Columna: Asimetrías
Descontento, Represión y Guerrilla
por Fausto Fernández Ponte
En vez de reducir salarios y prebendas de la alta burocracia, que permitiría ahorrar unos $100 mil millones al año, el gobierno federal prefiere aumentar impuestos, dejar que suban los precios y atizar el descontento popular que reprime impunemente.
I
Nuestra realidad —tanto la estructural como la coyuntural— es de espeluzno: alzas galopantes en alimentos y servicios (hasta el propio Estado cobra, además de impuestos, emolumentos por cada servicio público, por nimio que sea) y aumento del desempleo.
De estos hechos devienen varias secuelas, consideradas atracos por un grueso mayoritario de la ciudadanía mexicana. Esos atracos calificaríanse sin tapujos ni eufemismos como ominosos para todos —incluso el propio Estado—, a saber:
1) Incremento de los umbrales de la pobreza y la miseria; éstas afectan, sábese, a unos 70 millones de habitantes de nuestro país, aunque el gobierno sostiene increíblemente que el total de pobres es "solamente" de unos 14 millones.
2) Intensificación del descontento popular, con manifestaciones que van desde las sordas y mudas —expresadas sólo en entornos familiares y sociables— hasta las organizadas, traducidas en disidencias político-militares activas.
II
A esa realidad —que acusa, en sí, simultáneamente, las peculiaridades y circunstancias de lo estructural y lo coyuntural— sumaríanse varios agentes virulentos, entre los cuales identificaríanse los siguientes:
Uno, la conducta misma del Estado y su vertiente gubernamental (el Poder Ejecutivo) e instancias coactivas y exactivas de éste, empeñadas en ensanchamientos de prácticas execrables —por antidemocráticas—, como la simulación y la represión.
Y, otro, esa ampliación de tales prácticas corre pareja a conductas dispendiosas y ostentosas de los recursos financieros y humanos de la alta burocracia del propio Estado; esas conductas son ofensivas a la sensibilidad popular y, por ende, agraviantes.
Abúndese en este último aspecto —el del dispendio y la ostentación de recursos financieros y humanos por personeros del Estado— y dígase que el telón de fondo de esa realidad está conformado por la renuencia a adoptar medidas de austeridad.
La principal medida de austeridad sería la de reducir los salarios, prebendas y gajes de la alta burocracia del Estado, lo cual permitiría a éste un ahorro de unos cien mil millones de pesos cada año y, así, evitaría aumentar impuestos.
III
Ese aumento ya es un hecho, emblematizado en el gasolinazo —un remoquete coloquial de autoría popular—, sin más racionalidad que la de la falacia vil, el sofisma burdo y la mentira grotesca: la de redistribuir el ingreso nacional. ¡Qué memez!
Esa es una forma perversa de opresión, que se ejerce a la par de la represión violenta del descontento popular organizado en disidencias político-militares activas. El Estado mexicano secuestra, tortura y desaparece a esos disidentes. Impunemente.
En ese clima de represión persiste la guerrilla, como la del Ejército Popular Revolucionario, cuyas acciones recientes han dañado parte de la infraestructura estratégica del país, la de los ductos de crudo, gasolina y gas de Petróleos Mexicanos.
El Estado enfrenta las causales y los efectos de esa realidad por la vía errónea, la de la fuerza represiva. Esa es una táctica que la historia no recomienda. La estrategia que se persigue es la de conservar el poder para continuar saqueando a México.
Se sigue aumentando el número de desaparecidos y de presos políticos. Las otras instancias del Estado —la Legislativa y la Judicial— guardan mutismo cómplice, aplicándose leyes inconstitucionales y artículos de la Carta Magna contradictorios.
ffponte@gmail.com
Glosario:
Coactivas: del verbo coaccionar. Coacción. Obligar a alguien a hacer algo contra su voluntad.
Espeluzno: espeluznante.
Exactivas: del verbo exaccionar. Exacción. Obligar al pago de impuestos, por ejemplo.
Mutismo: silencio. Mudez.
Memez: sandez. Tontería. Estupidez.
Remoquete: calificativo. Apodo. Mote.
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