En efecto, una conflagración nuclear, que hay que obliterar a como dé lugar, significaria, simple y sencillamente, el holocausto para millones de seres humanos, incluidos por cierto, a hijos del propio imperio americano.
Por ello las sabias palabras de Fidel invocan a la acción inmediata de aquel en cuya responsabilidad se encuentra el dar la orden definitiva: el presidente Barak Obama.
Queremos y creemos que él no cederá al chantaje de los tanatofílicos y dirá ¡NO! al holocausto. Con lo que haría honor a su prosopia a afrodescendiente, de hombre de origen popular y llevado, por una suerte de coup d azar a encabezar el imperio más deletéreo que conoce la humanidad.
Fidel confía. Confiemos con él.
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