Barómetro Internacional
Lo que no se dice del contrabando de combustible en la frontera colombo-venezolana
Omar Marcano
El próximo 21 de agosto se cumplió el primer año del convenio que estipulaba la exportación en la zona fronteriza con Colombia de 4 millones 500 mil galones de combustible mensuales (2,5 millones de galones salen por Táchira y 2 millones por Zulia), un galón es igual a 3,78 litros.
El convenio suscrito entre los dos gobiernos, además de favorecer la economía y al pueblo colombiano, buscaba frenar el contrabando en la frontera, pero la contraparte colombiana jamás cumplió el trato en ningún aspecto. Por la frontera transitaban unos 14 mil vehículos diarios, de los cuales, 70% se dedican al contrabando de gasolina, la contraprestación del acuerdo era atacar el grave problema del contrabando y de la venta de gasolina en pimpinas por carretera y caminos verdes de la frontera con Colombia. Pasaron los 60 días fijados para retirar los pimpineros de las calles y trochas, y nada pasó. La pimpina (entre 20 y 24 litros) se ofrece en 30 mil pesos, es decir, BsF 100, en cambio, el litro de gasolina de 91 octanos que venden las bombas pertenecientes al Servicio de Abastecimiento Fronterizo de Combustible, Safec, surtidas por el Menpet, está en BsF 1.
Aparte de todo, el combustible barato tampoco se reflejó en beneficios sociales pues los empresarios del transporte nunca trasladaron una tarifa económica y por el contrario se dedicaron a llenar los bolsillos con gasolina de muy bajo precio. Actualmente el galón de combustible en Colombia tiene un precio de Bs.F 25, pero el trasladado con subsidio desde Venezuela y vendido en la frontera colombiana roza los Bs.F11,60, es decir, el valor es sensiblemente menor.
Colombia nunca cumplió debido a la falta de compromiso serio del gobierno de Uribe, lo cual se tradujo en una ausencia total de control de los organismos de seguridad colombianos para disminuir ese contrabando, por lo que jamás se vio acción alguna. A esto se añade que los máximos jefes del contrabando de combustible son los paramilitares colombianos, aliados domésticos de Uribe, quienes controlan el negocio en plena frontera, cobrando peaje a los caleteros que llevan las pimpinas. La fuga ilegal de derivados del petróleo persistió y creció porque las cisternas ilegales se unieron a las legales previstas en el convenio, a tal punto que ya se manejan cantidades que se acercan a los 40 millones de litros de gasolina, constituyéndose en un desangre fiscal para el Estado venezolano, de manera que la traición de Uribe tiene varias aristas ya que no solo ha traído consecuencias políticas, han sido también de tipo económico las cuales se añaden a las ya conocidas razones explicadas por el Comandante Presidente Hugo Chávez respecto al acuerdo de Uribe con EE.UU, para instalar 7 bases militares en Colombia, cuyo fin es controlar la reserva patrolífera mas grande del mundo.
Lamentablemente la historia se repite. Alvaro Uribe, el descendiente de Santander, autor intelectual del intento de asesinato a Bolívar, finalmente perdonado por El Libertador, y de los demagogos de Bogotá, los generales Flores y Obando quienes comandaron al grupo de matones que asesinaron al Mariscal Sucre para evitar la sucesión, hoy en día como en aquella época, sirve de instrumento al imperio, a la oligarquía y a los poderosos empresarios colombianos que se mueven tras las bambalinas para explotar a su pueblo.
No debe haber vuelta atrás, la magnanimidad de Sucre y Bolívar no aplica en el siglo XXI, un perdón a la traición de Uribe y su gobierno por aceptar bases militares norteamericanas en las tierras de nuestros libertadores, no sería nunca comprendido por la historia ni por la Revolución Bolivariana.
omarcano@mcti.gob.ve
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