domingo, julio 03, 2011

Libia: en medio del pantano, la Otan habla de "cese de hostilidades"


El leit motiv de casi la totalidad de los analistas es que la situación en Libia está ‘empantanada'. El más lapidario fue el editorialista del británico The Observer: "La operación de la Otan -dice- contó con apoyo de 18 países, incluidos Gran Bretaña y Francia, 15 de los cuales implementaron la zona de exclusión aérea y lanzaron ataques; sin embargo, no sólo Gaddafi sigue en el poder: el progreso de los rebeldes en el oeste de Libia se ha estancado y el Consejo de Bengasi dice que está desesperadamente falto de fondos porque los mil millones de dólares prometidos por la Otan no se han materializado".

El editorialista recuerda que la alianza militar es criticada por ser "una confusa coalición entre los que no quieren y los que no pueden". En Estados Unidos, los republicanos ya están pidiendo el retiro de la coalición agresora, alegando la crisis presupuestaria. La Liga del Norte, en Italia, está haciendo del tema la causa visible de una crisis de gobierno

Con estos datos, el hijo mayor de Gaddafi caracterizó, en una entrevista exclusiva con el Corriere della Sera, que el régimen de su padre estaba "muerto y enterrado", pero como un pretexto para proponer una salida electoral con supervisión internacional, incluso de la Otan. Dijo que estaba dispuesto a competir con los miembros del régimen rebelde -a quienes calificó de "hombres de la vieja nomenklatura, gente que saltó del barco en el último momento, miserables aprovechadores y vendidos" para dar lugar a un "régimen federal estilo norteamericano" (Corriere, 16/6).

¿Cómo se explica este impasse?

Crisis en las metrópolis

La crisis de la agresión militar se ha convertido en un factor revulsivo de la crisis política en las metrópolis. El caso más destacado es el italiano, ex potencia colonial de Libia y con mayores intereses económicos sobre el país del norte de Africa (Clarín, 17/6). La Lega Nord ha reclamado directamente el cese de las hostilidades; Italia lleva gastados 700 millones de euros en la guerra. Se suma el problema de las más de 20 mil personas del norte de Africa que llegaron a las costas italianas desde febrero (Europa Press, 17/6). La presión de la Liga obligó al canciller italiano, el 22 de junio pasado, a pedir "una suspensión inmediata de las hostilidades" para "evitar una división en dos de Libia y buscar una solución política al conflicto" (La Nación, 23/6).

La propuesta fue rechazada, sin embargo, por Francia y Gran Bretaña, así como por el secretario general de la Otan -aunque el clima político en esos países también está enturbiándose por la continuidad de la guerra. El primer ministro británico, David Cameron, tuvo que reconocer que la campaña ha costado, hasta ahora, unos 250 millones de libras, mucho más de las ‘decenas de millones' que había proyectado su gobierno al inicio de la intervención. Según los periódicos, por otra parte, Sarkozy presiona a los líderes de la operación militar "para poder anunciar una victoria de la intervención en el día de la Bastilla, el 14 de julio", aunque aclaran que "no está claro si el presidente francés pretende un derrocamiento total de Gaddafi (...) o un cese de las hostilidades que deje para más adelante la discusión del futuro de Gaddafi..." (The Independent, 23/6). El ministro del Interior italiano, miembro de la Lega, usó la decisión de Obama de un ‘retiro gradual' de tropas de Afganistán como argumento para reclamar el cese de las hostilidades y el retiro de Italia de Libia. El pase de facturas no tardó en llegar: Estados Unidos difundió "bajo cuerda que los aviones italianos son los que más lanzan misiles y bombas".

La ruta del dinero

Un aspecto decisivo de la cuestión libia es el problema de los fondos del régimen de Gaddafi en el exterior, los que fueron congelados al comienzo de la operación militar y que ahora son objeto de una rapiña entre los países imperialistas. La magnitud de las sumas en juego -se calcula que son unos 30 mil millones de dólares sólo en instituciones de los Estados Unidos- "provocó sorpresa en el mundo financiero". No está claro, por otra parte, qué es lo que ocurrirá con los fondos personales de Gaddafi, que también son multimillonarios. Las potencias de la Otan ya han dado a entender que pretenden apropiarse de estos fondos con el pretexto de financiar con ellos "la reconstrucción de Libia" cuando finalice el conflicto. Hillary Clinton se cuidó de aclarar que tal entrega de fondos será "mediante la creación de un nuevo mecanismo financiero" (Aporrea, 9/6). Lo cierto, en cualquier caso, es que ese dinero sigue sin aparecer, como lo demuestra que los opositores, en Bengasi, no han podido pagar los sueldos de los empleados públicos del pasado mes.

El reparto de Africa

El papel activo y decidido que los ingleses y, sobre todo, los franceses han tomado en la campaña militar contra Gaddafi no puede separarse del papel jugado por este último en el sostenimiento de la Unión Africana, un organismo que aún no ha roto relaciones con Libia y que tuvo un rol activo en diversos choques recientes con el imperialismo francés en el Africa subsahariana. Romano Prodi, ex primer ministro italiano, acaba de señalar que su país "debe prepararse para el post-Gaddafi, complicado para Italia, visto que en el área crecerá el peso de Francia y Gran Bretaña" (Corriere, 16/6). El ex premier italiano reclamó defender, precisamente, a la Unión Africana, "único organismo multilateral, cuyo funcionamiento ha sido hasta ahora garantizado por el dinero libio". Robert Gates, secretario de Defensa de Estados Unidos, puso en evidencia la crisis de la intervención de los europeos al denunciar su escaso aporte militar. "La guerra de Libia -editorializó The Economist (10/6)- lejos de anunciar una nueva era de intervencionismo europeo, ha dejado de manifiesto otra vez los límites del poderío militar de Europa: el rol de Estados Unidos es crucial en tareas militares, pero también de inteligencia y reconocimiento aéreo".

El panorama se pone todavía más complicado si se tiene en cuenta que Rusia tiene su baza en el juego, dado que quiere quedarse con una parte de la producción petrolera de la italiana ENI y eso la ha llevado a coquetear con Gaddafi. Tampoco hay que olvidarse de China, que "no ha tomado una posición firme en la guerra y dijo en encuentros recientes con el gobierno libio y con representantes de los rebeldes que apoya un cese del fuego y una salida negociada" (Al Jazeera, 20/6).

Como se observa, al cóctel no le falta ningún ingrediente. Cuando Prodi lamenta que "no bastan las iniciativas de países aislados, que además son ex potencias coloniales con intereses legítimos" y reclama que América, Europa y China "se sienten en una mesa para discutir el futuro de Africa", revela con crudeza que vivimos en un tiempo de bancarrotas, revoluciones y guerras imperialistas: al igual que hace un siglo, el reparto de Africa -reservorio de las mayores riquezas mineras del mundo- está a la orden del día; también lo está la revolución social.

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