Carlos Fernández-Vega
Jabón y toalla en ristre, Emilio Azcárraga Jean se apersonó en el Instituto Federal Electoral para darse público baño de pureza ante el inminente arranque de las campañas políticas por la Presidencia de la República. Era octubre de 2005, y en pleno regaderazo, canturreó: "la transparencia es la mejor manera de cumplir con la democracia".
Escoltado por Luis Carlos Ugalde, el presidente de Televisa concluía con esas palabras la firma de un convenio, "producto de la buena fe" (junior dixit), de "colaboración e intercambio de información" con el IFE, mediante el cual el consorcio se comprometía con el Instituto a entregar "informes pormenorizados de los convenios comerciales que tenga con los partidos políticos en ocasión de los comicios federales de 2006", para lo cual estableció tres fechas: 15 de abril, 30 de junio y 31 de julio, todas correspondientes al año electoral.
La fábrica de los sueños entregaría, de acuerdo con el presidente mediático, "información detallada sobre los contratos, condiciones y detalles de las campañas de promoción y publicidad que realicen los partidos". Se trataba, pues, de garantizar "legalidad", "certeza", "equidad" y "transparencia" en el proceso electoral.
Pues bien. Casi 20 meses después, es obvio que ni transparencia, ni legalidad, ni equidad, y que la democracia puede esperar turno, porque Televisa y su presidente no sólo incumplieron abiertamente el citado convenio, "producto de la buena fe", firmado con el IFE, sino que éste ahora reclama la irregular transmisión de 281 mil espots electorales en radio y televisión (el grueso de ellos en la fábrica de los sueños) "que no sabemos quién pagó, cuánto costaron, ni porqué se transmitieron", de acuerdo con los informes preliminares de la Comisión de Fiscalización del Instituto y del propio Luis Carlos Ugalde, él mismo empedernido consumidor de grandes cantidades de jabón para lavarse las manos en público.
En los hechos, pues, de los tres informes comprometidos por Azcárraga Jean y Televisa (15 de abril, 30 de junio y 31 de julio de 2006) sólo entregó el primero, que incluyó información del 15 de enero al 15 de marzo del citado año. Y nada más, es decir, casualmente incumplieron con la información del periodo más severo de guerra sucia. Y el 80 por ciento de la propaganda electoral se quedó en las televisoras.
Televisa incumplió, pero obvio es que el IFE también. Es posible, y creíble, que unos cuantos miles de espots "injustificados" pasaran desapercibidos por el filtro fiscalizador del Instituto, pero 281 mil es inadmisible, y como bien lo subrayó La Jornada en su edición del pasado sábado, "en estos promocionales se encontraría gran parte de los que integraron la llamada guerra sucia contra Andrés Manuel López Obrador", amén que durante el proceso de comprobación de los gastos de campañas realizadas por los partidos políticos en 2006, el IFE "se encontró con la negativa del PAN a transparentar los contratos comerciales que pactó con Televisa para la difusión de los actos del ex candidato Felipe Calderón en la plaza de toros México y en el estadio Azteca".
Los espots "injustificados" (Ugalde dixit) se transmitieron en todos los medios electrónicos, pero sólo Televisa y su presidente se dieron público baño de pureza en la regaderas del IFE, y firmaron un convenio "por la transparencia" para "cumplir con la democracia".
Aquel 3 de octubre de 2005 Azcárraga Jean aseguraba que "en Televisa estamos concientes de la importancia y responsabilidad que hoy en día tienen los medios de comunicación en las campañas electorales, estamos convencidos además de que la transparencia es la mejor forma de cumplir con esa responsabilidad, por eso hoy damos este paso adelante. Televisa se compromete a informar con entera transparencia sobre los servicios que contraten todos y cada uno de los partido políticos; (por ello) hará entrega de tres reportes periódicos al IFE, con la información mencionada y con la documentación que lo respalde; adicionalmente pondrá a disposición del público toda esta información en su portal de Internet".
Y Ugalde le respondía que "el acuerdo con Televisa contribuirá a reforzar las condiciones de legalidad, equidad y transparencia del proceso electoral; me parece que el convenio de colaboración entre el IFE y Televisa sienta un precedente muy importante de cara a los próximos comicios federales (y) es un gran paso en la autorregulación de medios de comunicación a nivel mundial, dado que no hay registro de que un medio electrónico de comunicación privado actúe con este grado de transparencia en coadyuvancia con la autoridad electoral".
Eso dijo el hoy quejoso Ugalde en octubre de 2005, y tenía razón, porque en mayo de 2007 se ratifica que no hay un medio electrónico de comunicación privado que actúe con transparencia. En efecto, no lo hay, y algo habrá que hacer para enmendar esta democracia de las estrellas, porque antes que en las urnas, las elecciones se ganan en la pantalla chica, con más recursos públicos en cada turno. Y si los resultados son ampliamente favorables para el duopolio, son deprimentes para el país.
Las rebanadas del pastel
El secretario de Hacienda, Agustín Carstens, se animó y ahora pone en marcha una serie de objetivos "para continuar con el crecimiento de la economía"..., pero sólo en el área financiera. Lo demás puede mantenerse en espera... Fox se lo regaló y Calderón le quitó el moño: a partir de ayer opera el nuevo banco chatarra BanCoppel, del empresario electorero Enrique Coppel Luken, aquel de la "inocente" carta a sus empleados para que votaran por el chapelen... Por cierto, preguntan de dónde sale la información sobre el raquítico comportamiento económico en cien trimestres: INEGI... Más de lo mismo: en el México SA de ayer el sumario, que no es de mi autoría, asegura que "el cuarto de siglo de neoliberalismo económico en el país se resume en una tasa promedio anual de 25 por ciento". Qué más quisiéramos, pero el dato correcto, como se asienta en la columna, es 2.5 por ciento.
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