Los asesinatos de Madero, de Kennedy y de Allende, por la ultraderecha y el imperio
1. El presidente ilegítimo Felipe Calderón, buscando la indispensable lealtad del ejército mexicano (que durante más de un año ha ocupado más de una docena de estados del país) organizó ayer sábado la conmemoración de la llamarada Marcha de la Lealtad encabezada por el presidente Madero el 9 de febrero de 1913. Fue una gran ceremonia militar en la que exaltó los valores de las fuerzas armadas pero olvidándose que esa Marcha fue también el inicio de la Decena Trágica y la abierta traición del general Victoriano Huerta contra su jefe inmediato, el señor Madero. El ejército sirvió “disciplinadamente” al presidente Madero, pero después del Golpe de Estado sirvió también con disciplina al presidente usurpador Huerta y, después del derrocamiento de Huerta por la Revolución, el ejército se puso al servicio del mandatario en turno. ¿Si el pueblo paga con su trabajo al ejército, dónde está la legalidad? Reflexionemos:
2. Tres presidentes distintos y de diferentes países: Francisco Madero fusilado después de un golpe de Estado en México en febrero de 1913; John Kennedy balaceado en EEUU en noviembre de 1963 y Salvador Allende asesinado también por un golpe de Estado en Chile en septiembre de 1973. En pleno gobierno fueron asesinados por personajes al servicio de los grupos derechistas más recalcitrantes. En el caso de los presidentes derrocados, inmediatamente se supo de los que encabezaron el golpe: Victoriano Huerta, en el caso mexicano y Augusto Pinochet entre los chilenos. Pero en el caso de Kennedy se quiso culpar tramposamente al gobierno de Fidel Castro para desviar la atención, pero a los pocos días se supo que eran los grandes empresarios de la guerra los que usaron al Pentágono yanqui y a la mafia de exiliados cubanos para consumar el asesinato. El asesinato se convirtió en modelo de la “democracia yanqui”.
3. Lo que sí fue común en los tres casos de asesinato fue la directa intervención del Pentágono yanqui (es decir, el edificio en forma pentagonal que alberga el cuartel general del Departamento de Defensa estadounidense donde se encuentra el ejército, la marina, la CIA, el FBI; etcétera, etcétera) para acordar y llevar a cabo la acción. En el caso de Madero y Allende las embajadas gringas sirvieron como centro de reuniones de generales golpistas para acordar las diferentes acciones que precederían los sendos golpes de Estado; nunca hubo la menor duda de la participación directa del gobierno de EEUU, a pesar de que los países no rompieron relaciones porque en el caso de México el gobierno yanqui casualmente cambió de republicano a demócrata y en el caso de Chile Pinochet se mantuvo en el poder 17 años. En México se inició la segunda etapa de la revolución mexicana y en Chile se desarrolló una gran masacre contra el pueblo.
4. Ninguno de los tres gobiernos derrocados era izquierdista: Madero era hijo de un ex hacendado que no le agradaba la dictadura de Porfirio Díaz y proponía una serie de cambios pacíficos en el gobierno. Al no encontrar respuestas positivas del dictador y, por el contrario, sufrir la represión, decidió llamar a un levantamiento revolucionario que en menos de seis meses logró triunfar. Pero luego Madero se negó a hacer cambios, continuó con el mismo ejército porfirista y trató de desarmar al ejército revolucionario que le dio la victoria. Se negó a entregar tierras a los campesinos para conservar la amistad de los terratenientes; en lugar de aliarse con los ejércitos revolucionarios buscó apoyar a muchos de los viejos porfiristas. Perdió apoyo por ambos lados y al demostrar su debilidad para acabar con los zapatistas, orozquistas, anarquistas, el gobierno yanqui y los generales decidieron derrocarlo y fusilarlo por incapaz de imponer el orden.
5. El caso de Kennedy es más complejo por la enorme cantidad de fuerzas económicas que lo rodeaban. Él le había ganado la Presidencia a Richard Nixon del partido republicano. Aparecía ante el mundo como si fuera un gran demócrata, cuando en realidad su gobierno intervenía amenazante en el mundo como los gobiernos anteriores y como los gobiernos que luego le sucedieron. Kennedy organizó una guerra contra Cuba, para derrocar a Fidel Castro, y fracasó. Sin embargo, como tuvo una mujer muy guapa, se aprovechó para tener popularidad mundial. Pero Kennedy, a pesar de pertenecer a poderosísimos grupos yanquis, siempre hubo corrientes más derechistas que le exigían hacer intervenciones armadas más violentas para conseguir petróleo y más riquezas en países débiles. Por tener una estrategia de gobierno más lenta, los grupos del Kukluxklan, las fuerzas ultraderechistas del Pentágono, decidieron asesinarlo.
6. En cuanto a Allende (que sí era un brillante político de izquierda moderada, muy respetuoso de la legalidad institucional) su derrocamiento ha sido profundamente estudiado y las pruebas de intervención directa del gobierno yanqui han sido abrumadoras. Allende ganó las elecciones e inició su gobierno en 1970. Quiso realizar transformaciones pequeñas, dentro de la legalidad, en Chile pero las fuerzas de derecha se las impidieron. En los hechos no pudo gobernar porque la legalidad de las leyes burguesas le impidió avanzar hacia sus objetivos. Así le fueron preparando una gran crisis económica y política que los EEUU y la derecha chilena encabezada por el general Pinochet prepararon para desestabilizar al país. Así los generales con aviones y tanques de guerra bombardearon el Palacio de la Moneda y entraron a capturar a Allende y lo asesinaron. Se demostró que Allende era un preso de los generales.
7. Los tres presidentes fueron asesinados por falta de lealtad; precisamente por los generales que les habían jurado fidelidad. Madero nombró al general Huerta como la persona de más alto rango y confianza que se encargaría de la defensa de su gobierno. Bastó la intervención del embajador yanqui Henry Lane Wilson para que Huerta se pusiera a su servicio y traicionara a Madero. En Chile el general Pinochet era el brazo derecho de Allende y le había jurado lealtad; fue suficiente que el presidente Nixon interviniera para que Pinochet se pusiera a su servicio y traicionara a Allende. ¿Acaso en los EEUU no hay grandes juramentos del presidente y el ejército norteamericano de lealtad ante la Biblia para evitar traiciones y complicidades, y a pesar de ello Kennedy cayó en Dallas, Tejas ante las balas del asesino entrenado y pagado por el Pentágono? Así que “la marcha de la lealtad” sólo fue una ceremonia desesperada de Calderón. Nada más
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