Carlos Fernández-Vega
Parches van, parches vienen, y la recaudación fiscal en el país de plano no levanta. Les ha dado por llamarles "reformas", pero, en realidad, no pasan de ser un conjunto de misceláneas aplicadas en este renglón a lo largo de los últimos 20 años, y lo único logrado ha sido equiparar, en porcentaje del PIB, la recaudación de México con la de Haití.
Ese desagradable panorama no es un "logro" mexicano en el contexto de América Latina, por mucho que el país ocupe uno de los últimos lugares en lo que a recaudación se refiere. Por el contrario, es una norma en la región, aunque con distintos grados de intensidad. Ante tal circunstancia, la Cepal nos ofrece un paseo temático.
América Latina es la región más desigual del planeta y, en consecuencia, la que demanda el mayor peso de políticas públicas redistributivas, ya sea mediante la tributación como las diferentes políticas de gasto público. No obstante, la política tributaria ha relegado el objetivo de lograr mejoras en la equidad distributiva en pro de otros propósitos.
El nivel de carga tributaria en la región resulta inadecuado para el financiamiento público. El crecimiento observado en la presión tributaria promedio es resultado de un comportamiento similar (aunque con alternativas diversas) en casi todos los países de la región entre 1990 y 2005. Sólo dos casos: México y Panamá, muestran una caída en el nivel de presión durante esos años. De todos modos, pese a esos incrementos, solo tres países (Brasil, Argentina y Uruguay) alcanzan a superar claramente el 20 por ciento del PIB, nivel que habían logrado ya en 1990.
De los seis países regionales con más de 8 mil dólares de PIB por habitante (medido en precios de paridad), sólo Argentina, Brasil y Uruguay se encuentran entre los de mayor presión tributaria; Chile presenta un nivel de carga intermedio, mientras que Costa Rica y México recaudan menos de 15 por ciento del PIB. Tampoco son los menos desiguales (Uruguay, El Salvador, Costa Rica y Venezuela) los que presentan mayor presión tributaria. La tributación, entonces, no ha sido la explicación de una mejor distribución del ingreso, ni parece ser que esta última esté asociada a una mayor capacidad para cobrar efectivamente los impuestos.
La Cepal clasifica los países de la región según la presión tributaria y los indicadores de equidad: elevada presión y baja desigualdad relativa (Uruguay, Argentina, y con indicadores algo inferiores, Chile), elevada presión y alta desigualdad (Brasil es el ejemplo excluyente de esta categoría), relativamente bajas presión y desigualdad (Costa Rica, Venezuela y México), medianamente altas presión y desigualdad (Colombia, República Dominicana, Nicaragua, Honduras y Bolivia) y baja presión y medianamente alta desigualdad (El Salvador, Panamá, Perú, Ecuador, Paraguay, Guatemala y el caso extremo de Haití).
De la observación de la dinámica reciente (1990-2005) de los indicadores de desigualdad y presión tributaria no se registra ningún caso de nación donde hayan caído simultáneamente la presión tributaria y aumentado la desigualdad. Casi todos los países para los que se cuenta registro de ambos indicadores muestran un crecimiento de la presión tributaria. De ellos, la mitad ha logrado mejorar simultáneamente los indicadores de equidad, mientras que en la otra mitad el aumento de la presión tributaria fue acompañado por deterioro distributivo.
Existen otros factores que influyen sobre el nivel de carga tributaria. Entre ellos conviene señalar al menos dos: algunos países de la región han debido mejorar la solvencia fiscal mediante el incremento en la presión tributaria como única respuesta ante las demandas y restricciones originadas en la crisis de la deuda y la demanda de financiamiento para atender sus pagos. Brasil y Argentina son, sin duda, los ejemplos más claros de ello en la región, y muchas de las naciones tienen fuentes de financiamiento no tributarias que son de suma importancia. Venezuela, Bolivia, México, Ecuador, Chile y Paraguay son claros ejemplos de situaciones donde los recursos naturales brindan ingresos fiscales de tal importancia que han relevado a sus gobiernos de la necesidad de afianzar la recaudación tributaria. En Panamá deben considerarse los recursos del Canal.
La estructura tributaria latinoamericana es más regresiva que la de economías desarrolladas, lo que afecta negativamente la distribución de la renta y constituye uno de los factores que hace de ésta una de las regiones más desiguales del planeta. Es llamativo que el nivel de imposición general a los consumos (el de características más regresivas) resulta ser muy similar entre los países de la región y los del mundo desarrollado. La diferencia estriba en el pobre desempeño de la imposición a la renta y la correspondiente a la seguridad social (impuestos de características más progresivas o proporcionales).
Las rebanadas del pastel
Circula una versión actualizada, aunque no tan confiable como la de Forbes, sobre la fortuna de Carlos Slim, que da cuenta de un estratosférico crecimiento en sus haberes: 14 mil 800 millones de dólares sólo en el segundo trimestre de 2007 (6.85 millones por hora en dicho periodo), para elevar su caudal a 67 mil 800 millones de billetes verdes, situándolo como el rico más rico del planeta. Forbes no confirma dicha versión (difundida por un periódico financiero electrónico), pero lo que sí es indudable es que la "continuidad" ha sido más que productiva para el don de los barones mexicanos. Lo que antes acumulaba en años, ahora lo atesora en meses. Bien por la distribución del ingreso en el país... Y si de dólares se trata, ¿realmente es descabellada la versión del chino-mexicano sobre los 205 millones y el equipo calderonista de campaña? ¿Para enterrar la historia, creen suficientes dos entrevistas a modo en el canal de las estrellas?
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