El optimismo del cineasta invade también a los miles de partidarios de López Obrador
Esta es una película de aventuras que tendrá final feliz, prevé Luis Mandoki
Mientras se anuncian nuevas medidas de resistencia, una señora da a luz en el Zócalo
JAIME AVILES/La Jornada
Entre miles y miles de gargantas indignadas que desde el sábado corean una nueva rima de batalla, ésta con dedicatoria a los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) -"¡no sean ojetes, abran los paquetes!"-, Andrés Manuel López Obrador propone dos nuevas medidas para intensificar la resistencia y, mientras el gentío las aprueba y se compromete a impulsarlas, una señora empieza a dar a luz en la esquina del Zócalo con 20 de Noviembre.
Luis Mandoki reflexiona en voz alta: "A los pesimistas hay que decirles algo: no se nos olvide que ésta es una película de aventuras con final feliz, y en las películas de aventuras con final feliz al héroe siempre se le complican las cosas, más y más, hasta que triunfa".
Con ese optimismo que se multiplica en los mensajes de los carteles y las mantas, en la seriedad del niño de traje negro con el pelo pintado de blanco con todo y gallito parado en la coronilla y la banda tricolor sobre el pecho, o en la escultura del López Obrador de cartón, a escala natural, sentado como presidente de la República sobre una majestuosa e inequívocamente religiosa silla de oro, la gente acepta con algarabía las dos propuestas que abrirán -pero no agotarán ni mucho menos- la agenda de la cuarta semana de la resistencia.
Una, asediar "pacíficamente" a Vicente Fox y a su esposa, donde quiera que vayan, "para protestar contra el fraude" y, dos, congregarse este lunes, en punto de las siete de la noche, a las puertas del TEPJF, allá por los rumbos de Culhuacán, "para discutir, para que nos oigan los jueces, las nuevas decisiones que tomará el movimiento".
Y más tarda López Obrador en decirlo que el blog del Sendero del Peje en explicar en Internet que para llegar al tribu -apócope del TEPJF- es necesario llegar al Metro Tasqueña y seguir rumbo a Culhuacán, por donde también pasa la calzada de La Virgen.
Radio Voluntad Popular
En Chapultepec, horas antes de la cuarta "asamblea informativa", cerca de la puerta de Los Leones, nítidos altavoces magnifican las palabras de un locutor aficionado que proclama con voz de terciopelo: "Radio Voluntad Popular, transmitiendo desde el Paseo de la Reforma, con 340 watts de potencia, en espera del mensaje que dará a la nación el presidente Andrés Manuel López Obrador".
-¿En qué frecuencia se oye esta estación? -pregunta el cronista.
-En ninguna -responde el locutor, después de mandar "al aire" una versión de Bonita, de Luis Arcaraz, tocada con órgano melódico-. Esto es como una obra de teatro o como una radio comunitaria en proyecto. Somos del movimiento en favor de una Constitución política para el Distrito Federal y estamos aquí desde el lunes (hace ocho días). Estamos transmitiendo de 9 de la mañana a 10 de la noche.
Una semana después de haber ocupado un tramo de nueve kilómetros desde la fuente de Petróleos, a la entrada de las Lomas de Chapultepec, hasta el Zócalo, el plantón de los seguidores de López Obrador ha trastocado por completo las nociones geográficas del Distrito Federal.
-Perdone, ¿aquí es Coyoacán? -pregunta alguien a los habitantes del campamento situado en el cruce de Reforma y Bucareli.
-No, aquí es Benito Juárez -responde una señora que está cocinando con la cabeza envuelta en una pañoleta amarilla-, Coyoacán está frente a la Zona Rosa.
-¿Aquí es Tlalpan? -arriesga el cronista, a sabiendas de que se encuentra en Polanco.
-Aquí es Valle de Chalco, estado de México. Tlalpan empieza ahí nomás -asegura un señor mirando las rejas del Zoológico y las carpas de sus vecinos.
La zona está acordonada con mecates de plástico que la gente llama "lazos" y éstos delimitan un área de una cuadra de extensión que el sábado al amanecer fue agredida furiosamente por un joven panista, Manuel Cosío Ramos, de 27 años, que en un acto de locura embistió con su camioneta de lujo una decena de tiendas de campaña, lastimando a varias personas, antes de ser detenido por los elementos de una patrulla, a quienes les dijo que era "ayudante" de Manuel Espino, el presidente nacional del PAN.
Ahora, en homenaje al muchacho, que llevaba las placas de su vehículo en la guantera -lo que habla de premeditación, alevosía y mucho, mucho odio de clase de su parte-, una cartulina advierte ante las sillas de plástico partidas en cachitos: "Estos son los destrozos de un pacífico panista que trató de matarnos".
Este pueblo sí se ve
"¡No sean ojetes, abran los paquetes!" La consigna nació el sábado en la tarde, horas después que los magistrados del tribu resolvieran volver a contar los votos de sólo 9.7 por ciento de las casillas del 2 de julio, ante lo que López Obrador contestará 24 horas después: "No queremos un diezmo de democracia, la queremos al cien por ciento".
En los gritos de la muchedumbre indignada, en las bocas desdentadas de los ancianos más pobres, en las lágrimas de los ojos que brillan de rabia antes del chubasco sabatino, cuando López Obrador dice que "negarse a abrir todos los paquetes es la prueba más contundente de que ganamos la Presidencia de la República"; en los coros espontáneos que aseguran mil veces que no darán "¡ni un paso atrás, ni un paso atrás!", en la reiteración única y sin embargo desdeñada del ¡voto por voto, casilla por casilla!, la cólera popular crece y crece al igual que la certeza de la gente en su victoria.
Si para unas y otros la suciedad del proceso electoral es gigantesca pero la fuerza, el tamaño y la extensión del movimiento son más grandes, nadie duda que hoy lunes, apenas amanezca, los medios desatarán una nueva andanada de insultos contra el tabasqueño. Por eso éste, en el tramo final de su discurso de ayer domingo -después de recorrer los cuatro costados de la plancha estrechando manos y repartiendo saludos antes de subir al templete a escuchar los mensajes de los dirigentes de los tres partidos de la coalición que lo apoya-, dedicó especial atención al papel que los grandes medios electrónicos han jugado en esta coyuntura.
"Después de las elecciones de 1988, la televisión ni pagando sacaba anuncios del PRD. Eso empezó a cambiar hace unos 10 años, cuando ya era yo presidente del partido. Había una apertura, los medios se volvieron más distantes al poder y más cercanos al pueblo, pero en los últimos meses también se ha retrocedido en lo que habíamos logrado en materia de libertad de expresión, ¡y eso es algo que tampoco estamos dispuestos a permitir!", expuso, causando tal vez renovado asombro en quienes han repetido con insistencia que por impugnar el resultado electoral "está echando por la borda su capital político".
Eso no parecía estar en sus cálculos cuando agregó: "dicen que ganamos muchos senadores, muchos diputados, que ya nos conformemos. Pero nuestra lucha no es por cargos, sino por defender la democracia y transformar el país pensando en las generaciones futuras, en los que vienen detrás de nosotros. Si a mí únicamente me moviera la ambición, si quisiera llegar a la Presidencia a cualquier costo, como dicen, hace tiempo que habría negociado con la mafia de la política, ¡pero no lo he hecho y por eso estamos aquí!"
Y de pronto alguien por ahí comenzó a gritar, y a sus vecinos agolpados por decenas de miles detrás del templete ante la fachada del Palacio Nacional les gustó la idea, y mientras la señora de 20 de Noviembre sentía las contracciones más fuertes y los médicos corrían a auxiliarla, el Zócalo se puso a vibrar debajo del sol coreando: "¡Este pueblo sí se se ve, este pueblo sí se ve!", hasta disolverse, antes del "corte a", en la película de aventuras que según Mandoki se aproxima día con día a su final feliz.
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