Los migrantes no regresan
Carlos Fernández-Vega
A los gobiernos latinoamericanos la crisis les ha alterado el funcionamiento de una de las principales soluciones de doble vía aportada por el modelito económico: la expulsión de mano de obra, de ida, y el envío de remesas, de regreso. En el caso mexicano, por una parte, la obligada salida de alrededor de medio millón de connacionales por año le ahorra al gobierno reconocer poco más de un punto porcentual en el índice oficial de desempleo abierto; por la otra, el generoso ingreso de alrededor de 160 mil millones de dólares en remesas durante los últimos nueve años, según las cifras del Banco de México.
La doble vía les funcionó perfectamente durante mucho tiempo, pero ahora la crisis tiende a desestabilizar ese leonino equilibrio: por un lado ha moderado el ritmo de expulsión de mano de obra, y por el otro la captación de dólares enviados vía remesas. Para el caso mexicano, en 2008 este último indicador reportó una caída de 3.6 por ciento, y en el primer bimestre de 2009 el descenso fue cercano a 15 por ciento.
Aún así, el modelito todavía funciona, pues los expulsados de su tierra mantienen, a duras penas, el envío de dinero a sus familiares. El Banco Interamericano de Desarrollo, el BID, revela que tras casi una década de crecimiento, las remesas a América Latina y el Caribe declinarían en 2009, por primera vez desde que la propia institución comenzó a medir estos flujos, en 2000. El cambio de tendencia ocurrió en el cuarto trimestre del año pasado. Los envíos de dinero realizados por trabajadores latinoamericanos emigrados son una fuente de ingresos clave para millones de familias en la región. En 2008 enviaron alrededor de 69 mil 200 millones de dólares a sus países de origen, 0.9 por ciento más que en 2007.
La tendencia primero se estancó, para luego modificarse a la baja después del primer semestre de 2008. Tras un tercer trimestre sin crecimiento, en el cuarto los flujos de dinero cayeron a 17 mil millones de dólares, 2 por ciento menos que en un año atrás. Para los pocos países que han reportado la información correspondiente a enero de 2009, las caídas han sido hasta de 13 por ciento. Si bien es demasiado temprano para proyectar en cuánto podrían reducirse las remesas en 2009, esta es una mala noticia para millones de personas en nuestra región que dependen de estos flujos para cubrir sus necesidades básicas. El cuadro se ha vuelto más complejo, dado que hay más factores en juego. El mundo enfrenta su peor crisis en décadas. El desempleo está aumentando en los países industrializados. El ambiente contra la migración se está tornando más inhóspito. Incluso las fluctuaciones cambiarias están incidiendo más que en el pasado.
El organismo financiero apunta que luego de muchos años de crecimiento sin pausa, las remesas a América Latina y el Caribe comenzaron a resentirse en 2008 a medida que los principales países fuente de estos recursos (Estados Unidos, España y Japón) cayeron en recesión. La crisis castigó especialmente a industrias que empleaban a muchos trabajadores extranjeros, como la construcción, las manufacturas, hoteles y restaurantes. Las personas que envían remesas y sus familiares en sus países de origen también sufrieron las consecuencias de las alzas de precios de los alimentos y los combustibles. Sumado a ello, las fluctuaciones de las tasas cambiarias comenzaron a tener mayores efectos que en el pasado, particularmente en países que experimentaron devaluaciones o que tienen grandes colonias de emigrados en Europa.
El peso mexicano y el real brasileño han perdido amplio terreno frente al dólar estadunidense, y por ello las remesas enviadas desde Estados Unidos rinden más, en moneda nacional, lo que compensa, al menos en parte, el menor volumen de envíos. Los países andinos, que reciben grandes cantidades de remesas desde España, se vieron beneficiados por la fortaleza del euro durante la primera mitad de 2008, pero desde entonces han sido golpeados por la caída del valor de la divisa europea. Las naciones centroamericanas, que están dolarizadas o cuyas monedas están ligadas al dólar, están más protegidos de las fluctuaciones de las tasas de cambio.
A pesar del panorama sombrío, el BID asegura tener poca evidencia de que los migrantes estén preparándose para regresar a sus países de origen. En España, donde viven más de 5 millones de trabajadores extranjeros, un plan del gobierno para pagar beneficios sociales a aquellos que regresen a sus patrias ha suscitado poco interés. Los migrantes han demostrado que el regreso a casa es la última opción.
Los tres primeros lugares en lo que a recepción de remesas se refiere son México (25 mil 145 millones de dólares en 2008), Brasil (7 mil 200 millones) y Colombia (4 mil 842). En el primero de los países los receptores son mayoritariamente mujeres (dos a uno) de ingresos moderados y niveles de educación bajos (casi 60 por ciento ha completado la secundaria o menos). El factor principal que empuja la emigración parecen ser (BID dixit) los problemas económicos del país. El 18 por ciento de la población adulta recibe remesas de forma regular, siete veces al año y 190 dólares por cada recepción, en promedio.
De Brasil revela que cerca de la mitad de las remesas proviene de Estados Unidos, 31 por ciento de Europa y el 19 por ciento restante de Japón. Y de Colombia, que en el último lustro casi un millón de ciudadanos emigró a Estados Unidos, España o Costa Rica, entre otros países. Las remesas representan 74 por ciento de sus ingresos por exportaciones petroleras. Más de la mitad de receptores de remesas son mujeres, que tienden a tener niveles de educación altos –más de 85 por ciento ha terminado sus estudios secundarios.
Las rebanadas del pastel
¿Qué le reclamaba el PAN a Ernesto Zedillo, cuando éste era inquilino de Los Pinos?: no es la opción del estadista la de un blindaje económico basado en el crédito internacional de coyuntura y con visión de corto plazo. Como sí lo hubiera sido concretar la convocatoria para elevar a rango de política de Estado la política económica, profundizando en una reforma fiscal integral, en una política hacendaria no sólo recaudatoria sino comprometida con la micro, pequeña y mediana empresas para solventar el déficit creciente de empleos permanentes y productivos que demandan los mexicanos (senador Ricardo García Cervantes, a nombre de su bancada, en el quinto Informe de gobierno, 1999). Eso de la memoria no se les da a los políticos, pero a los ciudadanos menos, lamentablemente.
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