Miguel Ángel Velázquez
Para una buena parte de la gente del PRD en la capital, el panismo, Felipe Calderón, ha metido las manos en procesos de sucesión de la presidencia o secretaria general de su partido, y en contra de esa ambición se caminará en la campaña de Alejandro Encinas, a partir de esta misma semana.
Pero según la última reunión entre los integrantes del Frente Político de Izquierda, Alejandro Encinas y Marcelo Ebrard, la cosa no será fácil. Para iniciarla, o casi, hubo un reclamo. La campaña ahora no podrá ser del mismo talante, es más, si durante el ejercicio pasado, cuando se trató de obtener la mayoría de delegados al X Congreso la estrategia fue el bajo perfil, sin estruendo, sin prensa, sin mayores declaraciones, ahora se quiere algo mucho más agresivo.
Y es que Encinas exigió un compromiso de mayores esfuerzos a quienes le aseguran fidelidad al proyecto con el que él dice diferenciarse del neoliberalismo del gobierno, y con la socialdemocracia de alguna corriente de su propio partido.
Ni capitalismo voraz ni reformismo a ultranza, ese será uno de los mensajes que lleve la campaña de Encinas, que busca convencer a los partidistas y a los que no militan pero sienten gran simpatía por Andrés Manuel López Obrador, de que el PRD les pertenece.
El proyecto de Encinas y el Frente Político de Izquierda es impulsar un acuerdo por el que, por primera vez, se privilegie al partido sobre las corrientes, es decir, que los intereses de unidad sean más fuertes que los que marcan las corrientes.
Esto fue interpretado, en esa reunión, por alguno o algunos de los presentes, como el fin de las tribus, en caso del triunfo de Encinas, pero a decir de los líderes eso no ocurrirá, ni la idea central va por ese camino, cuando menos por ahora. Lo que sí queda claro es que el camino por la institucionalización de ese partido va, también, como punto nodal de la estrategia.
Se trata de cambiar, definitivamente, al PRD, darle el sentido de organización política bien cohesionada, donde ninguna de las tentaciones del mercado perviertan el quehacer del partido que busca, principalmente la justicia, en todos los órdenes.
De esa forma, como ya habíamos establecido en este espacio, las diferencias serán el punto a resaltar, y lo tienen bien claro, y más que nunca el tema señalará las profundas divergencias entre el proyecto de Jesús Ortega y el de Alejandro Encinas.
Por lo demás, todo parece indicar que este es el momento, tal vez el más oportuno en la historia de ese partido, de lograr eso que siempre les ha faltado: un camino claro por donde transitar en un ambiente político dominado por el mercado, donde las lealtades tienen precio y las traiciones salen baratas. El proyecto de Encinas parece difícil, pero entre quienes le ha dado su apoyo se asegura que si los cambios no se operan el peligro de que el PRD se convierta en un comparsa más de la derecha puede ser una realidad que deje a México sin opciones electorales serias de izquierda.
Si como se dice la campaña se iniciará esta misma semana, pronto se podrá ver si es verdad que Encinas, y quienes lo apoyan, podrán soportar el peso de una tarea que va más allá de los intereses de grupo o tribu. A ver si es cierto.
De pasadita
Como si nada hubiera pasado, como si el tiempo estuviera de regreso, ayer fuimos testigos de un acto faraónico y demagógico como en los mejores tiempos del priísmo. La mentira, el fraude, el escenario hollywodense, todo igual, pero además la convocatoria unívoca para que nadie salga de foxilandia. ¡Qué barbaridad!
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