Luis Javier Garrido
El gobierno de facto de Felipe Calderón no ha podido luego de siete meses quitarse el carácter de espurio, y al aparecer señalado cada vez más como corrupto no ha encontrado otra vía para distraer la atención que reproducir las estrategias militaristas de George W. Bush en Estados Unidos.
1. Las ocho explosiones contra ductos de Petróleos Mexicanos que se produjeron en Guanajuato y Querétaro, presuntamente entre el 5 y el 10 de julio, que el gobierno de Calderón busca atribuir a fuerzas populares y con ello justificar una especie de nueva guerra sucia en el país (10 de julio), abren una nueva etapa en la historia de la ineptitud de los panistas por gobernar a México.
2. Los estallidos suscitaron de inmediato, por un lado, una campaña propagandística oficial en contra de la violencia y a favor de la unidad nacional, pero por el otro dudas fundadas de diversos sectores de la sociedad sobre el origen y naturaleza de los atentados atribuidos a una fracción mal identificada del EPR, pues a pesar de los comunicados del martes 10, no existe mucha certeza de que sea una organización de izquierda la responsable de los atentados ni mucho menos de que desde las fuerzas populares organizadas del país se busque dañar a Petróleos Mexicanos, que es un patrimonio fundamental de la nación.
3. Lo más curioso del poco creíble origen de las explosiones es que el gobierno de Calderón -al igual que los de sus predecesores De la Madrid, Salinas, Zedillo y Fox- se ha empeñado de manera muy servil con los intereses trasnacionales en entregarles a Pemex, patrimonio fundamental de los mexicanos, en abierta violación de la Constitución y las leyes mexicanas, en lo que constituye un verdadero atentado contra México.
4. Las políticas del ilegítimo gobierno panista en materia de energía, y en especial el abandono en que mantiene a la paraestatal y sus actos para dañarla, no constituyen, sin embargo, un "autoatentado", ya que Calderón no representa a los intereses de México, sino a los de los grupos privados de interés que lo impusieron en la silla presidencial por la vía del fraude.
5. El gobierno de facto está utilizando los hechos, sin embargo, aunque de manera bastante torpe, en lo inmediato para tratar de distraer la atención nacional del escándalo del chinogate, que ha evidenciado los vínculos de Felipe Calderón y de sus aliados con el crimen organizado y el financiamiento ilegal de su campaña electoral de 2006 con dinero sucio, y a largo plazo para crear nuevas condiciones políticas y sociales que le permitan autolegitimarse y lograr mayor control del aparato estatal, lo que hasta ahora pretendió sin éxito con la fallida primera intentona para militarizar al país.
6. La nueva fase de la campaña propagandística calderoniana, que ahora se está iniciando en los medios, y que ha sido decidida y diseñada a todas luces por estrategas de gabinete vinculados a la administración republicana de Estados Unidos, muy probablemente en coordinación con la CIA, trata de darle a este nuevo intento de endurecimiento de las políticas del gobierno panista hacia los mexicanos nuevas bases para justificar todo tipo de represiones y poder criminalizar no sólo las protestas sociales, sino también, y sobre todo, lo que muchos no han entendido, la inconformidad política, por la vía de someter a los dirigentes sociales y políticos de la oposición a una línea de gobierno que no hace más que expresar las instrucciones de Washington.
7. El asunto está siendo utilizado por quienes mandan en México por encima de Calderón para sustentar de mejor manera en el contexto de nuestro país la llamada "guerra antiterrorista" de Bush. Es decir: para que los aparatos del poder logren alcanzar el pleno control social, y en particular el control político, a fin de que el gobierno espurio pueda imponerse a los partidos políticos, al Congreso y a los gobiernos estatales y alcanzar de tal suerte mayor sometimiento del Estado mexicano a Washington y garantizar así el control de éste sobre nuestras políticas y la plena entrega de los recursos estratégicos nacionales al exterior, objetivos que hasta ahora no han alcanzado del todo con la supuesta lucha contra el narco, que ya se sabe que no era tal, pues Calderón y sus amigos, como es también el caso de Fox, tienen las manos metidas en el negocio.
8. La nueva estrategia de lanzar más a fondo la guerra preventiva en México se detuvo, sin embargo, varios días luego de los estallidos: no por el temor ante la oposición que va a generar, pues supone retrotraer el tiempo y hacer de México una verdadera república bananera, sino porque desde el interior del propio régimen calderonista, tanto las fuerzas armadas, por razones muy propias, como varias de las fuerzas económicas coaligadas en la frágil alianza gubernamental, mostraron sus reparos a la misma por los efectos contraproducentes que pudiera tener afectando sus propios intereses. De ahí la torpeza y contradicciones vistas al tratar de instrumentarla.
9. El gobierno espurio de Calderón no puede ocultar ya su naturaleza a siete meses de su instauración ilegítima: integrado por individuos de dudosa honestidad, está buscando por todos los medios enajenar a la nación y desmantelar al Estado, y para alcanzar esos objetivos está violentando derechos esenciales de los mexicanos sin importarle que los problemas nacionales no hagan sino crecer. Tiene a decenas de presos políticos en las cárceles de alta seguridad, no encuentra respuesta ante las acusaciones que se le han hecho de que hay múltiples desapariciones, está cancelando los espacios de información que no se le han sometido y busca conformar un nuevo corporativismo: una especie de charrismo azul. El control que busca tener de la "clase política" se ve, no obstante, muy remoto y no va a ser esta estrategia de importación la que se lo dé.
10. El respaldo popular lo tiene a su vez desde ahora perdido, a pesar del manejo perverso de los medios, y por ello su nueva estrategia está destinada al fracaso.
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