Cuando escribía cada una de mis Reflexiones anteriores, a medida que una catástrofe para la humanidad se aproximaba aceleradamente, mi mayor preocupación era cumplir el deber elemental de informar a nuestro pueblo.
Hoy estoy más tranquilo que hace 26 días. Como siguen ocurriendo cosas en la corta espera, puedo reiterar y enriquecer la información a la opinión pública nacional e internacional.
Obama se comprometió en asistir el dos de julio al partido de cuartos de final, si su país obtenía la victoria en los octavos de final. Él debiera saber más que nadie, que esos cuartos de final no podrían realizarse ya que antes ocurrirán gravísimos acontecimientos, o al menos debiera saberlo.
El pasado viernes 25 de junio, una agencia internacional de noticias de conocida minuciosidad en los detalles de las informaciones que elabora, publicó las declaraciones del “…comandante de la Armada del cuerpo élite de los Guardianes de la Revolución Islámica, general Ali Fadavi…” -advirtiendo- “…que si Estados Unidos y sus aliados inspeccionan a los barcos iraníes en aguas internacionales ‘recibirán una respuesta en el Golfo Pérsico y el Estrecho de Ormuz’”.
La información fue tomada de la agencia local de noticias Mehr, de Irán.
Dicha agencia, según el despacho, comunicó: “Fadavi añadió que ‘la Armada de los Guardianes de la Revolución cuenta actualmente con centenares de embarcaciones dotadas con lanzaderas de misiles’.”
La información elaborada casi a la misma hora de lo publicado en Granma, o tal vez antes, parecía en algunos puntos una copia al carbón de los párrafos de la Reflexión elaborada el jueves 24 de junio y publicada en ese periódico el viernes 25.
La coincidencia se explica por el uso elemental que siempre aplico del razonamiento lógico. Yo no conocía una palabra de lo que publicó la agencia local iraní.
No albergo la menor duda de que tan pronto las naves de guerra de Estados Unidos e Israel ocupen sus puestos -junto al resto de las embarcaciones militares norteamericanas ubicadas en las proximidades de las costas iraníes- e intenten inspeccionar el primer buque mercante de ese país, se desatará una lluvia de proyectiles en una y otra dirección. Será el momento exacto en que se iniciará la terrible guerra. No es posible prever cuántas naves se hundirán ni de qué bandera.
Saber la verdad a tiempo es para nuestro pueblo lo más importante.
No importa que casi todos por natural instinto, podría decirse que el 99,9 por ciento o más de mis compatriotas, conserven la esperanza y coincidan conmigo en el deseo sincero de estar equivocado. He conversado con personas de los círculos más cercanos y a la vez recibido noticias de tantos ciudadanos nobles, abnegados y cumplidores de su deber, que al leer mis Reflexiones no impugnan en lo más mínimo sus consideraciones, asimilan, creen y tragan en seco los razonamientos que expongo, sin embargo, dedican de inmediato su tiempo a cumplir con el trabajo, al que consagran sus energías.
Eso es precisamente lo que deseamos de nuestros compatriotas. Lo peor es que repentinamente se conozcan las noticias de gravísimos acontecimientos, sin haber escuchado antes noticia alguna sobre tales posibilidades, entonces cundirá el desconcierto y el pánico, que sería indigno de un pueblo heroico como el cubano, que estuvo a punto de ser objetivo de un ataque nuclear masivo en octubre de 1962, y no vaciló un instante en cumplir el deber.
En el desempeño de heroicas misiones internacionalistas, combatientes y jefes valientes de nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias estuvieron a punto de ser víctimas de ataques nucleares contra las tropas cubanas que se aproximaban a la frontera sur de Angola, donde las fuerzas racistas sudafricanas habían sido desalojadas tras la batalla de Cuito Cuanavale y se atrincheraban en la frontera con Namibia.
El Pentágono, con el conocimiento del Presidente de Estados Unidos, suministró a los racistas sudafricanos alrededor de 14 armas nucleares a través de Israel, más poderosas que las que fueron lanzadas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, como hemos explicado en otras reflexiones.
No soy profeta ni adivino. Nadie me informó una palabra de lo que iba a ocurrir; todo ha sido fruto de lo que hoy califico como el razonamiento lógico.
No somos novatos ni entrometidos en este complicado tema.
En la poscrisis nuclear, se puede augurar lo que ocurrirá en el resto de América de lengua iberoamericana.
En tales circunstancias, no se podrá hablar de capitalismo o socialismo. Sólo se abrirá una etapa de administración de los bienes y servicios disponibles en esta parte del continente. Inevitablemente seguirán gobernando cada país los que hoy están al frente del gobierno, varios muy cercanos al socialismo y otros llenos de euforia por la apertura de un mercado mundial que hoy se abre para los combustibles, el uranio, el cobre, el litio, el aluminio, el hierro, y otros metales que hoy se envían a los países desarrollados y ricos que desaparecerá repentinamente.
Abundantes alimentos que hoy se exportan a ese mercado mundial también desaparecerán de forma abrupta.
En semejantes circunstancias, los productos más elementales que se requieren para vivir: los alimentos, el agua, los combustibles y los recursos del hemisferio al sur de Estados Unidos, abundan para mantener un poco de civilización, cuyos avances descontrolados han dirigido la humanidad a semejante desastre.
Hay, sin embargo, cosas muy inciertas todavía, ¿podrán abstenerse las dos más poderosas potencias nucleares, Estados Unidos y Rusia, de emplear una contra la otra sus armas nucleares?
Lo que no cabe la menor duda es que desde Europa, las armas nucleares de Gran Bretaña y Francia, aliadas a Estados Unidos e Israel -que impusieron con entusiasmo la resolución que inevitablemente desatará la guerra, y ésta, por las razones explicadas, de inmediato se volverá nuclear-, amenazan el territorio ruso, aunque el país al igual que China ha tratado de evitar en la medida de las fuerzas y las posibilidades de cada una de ellas.
La economía de la superpotencia se derrumbará como castillo de naipes. La sociedad norteamericana es la menos preparada para soportar una catástrofe como la que el imperio ha creado en el propio territorio de donde partió.
Ignoramos cuáles serán los efectos ambientales de las armas nucleares, que inevitablemente estallarán en varias partes de nuestro planeta, y que en la variante menos grave, se van a producir en abundancia.
Aventurar hipótesis sería pura ciencia ficción de mi parte.
Fidel Castro Ruz
Junio 27 de 2010
2 y 15 p.m.
As I was writing every one of my previous Reflections, and a catastrophe was quickly zeroing in on humanity, my major concern was to fulfill the primary duty to inform our people.
Today, I feel more relax than 26 days ago. As the situation evolves, I can reiterate and expand on the information to the national and international public.
Obama has committed to attend the quarterfinals match on July 2, if his country’s team makes it to that stage. He supposedly knows better than anyone that the quarterfinals will not be contested because very serious developments will take place before that; or at least he should know.
Last Friday, June 25, an international press agency known for the attention to details in its reports, published a statement by the “…Navy Commander of the elite Corps of the Guardians of the Islamic Revolution General Ali Fadavi…,” warning “…that if the United States and its allies inspect Iranian ships in international waters ‘they will have their response in the Persian Gulf and the Strait of Hormuz.’”
The information was taken from the local news agency Mehr of Iran.
According to the press dispatch, said news agency reported that “Fadavi added that ‘the Navy of the Revolutionary Guardians currently has hundreds of vessels equipped with missile launchers.’”
The information, produced approximately at the same time of what Granma published or perhaps before, seemed at some points an exact copy of the Reflections elaborated on Thursday June 24th and ran by that paper on Friday 25th.
The coincidence can be explained by the simple use of a logical reasoning. I was completely unaware of what the Iranian local agency had published.
I have absolutely no doubt that as soon as the American and Israeli warships are deployed –alongside the rest of the American military vessels positioned off the Iranian coasts– and they try to inspect the first merchant ship from that country, there will be a massive launching of missiles in both directions. At that moment exactly the terrible war will begin. It’s not possible to estimate how many vessels will be sunk or from what country.
Knowing the truth timely is the most important thing for our people.
It doesn’t matter if almost everybody, I’d dare say 99.9% or more of my compatriots, instinctively cling to hopes and agree with my sincere wishes to be wrong. I have talked to people close to me, and I have also received news from many noble, selfless and hardworking people who have read my Reflections and do not challenge my considerations in the least but rather absorb, believe and swallow my reasoning through a dry throat; however, they immediately go back to the tasks to which they devote their energies.
That is precisely what we expect of our compatriots. But it would be worse to suddenly become aware of extremely gave events without having heard as much as a news about such possibility. Then there would be confusion and panic, and that would be unworthy of our heroic Cuban people, which was very close to becoming the target of a massive nuclear strike on October 1962, and still did not hesitate for a second in discharging its duty.
Our brave combatants and the military chiefs of our Revolutionary Armed Forces taking part in heroic internationalist missions were close to becoming the victims of nuclear strikes against the Cuban troops deployed close to the Angolan south border from where the South African racist forces –at the time positioned on the Namibian border– had been expelled after the battle of Cuito Cuanavale.
The Pentagon, with the consent of the President of the United States, supplied the South African racists through Israel with about 14 nuclear bombs, more powerful than those dropped on the Japanese cities of Hiroshima and Nagasaki, as we have indicated in previous Reflections.
I am neither a prophet nor a fortune teller. Nobody told me a word of what was to happen. It has all been the result of what I today describe as a logical reasoning.
We are neither new to this complicated issue nor are we meddlesome.
It is possible to predict what will happen in the rest of the Portuguese and Spanish speaking Americas during the nuclear post crisis.
Under such circumstances, it will not be possible to talk of capitalism or socialism. A stage will open that will see the management of the available goods and services in this part of the continent. Certainly, every country will continue being ruled by those who head the governments today, some very close to socialism and others euphoric over the opening of the world market to fuels, uranium, copper, lithium, aluminum, iron and other metals being sent to the developed and rich countries today that will suddenly disappear.
An abundance of food exported now to that world market will also disappear abruptly.
In these circumstances, the most basic products needed for life: food, water, fuels, and the resources found in the hemisphere south of the United States will suffice to preserve some of the civilization whose unbridled advance has led humanity into such a disaster.
Nevertheless, there are still some uncertainties. Will the two mightiest nuclear powers, the United States and Russia, be able to refrain from using their nuclear weapons against each other?
There is no doubt, however, that from Europe the nuclear weapons of Great Britain and France, allied with the United States and Israel, –the same that enthusiastically imposed the resolution that will inevitably unleash the war, which for the abovementioned reasons will immediately become nuclear– are threatening the Russian territory even though this country and China have done everything within their capabilities to prevent the conflict.
The economy of the superpower will fall to pieces like a house of cards. The American society is the least prepared to endure a catastrophe like the one the empire has created in the same territory where it started.
We don’t know which will be the effect on the environment of the nuclear weapons that will unavoidably explode in various parts of the world, and that in the least serious variant will happen in abundance.
As for me, to advance a hypothesis would be pure science fiction.
Fidel Castro Ruz
June 27, 2010
2:15 PM
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