jueves, julio 01, 2010

Columna Asimetrías. Cómo Razonar su Voto

Por Fausto Fernández Ponte



01 julio 2010
ffponte@gmail.com
“Votar es un derecho. Pero abstenerse de hacerlo es también un derecho”.

Francisco Aguilar Pola.

I

En un librillo –en realidad, un opúsculo-- de la autoría de éste escribidor, publicado a propósito de las elecciones de 2006 e intitulado “Cómo razonar su voto” se enunciaban paradigmas que hoy, en vísperas de comicios, antojaríanse atinentes.

Esas elecciones, como bien sabríase pero no por ello huelga reiterar, se realizarán el domingo 4 de julio en 12 de los 31 Estados Unidos Mexicanos (y un Distrito Federal), para renovar poderes y ayuntamientos constitucionales.

En la obrita aludida se describen aspectos generales del proceso electoral, particularizando la liza entre Andrés Manuel López Obrador, Roberto Madrazo y Felipe Calderón. El desenlace, sin recuento de votos, nos agobia, abruma y asfixia hoy.

En ese “road map” –mapa de carreteras que los hispanos denominan “hoja de ruta”—se identificaban las premisas del razonamiento sencillo, sin alambicamientos ni sofismas, de cómo resolver el dilema de por quién votar o, caso antipodal, abstenerse.

Las premisas, en su turno, adquieren el atributo de silogismos. Por ello, localizamos las premisas de la premisa, discernidas aquellas y ésta bajo la presunción de que se ha resuelto el dilema de votar o no y, luego, tomar la decisión de por quién hacerlo.

II

Más asúmase que usted ya resolvió votar, pero no sabe por quién (o a favor de quién) hacerlo, pues ninguno de los candidatos a gubernaturas, alcaldías y diputaciones locales le inspiran simpatía o no se identifica, por algún móvil subyacente, con alguno.

El dilema es, pues, a esas alturas, por quién votar. El dilema acucia: asumimos que usted no es partiquino, militante o adherente de algún partido político y, por añadidura, desconfía instintivamente de los personeros del poder o tiene mala opinión de éstos.

Bienvenido, pues, al creciente club, caro leyente, de quienes desconfían por instinto de los políticos de modus vivendi y de modus operandi. Desconfiamos de sus motivos e intencionalidades, de sus conductas y, desde luego, de sus acciones y sus palabras.

Bien. Ya está usted en el umbral de la decisión por quien votar, pero ninguno “le late” para desempeñarse bien –con honestidad intelectual, moral y política-- en representación suya que, en la teoría democrática, su sufragio le subroga.

Tiene, ahora, que razonar su voto. Pero no sabe cómo –no hay metodologías para ello pues en el sistema educativo (elemental, medio y superior) se omite, pensaríase que deliberadamente, una pedagogía de la lógica y la cultura del razonamiento electoral.
Lo dejamos al instinto y la simpatía, al “latido” y al pálpito y a la metafísica, en indefensión ante los designios de los poderes que son y están, formales y/o fácticos, que nos imbuyen mediante técnicas y metodologías de inducción de conductas y control social.

III

Así, en esa banda –o correa— transportadora que conduce a destino predeterminado por terceros interesados, el ciudadano mexicano cae en la degradación de vender su voto a postores que fijan precios apoyándose en lo insoslayable de la condición necesitada del vendedor.

Indefenso y despojado, incluso, del albedrío propio de discernir con arreglo a una cultura política desarrollada, el ciudadano cae en el inducimiento y el tráfico de su derecho a votar por quien prefiera, aunque su preferencia sea subjetiva y desinformada.

Vote, pues, o no vote si así lo resuelve. Pero si vota, discierna y razone su sufragio: ¿cuál candidato tiene más experiencia para el puesto al que quiere ser elegido? Si ninguno, pues no vote por el menos malo; simplemente absténgase. Le saldrá barato.

Además De votar por quien tiene mayor experiencia, otro elemento para razonar el voto se sincretiza en la pregunta siguiente: ¿Qué candidato me ha informado detalladamente cómo va a resolver los problemas que nos agobian? Subráyese ¿cómo?

Otro elemento para razonar el voto es: ¿Por qué quieres gobernar? Si la respuesta es porque “quiero servir a mi comunidad” o parecida, desconfíe: no merece su voto, pues los motivos de todo candidato, salvo excepciones notorias, son personales, no sociales.

ffponte@gmail.com

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