Algunas imágenes son tan fuertes que puede pensarse que se explican por sí mismas, pero hacen exactamente lo contrario: confunden. Esta confusión, como el miedo, no anda en burro, anda sobre todo en las ondas hertzianas de la televisión.
Me refiero a las imágenes que todos vimos, en 2009, sobre el pasado proceso electoral en Iztapalapa, Distrito Federal. Esas imágenes han dado motivo para que, inclusive desde la izquierda y desde el movimiento ciudadano por la democracia, se acuse de a Andrés Manuel López Obrador de autoritario y “vertical”. Según esto, por haber impuesto la candidatura de Rafael Acosta, el famoso “Juanito”.
Esas voces acusadoras olvidan entender una cosa: que fue el Tribunal Federal Electoral, al cancelar la candidatura de Clara Brugada cuando las boletas estaban ya impresas, quien impuso la necesidad de hacer candidato a “Juanito”, cuyo nombre aparecía en la boleta, como única posibilidad de hacer valer la voluntad ciudadana. La trampa del antidemocrático tribunal era casi perfecta: quienes votaran por Clara Brugada, votarían en realidad en contra de ella. Pero pudo encontrarse una rendija: quienes votaran por Juanito votarían por Clara.
Parecía algo imposible, pero el movimiento ciudadano logró vencer, a fuerza de votos, la trampa perfecta del tribunal. Por que fueron los votos de los ciudadanos los que hicieron ganar a Juanito, para que hoy en Iztapalapa esté gobernando Clara Brugada.
Bismark definió a la política como el arte de lo posible. La candidatura de “Juanito” fue el ojo de la aguja, por el que fue posible expulsar al camello de la antidemocracia institucionalizada. Para que ese camello pasara por la aguja, fue necesario un liderazgo social que detectara la existencia de la rendija. Pero también fueron necesarios los votos, muchos miles de votos, expresión de la voluntad ciudadana. Esos votos partieron en miles de cachitos al camello….y el camello pasó por la aguja, sin tentar aro.
Giovanni Sartori habla del hombre actual, el Homo Videns, que “aprende” viendo imágenes de explicación siempre postergada. Esas imágenes sin explicación, sin contenido, o con contenido engañoso, han empobrecido la capacidad de entender del ser humano. Quienes acusan a López Obrador de “vertical” y autoritario, quienes acusan a los participantes en el movimiento ciudadano por la democracia de idólatras, de seguidores acríticos, lo hacen desde un entendimiento empobrecido. Pero ellos no tienen la culpa: la culpa es de la tele.
Martín Vélez
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