lunes, febrero 14, 2011

Si así se enojaran cuando hay razón…


Un absurdo enojo provocó al gobierno de facto de Felipe Calderón el programa televisivo de la BBC de Londres en el que sus conductores hicieron mofa de la capacidad productiva de los mexicanos. El pretexto fue la presentación de un automóvil deportivo armado en nuestro país, toda vez que los vehículos automotores reflejan la personalidad de un pueblo, según los comentaristas. Lo primero que viene a la mente es una pregunta lógica: ¿Por qué la burocracia dorada no muestra igual actitud, supuestamente patriótica, cuando los funcionarios del gobierno estadunidense acometen contra nuestro país por cualquier leve motivación?

Más bien, debería darles vergüenza –a los funcionarios del gobierno de Calderón– que se nos tenga en un concepto como el que externaron los comentaristas británicos, nada alejado de la realidad, porque eso es lo que han hecho los tecnócratas mexicanos con su forma canallesca de “gobernar”. No podía esperarse otra cosa que la conformación de una sociedad en la que todo es simulación, porque así como el empresario hace como que le paga a sus empleados, así éstos hacen como que trabajan. El resultado es un país muy poco competitivo, como lo especifican evaluaciones internacionales, que camina en reversa desde hace casi tres décadas, con nulo crecimiento real y abundancia de problemas sociales, producto de la descomposición de un sistema político erosionado por la corrupción.

Lo que hicieron los conductores del programa mencionado no fue más que diseccionar, con un sentido del humor nada británico, la realidad de una nación cuya clase dirigente es incapaz de conducir a la sociedad por la ruta de una convivencia digna, que merezca el respeto de la comunidad internacional. El disgusto proviene, sin lugar a dudas, de que a la burocracia dorada le pusieron, los comentaristas del programa de la BBC, un espejo para que se mirara tal cual es, y sus integrantes dejaran de vivir autoengañados por la propaganda costosísima con la que pretenden también engañar a los mexicanos. Así queda demostrado que no tiene caso gastar tantos miles de millones de pesos en spots televisivos si la realidad es todo lo contrario.

En el exterior, saben que México va en picada porque el Estado no cumple sus responsabilidades con la sociedad. Fuera de nuestras fronteras, no se tragan las mentiras que con tanta desfachatez nos endilgan los medios electrónicos para hacernos creer que el desgobierno de Calderón trabaja “para vivir mejor” todos los mexicanos. Desde luego, los miembros del gobierno panista quisieran que hasta en la BBC se creyeran esas mentiras, de ahí su enojo tan desmedido que, por otra parte, duró apenas unas horas, las suficientes para que la opinión pública se diera cuenta de que existe en Londres un embajador mexicano y una cancillería que no sólo se preocupan por satisfacer los caprichos de la Casa Blanca.

La verdad es que México dejó de ser una nación respetable desde que se evidenció que la clase gobernante sólo está interesada en servirse del poder para medrar, no para velar por los intereses del país. Esto es inocultable a los ojos de la comunidad internacional, y si los gobiernos con los que tenemos relaciones se hacen como que no lo ven, es porque así les conviene. No en balde tienen todas las facilidades, para que sus connacionales hagan lo que les viene en gana en nuestro territorio, como es el caso de las empresas mineras canadienses y las españolas dedicadas a producir electricidad y competir con la Comisión Federal de Electricidad. Ni que decir de las estadunidenses, las cuales ven con más preocupación los avances que han tenido los españoles en el aparato productivo mexicano.

El programa de la BBC no hizo más que mostrar el rostro de un México canallesco, producto de 30 años de aniquilación de nuestros valores culturales y sociales, porque así lo ha querido una oligarquía que sólo tiene de mexicana el hecho de tener aquí sus negocios que la han enriquecido en forma brutal y salvaje. En el colmo de la mofa, los conductores del programa hasta apostaron a que el embajador, Eduardo Medina Mora, no les habría de responder porque estaría apoltronado en su sillón papando moscas. Perdieron la apuesta, les respondió como ellos querían, para demostrar que dieron en el blanco: revelaron la realidad de una nación que antes fue respetada y elogiada en diversos círculos internacionales por su cultura, su defensa de los intereses nacionales, su gran pueblo capaz de superar dramáticas adversidades, como el gran terremoto de 1985.

*Periodista

Fuente: Contralínea 220 / 13 de febrero de 2011

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