Por Pedro Díaz Arcia
En una inusitada declaración el ex presidente del Gobierno español y presidente de honor del Partido Popular (PP), José María Aznar, acaba de afirmar que: "Todo el mundo pensaba que en Irak había armas de destrucción masiva y no las había, yo lo sé ahora".
Uno de los problemas de los tontos es creer, en su arrogancia, que el mundo está hecho a semejanza de ellos.
Aznar se lamenta ahora de que "...torear con cinco años de retraso es tarea de historiadores".
Alguien escribió con relación a estas declaraciones que Aznar: "Debe ser medio hermano de Bush". ¡Solo es un peón!
Una de las principales "razones", ofrecidas a la comunidad internacional con irritante persistencia, para justificar y desatar la guerra contra Irak, fue la necesidad de eliminar los inminentes peligros que corría la sociedad norteamericana ante la posesión de armas de destrucción masiva en manos del gobierno de Saddam Hussein.
En aras de la supuesta seguridad de Estados Unidos y, como salvaguarda de los valores de Occidente, puestos en riesgo por la turbamulta islámica, se reunió la "Troika del mal": George W. Bush, emperador del hemisferio; Tony Blair, primer ministro británico y José María Aznar, entonces presidente de España y torero con serios temores al ruedo.
Mientras Aznar está preocupado por los toros, Blair está preocupado por las vacas. Dijo en una ocasión estar dispuesto a "gastar más por Europa, pero en beneficio del empleo y no de las vacas", refiriéndose a los altos presupuestos de algunos países europeos en materia de agricultura.
Blair defiende a toda costa la presencia militar británica en el sufrido Medio Oriente; cuando debe concentrar sus neuronas para responder a los interrogatorios de Scotland Yard, en el marco de una singular investigación que se le sigue por recibir "donaciones" para su Partido Laborista, a cambio de nombrar lores en el Parlamento inglés.
La Troika, como en una tertulia de brujas, seguida de otros fieles amanuenses, santificó, en perjuicio de la dignidad de sus respectivos pueblos, el discurso esotérico y guerrerista de George W. Bush quien, por cierto, ha declarado que no se retirará de Irak mientras lo apoyen su esposa (Laura) y Barney (su perro).
Con relación a las aberraciones de George W. Bush, a finales del año 2005 el ex presidente de los Estados Unidos, Jimmy Carter, declaró: "Ya me cuesta reconocer a estos Estados Unidos"; preocupado por muchas políticas de la actual administración "que amenazan hoy principios básicos abrazados por todas las administraciones norteamericanas anteriores, tanto demócratas como republicanas".
En sus reflexiones, Carter aseveró que "en lugar de nuestra tradición de abrazar a la paz como prioridad nacional, salvo que nuestra seguridad se vea amenazada en forma directa, proclamamos una política de `guerra preventiva', un derecho íntegro a atacar a otros países de forma unilateral. Cuando existen diferencias graves con otros países los consideramos parias internacionales y nos negamos a discusiones directas para resolver las disputas".
En tanto la opinión pública mundial cuestiona el sospechoso empecinamiento de la Casa Blanca por continuar la guerra en el Medio Oriente y, ampliarla, si es posible; el presidente francés, Jacques Chirac, llamó a una "revolución política, económica y de conciencias", al referirse a las conclusiones presentadas en una reunión científica en París por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático de Naciones Unidas.
De acuerdo con más de 3,000 especialistas que tomaron parte en la elaboración del reporte, la temperatura de la Tierra aumentará entre 1.8 y cuatro grados centígrados y no se descarta que a finales de siglo el hielo se derrita completamente en el Polo Norte.
Pero, "osito saca las garras": el American Enterprise Institute (AEI), un centro de estudios conservador financiado por una de las mayores petroleras del mundo, ha ofrecido miles de dólares a científicos y economistas para que pongan en tela de juicio el informe del prestigioso Grupo.
Más de una veintena de personas de la plantilla del AEI ha trabajado como asesores de la Casa Blanca y el vicepresidente de su patronato es Lee Raymond, ex presidente de la petrolera Exxon Mobil, que ha destinado más de 1.6 millones de dólares a la referida institución.
En la actualidad, José María Aznar es responsable de investigaciones sociales y científicas. ¡Dios nos libre de las conclusiones a las que pueda llegar!
Aznar, como en el juego de la "gallinita ciega" golpea sin ver, ajeno a los estropicios.
Según Ben Stewart, de Greenpeace, los miembros del AEI son los vicarios de la Casa Blanca: "Han perdido la batalla científica, han perdido la batalla ética. Y lo único que les queda es una maleta llena de dinero".
Si de Aznar depende...nos quedamos sin planeta antes de fines de siglo.
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