor Calderón en la capital de la metrópoli colonial-imperial?
¿Integrarnos nosotros, los mexicanos, México, a EU? ¿Ser absorbidos?
La respuesta se nos dará pronto, pues hoy se inicia formalmente ésta visita de Estado de don Felipe a don Barack, durante la cual –nos dice el embajador-- se planteará que “ya no se pueden hacer distinciones entre política exterior y política interna”.
El señor Sarukhán dijo que esa es la posición formal –oficial— “de México”, la del señor Calderón, que no ha sido consultada ni mucho menos consensuada con el Poder Legislativo ni mucho menos puesta a consideración del pueblo de México.
En 1848, EU nos rapiñó territorio, pero hoy, 162 años después, los mexicanos como el señor Calderón quieren regalarles el resto de México. A su favor, don Felipe tiene un argumento sólido: ya somos parte –anexado de hecho— del imperio.
ffponte@gmail.com
Arturo Sarukhan.
I
El aforismo del embajador de México en Estados Unidos, citado en el epígrafe de la entrega de hoy, es la secuela de un destino manifiesto… a la mexicana. Implica la aceptación del viejo anhelo USAmericano de zamparse “the whole enchilada”.
Cierto. Engullirse la enchilada toda, acudiendo mediante éste tropo al meollo vero del asunto: en 1848, los gringos pospusieron para posterior ocasión anexarse por la fuerza a México, entre otras razones por no poseer recursos militares en suficiencia.
Por marzo de 1968, Robert F. Kennedy, a la sazón aspirante a la postulación del Partido Demócrata a la presidencia de EU, en una conversación con éste escribidor, por entonces corresponsal del diario Excélsior en Washington, D. C., dijo lo siguiente:
“Esa guerra… artificialmente motivada por EU y tan injusta es una síntesis de los designios expansionistas estadunidenses… Fue una guerra costosísima para México pues le quitamos más de la miad de su territorio y mutilamos su alma nacional”.
También dijo, analíticamente, en esa entrevista periodística que “cuando le robamos su territorio (a México), nos dimos cuenta de que no podíamos tragarnos a todo el país. Tendríamos que ocupar un territorio ya ocupado por los mexicanos hostiles a nosotros”.
II
Éste personaje –muerto de un balazo en agosto de ese mismo año en Los Angeles, Cal., por un “asesino solitario”, inmigrado árabe-- despulpó el tema afirmando que “ocupamos aquella parte de México de bajísima densidad demográfica”.
El gobierno de EU de entonces –añadió— “no habría podido ocupar todo ese inmenso país al sur sin tener que librar una guerra que duraría muchos años contra mexicanos enojados porque ya le habíamos quitado Texas”, afirmó.
Así --concluyó nuestro personaje--, “por razones prácticas EU sólo se engulló un poco más de la mitad de la enchilada completa… Pero con el correr de los años siempre quedó la aspiración de tragarnos todo el platillo, de devorarnos a México”.
Ésta conversación con quien anheló ocupar la Casa Blanca --como lo hizo su hermano John F., asesinado en 1963— es traída a un primer plano de atención dado, precisamente, las palabras del embajador Sarukhán.
Al explicar los motivos de la visita del señor Calderón a USAmérica, el dicho embajador afirmó que es voluntad del mexicano y su anfitrión, el señor Obama, “de empujar la relación (bilateral) en forma mucho más integral”.
III
¿Integral? ¿Más integral? ¿Mucho más integral? ¿Qué quiso decir el agente diplomático del señor Calderón en la capital de la metrópoli colonial-imperial?
¿Integrarnos nosotros, los mexicanos, México, a EU? ¿Ser absorbidos?
La respuesta se nos dará pronto, pues hoy se inicia formalmente ésta visita de Estado de don Felipe a don Barack, durante la cual –nos dice el embajador-- se planteará que “ya no se pueden hacer distinciones entre política exterior y política interna”.
El señor Sarukhán dijo que esa es la posición formal –oficial— “de México”, la del señor Calderón, que no ha sido consultada ni mucho menos consensuada con el Poder Legislativo ni mucho menos puesta a consideración del pueblo de México.
En 1848, EU nos rapiñó territorio, pero hoy, 162 años después, los mexicanos como el señor Calderón quieren regalarles el resto de México. A su favor, don Felipe tiene un argumento sólido: ya somos parte –anexado de hecho— del imperio.
ffponte@gmail.com
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