ENTREVISTA / ALEJANDRO ENCINAS RODRIGUEZ, JEFE DE GOBIERNO DEL DISTRITO FEDERAL
Estamos dando una lección de democracia al mundo
"La democracia ha bajado a todos los estratos sociales"
Junto con el movimiento de 1968, este momento es uno de los cuatro grandes hitos en la historia de la democratización del país, expresa el gobernante. Respecto de 1988 y 2006 dice: ahora la izquierda está en condiciones de defender lo que ha ganado
ELENA PONIATOWSKA EN LA JORNADA
El jefe de Gobierno del Distrito Federal, Alejandro Encinas, está en el ojo del huracán. La prensa, la televisión, la radio lo bombardean: "Exige la iniciativa privada a Encinas aplicar la ley o irse", "Baja la credibilidad de Encinas", "Piden a Encinas: haga su chamba", "O cumple o deja su puesto". Sin embargo Enrique Quintana, comentarista político y analista financiero -absolutamente creíble, y a quien respeto desde hace muchos años- asegura que el conflicto poselectoral no parece estar haciendo mella en la economía. Ante su satanización, Encinas, seguro de sí mismo y de lo que está haciendo, sonríe desde lo alto de su buena disposición hacia la vida. Jovial, tranquilo, a él tampoco parece estarle haciendo mella el plantón en el Zócalo ni el cierre del Paseo de la Reforma, que según los analistas afecta a millón y medio de autos y causa incontables problemas a los usuarios del transporte público que cruzan la ciudad para ir a su trabajo. Ya de por sí la tienen difícil, pero ahora su travesía se ha vuelto infernal. A Encinas le reprochan ser juez y parte; él es perredista y sucesor de Andrés Manuel López Obrador en la jefatura de Gobierno del Distrito Federal.
-¿Cuál sería su reacción si fuera el PAN el que ha tomado el Zócalo?
-Haría lo mismo si fuera el PAN el que tomara el Zócalo.
"Si el Partido Acción Nacional estuviera haciendo estos actos de resistencia civil pacífica, como los ha hecho durante muchos años a escala nacional y en los estados, yo lo respetaría en los mismos términos y condiciones, como lo he hecho con las manifestaciones y plantones de maestros, con la marcha contra la inseguridad pública, con el Foro Mundial del Agua, con Antorcha Popular, porque yo estoy convencido no solamente de que el ejercicio de la libertad debe ser pleno y abarcar todos los sectores independientemente de que coincidamos o no, sino también porque estoy convencido de que la ruta para resolver los problemas políticos es la razón y que el uso de la fuerza pública no resuelve estos problemas; por el contrario, a veces una decisión inadecuada no solamente no resuelve el problema, sino genera un conflicto mayor. Ahí están las experiencias negativas en San Salvador Atenco, en Lázaro Cárdenas, Michoacán; el problema de los maestros de Oaxaca, que son ejemplo de cómo una mala decisión de los gobernantes, lejos de resolver un conflicto, puede agravarlo. En este sentido asumo plenamente mi responsabilidad. Yo no voy a reprimir este movimiento porque estoy convencido, en primer lugar, de que no es la vía de solución y de que, por el contrario, una solución de esta naturaleza tendría implicaciones mucho más allá del Distrito Federal y podría desatar más una crisis institucional que un conflicto social de alcance nacional."
EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL DE 1968, DETONADOR DE LA DEMOCRACIA
-El movimiento estudiantil de 68 fue constructor de la democracia, ¿cree usted que éste también?
-Indudablemente. El 68 marcó un hito en la historia de este país. Yo creo que hay tres grandes hitos que nos han permitido avanzar en la democratización de México. El más importante, sin lugar a dudas, es el movimiento popular estudiantil de 1968, que fue un enfrentamiento brutal contra un régimen totalitario y autoritario. Vienen las luchas de los años 70, el movimiento guerrillero, la época de la guerra sucia, viene la reforma política, la apertura electoral, pero un segundo momento que para mí es fundamental es la respuesta social frente a los sismos de 1985, que no solamente inició el proceso de democratización de la vida política de la ciudad, sino que marcó un avance muy importante en el cuestionamiento del régimen autoritario que teníamos en este país. El tercer momento fue 1988, que no solamente cuestiona al partido de Estado, sino que configura una alternativa que va consolidándose de manera significativa hasta el triunfo de Cuauhtémoc Cárdenas en 1997. Hoy estamos, desde mi punto de vista, en el cuarto hito del proceso de transición democrática o de conformación de nuestra democracia en el país, que es este proceso electoral. Me refiero al 2006, pero esto es resultado de toda una campaña y un proceso de muchos años, donde, empezando por el Paraje San Juan, por los videoescándalos, el desafuero, la guerra sucia en los medios para destruir a unos de los candidatos, ha logrado consolidar un polo democrático que va a marcar los próximos años. Yo vería al 68 como el gran detonador de los cambios democráticos que se han ido consolidando siempre con fenómenos de mucha participación social. El asunto de los sismos fue una respuesta espontánea de la gente; el 88 no solamente significó la ruptura de la corriente democrática en el PRI y el acercamiento con la izquierda, sino una insurgencia electoral popular, y ahora lo que estamos viendo es un movimiento que tiene en el eje de su actividad la defensa de la institución más preciada, que es el voto, y creo que este movimiento va a marcar la historia de nuestro país.
CARDENAS, EL PERDEDOR
-El New York Times y el Financial Times están en favor del recuento de votos, y el periodista David Swanson va aún más lejos al decir que le da vergüenza no ser mexicano porque en Estados Unidos ni Gore ni Kerry lucharon por su voto; al contrario, se rindieron de inmediato.
-Yo creo que estamos dando una lección democrática al país y al mundo. Afortunadamente México ha sabido encauzar bien esas protestas y para eso hay que ver cómo en otras latitudes, donde se supone que es mayor el desarrollo democrático, no sólo tienen problemas en el ejercicio de sus procesos electorales, sino que no saben manejar sus diferencias ni aclarar los conflictos que se generan después de las elecciones. Esta es una lección para los candidatos que en Estados Unidos no estuvieron a la altura del reclamo de sus electores.
-¿Cree usted que en el caso de México, en 1988, Cuauhtémoc Cárdenas debió luchar más?
-Son dos momentos políticos distintos. Lo cierto es que en 88 estábamos en una situación de incertidumbre donde había la expectativa de ganar la elección, pero no se contaba con la estructura ni todo mundo estaba convencido de que se iba a ganar; entonces el conjunto de alianzas políticas, desde mi punto de vista, era muy frágil, y esa fragilidad se evidenció a muy corto plazo cuando el Frente Democrático Nacional se desintegró. Ahora estamos ante un fenómeno muy distinto, porque existe un liderazgo muy fuerte y una estructura nacional, además de una corriente mucho más organizada y mucho más consciente. Yo creo que la coalición Por el Bien de Todos ha trabajado muy bien, con libertad, pero el fenómeno político y social construido desde 88, más adelante con el primer triunfo en la ciudad de México en 97, la experiencia exitosa del gobierno de la ciudad a partir de 2000, ha generado un movimiento nacional muy sólido y positivo. Hay gran diferencia con el movimiento nacido en 1988, a pesar de que se tenía una corriente electoral muy fuerte, y también hay que recordar que había otro tipo de PRI. Era la parte final, en agonía, del partido de Estado, y hay que reconocer también que hemos avanzado, nos ha costado mucho y hay que verlo como un éxito. Alcanzamos con esta elección la posibilidad de ser la primera fuerza nacional.
-Sí, la izquierda ha pasado de perdedora a un adelanto tremendo por primera vez en la historia, pero el triunfo no compensa el fraude.
-Hemos ido ganando en corto tiempo; estamos hablando de menos de 30 años, desde la primera participación electoral abierta de izquierda, en 1979, hasta ahora convertirnos prácticamente en la primera fuerza nacional. Hay que ver esos avances y defenderlos. Habrá mucha gente que quisiera que regresáramos a la marginalidad, que saliéramos de la lucha pacífica electoral. No lo van a lograr. No solamente porque estamos convencidos, sino porque hemos podido acreditar una mayoría, y creo que lo que se está defendiendo en este momento es, aparte de la ruta democrática, la estabilidad del país; es más el derecho de la izquierda a convertirse en la mayoría, el derecho de todos los mexicanos a que podamos tener ya nuestras opciones políticas totalmente claras.
Esa es la gran diferencia entre 1988 y 2006, y ahora estamos en condiciones de defender lo que hemos ganado y de conducir nuestro destino.
-Las consecuencias del megaplantón son humanas, pero también económicas. Se nos dice que la ciudad está perdiendo millones, que vivimos en una zona de desastre...
-Claro que sí hay una afectación. También hay que entender que no toda la ciudad está colapsada. Tenemos un corredor de la ciudad con afectaciones negativas por los 47 campamentos hasta la fuente de Petróleos. Hace muchos años la ciudad perdió su centralidad. Este no es el único centro del DF, tenemos muchos centros, y esto permite que la ciudad mantenga su operación regularmente. En esta zona donde ha habido alteración, como gobierno, debemos mitigar los efectos de los campamentos y lo hemos hecho con todo el ordenamiento vial, cambio de sentido de vialidades, vialidades de doble sentido, y se han llevado a cabo con toda la seguridad las actividades cotidianas en el perímetro afectado.
-Eso no ha impedido el horror del tráfico...
-Estamos conscientes de que debemos dar apoyos a las empresas, a los hoteles, a los restaurantes, a los negocios que ven afectada su actividad económica regular. He atendido sus quejas y ha habido entendimiento. Las cúpulas nacionales han querido generar una imagen de ingobernabilidad en la ciudad, pero con las cámaras locales, los operadores de servicios, tenemos una muy buena relación y vamos a apoyarlos. Pero también tenemos que apoyar al sector más afectado, el de los trabajadores, los comerciantes, los empleados, para que no haya despidos, se mantengan las fuentes de empleo, pero además debemos atender las necesidades de los peatones que realmente tienen derecho a ser los más molestos, los que toman el microbús, transbordan, toman peseros, el Metro...
-Pero los que más se han quejado ¿no han sido los automovilistas?
-Sí, hay que reconocer que hay una afectación real, y asumirlo con responsabilidad. Por supuesto, tenemos que ayudar a mitigar esta situación de la mejor manera posible. Pero también, como se lo hemos dicho a la gente que ha hecho reclamos, todos tenemos que tener en claro, primero, que es un problema que no se deriva de una problemática del gobierno local, sino que tiene que ver con un proceso de elección federal; segundo, que estamos trabajando para enfrentar esta situación y resolver los impactos negativos, y tercero, que no vamos a tomar una decisión irresponsable que se convierta en una situación de violencia, como las que hemos vivido en Guadalajara, en Cancún, en Oaxaca, Michoacán. Hay ejemplos en las grandes urbes de cómo una decisión mal tomada genera amotinamientos, como en París. Cuando compartimos nuestras decisiones, la gente entiende que los fenómenos y los problemas políticos o sociales van más allá de una afectación coyuntural por una manifestación política. Creo que, a pesar de las campañas contra el gobierno, la gente empieza a ubicar la toma del Zócalo en su justa dimensión.
(Como para corroborar las palabras del jefe de Gobierno, se oye en la calle el canto de una mujer. En el templete, los artistas bailan, recitan, tocan diversos instrumentos desde que amanece hasta que anochece.)
LA DEMOCRACIA SE HA DEMOCRATIZADO
-La toma del Zócalo ha sido calificada como el aprovechamiento de los "jodidos". En la mañana Francisco Almaguer, quien tuvo la valentía de darme su nombre, me dijo que estaba tan decepcionado que iba a ir al Zócalo a quemar mis libros. "Usted nos ha decepcionado. Ya no creemos en usted. ¿Por qué cortan las calles? Con su paro cancelan nuestros derechos a la mayoría y es una vergüenza que jalen a los jodidos con un bolillo. Lo de ustedes es una chafez, una jodidez." Lo escuché sin chistar porque sentí que estaba llorando.
-Esto es parte del fenómeno de la campaña de descalificación y de miedo, la del supuesto peligro para México que trajo consigo reacciones que son señales de la parte cruda de nuestra sociedad, donde hay sectores que alentaron la discriminación y el desprecio, el racismo, esa idea de que la coalición Por el Bien de Todos representa a la gente que no tiene estudios, a los pobres, a los acarreados, un enorme desprecio. Creo que ése es uno de los saldos más negativos que tuvo esa campaña sucia en los medios. En contraparte, esa derecha que creíamos que había evolucionado, que era una derecha marginal y que de repente afloró con mucha fuerza en círculos con mucho poder económico, también se empieza a contrarrestar, porque yo no creo que la toma del Zócalo y la división actual sea asunto entre ricos y pobres o de buenos y malos. Tiene que entenderse como el reflejo claro de lo que es la diversidad política del país, y creo que el fenómeno político más importante de este movimiento es que la gente ha hecho suya una demanda democrática fundamental, el ejercicio y el respeto al voto. Como han dicho algunos especialistas, la democracia se ha democratizado, ha bajado a todos los estratos sociales y para mí es impresionante ver concentraciones de cientos de miles de personas en las que la demanda es el respeto al voto, utilizando los instrumentos legales, no sólo el derecho a la manifestación, sino acudir a las instancias jurisdiccionales, que son las que califican el proceso electoral. Nadie está planteando ni la revolución ni la ruptura social; todos están defendiendo una vía legal y legítima para la definición de las autoridades y del gobierno que conduzca a la República, y creo que es el mejor reflejo de que ésta es una sociedad que cree en la democracia. Seguramente el desprecio, la agresión, la discriminación, el racismo, ya afloraron en sectores muy conservadores de nuestra sociedad, pero pueden ser contrarrestados con un movimiento como el de la coalición Por el Bien de Todos, que entiende que las cosas han cambiado y que nos hace falta madurar mucho para eliminar los rezagos de intolerancia y de racismo. Estamos construyendo una ruta basada en la ley y en el entendimiento.
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