jueves, septiembre 27, 2007

Costa Rica: golpes bajos

John Saxe-Fernández

La campaña por el sí, en el referendo que se celebrará el 7 de octubre en Costa Rica sobre el TLC con EU, fue dañada desde el gobierno al publicarse un documento interno de la presidencia de Oscar Arias proponiendo el chantaje, la amenaza y el temor para doblegar a la oposición. Dirigido al presidente y su hermano Rodrigo –ministro de la presidencia– por Kevin Casas, ex segundo vicepresidente y el diputado Fernando Sánchez del gobernante Partido Liberación Nacional (PLN), plantea un programa de guerra sucia contra la coalición por el no compuesta por “universidades, la iglesia, sindicatos, grupos ambientales, etcétera”. El “etcétera” incluye a organizaciones comunales, cooperativas, sindicatos, de mujeres y de barrios, grupos artísticos, campesinos o juveniles, pequeños y medianos productores, agricultores, empresas y al Partido de Acción Ciudadana (PAC), cuyo líder, Otón Solís Fallas disputó la presidencia a Arias en las reñidas elecciones de 2006. Lo hizo junto a Epsy Camphell Barr, ahora dirigente del PAC, defensora de la soberanía, la autosuficiencia alimentaria, el aparato productivo, el agua potable, la educación y las telecomunicaciones, de cara al TLC.

Aunque la censura de los medios no es nueva –desde hace meses se cierran espacios a los críticos del TLC, como el programa de televisión de Álvaro Montero Mejía– se propone saturar “… los medios de comunicación con publicidad” escogiendo “muy bien los rostros de la comunicación masiva del sí y utilizar casi exclusivamente trabajadores y pequeños empresarios”. Ello porque la contradicción entre un Estado dominado por la oligarquía y la población (tema desarrollado por Eduardo Saxe-Fernández en La nueva oligarquía, UNA, Heredia, 1999) deriva en confrontación ante el esquema antinacional y antipopular del TLC: “La campaña del TLC”, se reconoce en el documento, “se está convirtiendo en lo que nunca debimos haber dejado que se convirtiera: una lucha entre ricos y pobres, entre pueblo y gobierno”.

Desde la revolución de 1948 no se había registrado una división tan profunda en la sociedad y la política: fue notable la presencia de miles protestando fuera del Estadio nacional, durante la ceremonia de toma de posesión de Arias. Desde una legitimidad quebradiza, éste ahondó políticas favorables a los intereses extranjeros y de la elite, centrados en las exportaciones, la maquila electrónica, agregándose, entre otros, la especulación en bienes raíces –ante el ingreso de gran cantidad de jubilados de EU, los precios de la tierra e inmuebles se disparan– junto a una tolerancia a actividades como el lavado de dinero, proveniente del narcotráfico y otros servicios: florece la prostitución y el juego: el sportbook se disemina y es un negocio multimillonario. Hoy son más los casinos que las aulas: en esto San José se parece a La Habana de Batista y el poder se ejerce desde el lucro oligárquico-imperial. Los Arias son dueños del mayor ingenio del país, productor de etanol que se exporta a California, un negocio de decenas de millones de dólares anuales con altos costos a la biodiversidad. No sorprende que junto a la creciente polarización sociopolítica, la credibilidad del régimen esté por los suelos: “En este momento”, dice el memorando, “nadie cree una palabra al gobierno ni a los políticos”. Por ello la campaña del sí debe usar “… intensivamente testimoniales de gente muy sencilla y en situación precaria”. La preocupación oficial es mayor porque la población se organiza y resiste (la presión popular impulsó el referendo) y lleva al primer círculo de los Arias a intensificar la guerra sucia, una temeridad por la aguda polarización y deterioro socioeconómico. En un pasaje memorable por el desprecio a la civilidad se propone “estimular el miedo”: un miedo que “es de cuatro tipos: a) “miedo a la pérdida del empleo”; b) “miedo al ataque a las instituciones democráticas”; c) miedo a la injerencia extranjera en el no”; d) “miedo al efecto de un triunfo del no sobre el gobierno”.

Para Arias es difícil deslindarse de un diseño que sólo intensifica, antes del referendo, lo que de tiempo atrás hace su autoritario gobierno: Casas y Sánchez se manifiestan por estimular la “… cizaña sobre los líderes, motivos, métodos, financiamiento y vínculos internacionales del no”. En corto: asustar a los ticos con dos cocos: Fidel Castro y Hugo Chávez, sugiriendo, con engaño, que motivan y financian el no al TLC.

Para reforzar el sí se chantajea a los municipios, cimiento de la estabilidad. Dice el memo: “Pero hay que hacer algo… con los 59 alcaldes del PLN y… transmitirles con toda crudeza una idea muy simple: el alcalde que no gana su cantón el 7 de octubre no va a recibir un cinco del gobierno en los próximos tres años... (igual)... a los regidores, a quienes se puede hacer responsables de distritos específicos”.

Son golpes bajos contra el “contrato social” de una población alertada ya por el TLC: a decir de Alfonso Chase, el “reloj despertador más efectivo que hemos tenido en los últimos 100 años”.

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