Javier Flores
Una ceremonia oficial vacía, como las que nos han regalado por décadas. Día del Maestro, celebración de la ausencia de ideas, del lugar común. Felipe Calderón Hinojosa hace como si le importara. Toma la palabra y convoca a una reforma educativa. Pero no dice algo que no hayamos escuchado una y otra y otra vez, o sea, dice nada. Habla más claramente el proyecto de Presupuesto 2008, que mantiene a la educación y la ciencia en el atraso. Los maestros, por su parte, participaron ayer en un paro nacional. Con salarios miserables, cada vez más alejados -no por decisión propia- de los temas centrales de la ciencia y la tecnología actuales, con sus derechos arrebatados y con el peso de una dirección sindical que se habla al oído con el poder. Quince de mayo, una fotografía de nuestra realidad... de la tragedia de la educación en México.
Los gobiernos panistas están empeñados en el estancamiento de la educación pública. Se trata de mantenerla en niveles que ya son peligrosos, por incompatibles, con las principales tendencias del desarrollo mundial. En el terreno de la educación privada no se avizoran avances significativos. No se aprecia una revolución en puerta que aspire a ocupar los espacios que se cierran a las escuelas públicas. Avanzan con lentitud algunos negocios educativos serios, y simultáneamente se extienden sin control los colegios y universidades patito.
Si se desdeña la educación, significa que, a juicio del grupo gobernante, el país puede funcionar muy bien así como está. Sin querer, nos regalan una imagen del diseño de nación que tienen en mente:
a) Control del acceso al poder. Los partidos políticos, como el PAN y el PRI, que funcionan como instrumentos del poder, basan su existencia en la ignorancia. Sólo hay que ver los contenidos de las campañas políticas como las que se desarrollan en todos los rincones de México. El binomio pobreza-ignorancia es la base para la conquista (o la distorsión) de los votos. Sin esto, sería impensable que pudiera cambiarse un voto por dinero o por cubetas de plástico. Un pueblo educado significaría, sin duda, la muerte de estas agrupaciones políticas.
b) Control ideológico y de los cuerpos. La ausencia de componentes científicos en la educación favorece el predominio de visiones neoscurantistas de la realidad. En asociación con la Iglesia católica se introduce un pensamiento dogmático que se hace presente en las políticas públicas. En el campo de salud, por ejemplo, el conocimiento se convierte en algo amenazante para el control de la sexualidad y la reproducción, es decir, para el control de lo humano.
c) Control del desarrollo. La inhibición de la educación en todos los niveles, especialmente en el terciario (superior), y en particular el abandono de la investigación científica y tecnológica, excluye a México de las principales corrientes mundiales para garantizar el desarrollo económico y social. Se elige así la órbita de la dependencia; todo listo para continuar con el saqueo de los recursos naturales y para entregar el porvenir de la nación a la decisión de otros países.
Se trata de una política deliberada de estancamiento educativo orientada al control. Busca domesticar a los mexicanos, entregar el país a potencias extranjeras y perpetuar un control político basado en la ignorancia, la pobreza y la servidumbre.
De este modo, la política educativa revela una idea de lo que se quiere que sea México. Una buena pregunta sería si este modelo es el que desean los mexicanos. Sostengo que no. Cualquier familia -para ponerlo en esa escala-, sea rica o pobre, sabe que el porvenir de sus hijos depende en buena medida de la educación que posean. Si lo anterior es cierto, habría que proponer que la política educativa del gobierno de Felipe Calderón es una imposición que resulta inaceptable, y que hay que impedir por todos los medios a nuestro alcance.
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