martes, octubre 06, 2009

Promesas huecas o Lo que el viento se llevó

Por Jorge Lara Rivera

Está visto que, así como asegura el adagio popular, “el prometer no empobrece, dar es lo que aniquila”. El panismo encaramado en el gobierno federal lo sabe bien.

Comienza a ser evidente que ese candidato de las “manos limpias”, tampoco traía nada importante que ofrecer en la cabeza al asumir el encargo, pues, con la mente en blanco, ha cometido yerro tras yerro en lo que va de este sexenio,
No hablemos del índice de crecimiento que, como en el bufonesco foxiato, ofertara para nuestro país durante la campaña, porque los números se le fueron de cero a negativos y con una reducción tan penosa en la sumatoria que es padecida hoy con gran apuro en todos los rubros –macros y micros– a considerar.
Si en lo socioeconómico lo único que le ha crecido es el volumen de “pobres muy pobres” (de poco más de trece millones a veinte) nada halagüeño resulta ni ha sido efecto de la casualidad.
Por eso subleva tanto que en “spots” y discursos se hable de que “todos debemos ser solidarios con los pobres”, cuando quien encabeza la presente administración y los integrantes de su gabinete han venido haciendo gala de tozudez y empecinamiento en la inflexible aplicación de sus antipatrióticos programas gubernamentales con claro sesgo neoliberal, afectando tan nocivamente la economía y el gasto familiares, pero, asimismo, condenando a recesión la actividad económica toda del país.
¿Con qué cara se atreve entonces a pedir, precisamente cuando en abierta contradicción con esa “solidaridad” que exige y a la cual está obligado (él y quienes con él devengan sueldos y privilegios grotescos en un país tan depauperado como el nuestro y aquellos grandes evasores que hacen pingües negocios desde la impunidad de su cercanía), pone oídos sordos al clamor popular y hace repuntar de nueva cuenta el precio del diesel –el cual ya bajó, hace meses, en Estados Unidos, cuyo sistema (dijeron) era el modelo a emular por el régimen–, un detonante principalísimo de la inflación y de esa cascada alcista en los precios de insumos como el azúcar y servicios tales como electricidad y transporte de carga y pasajeros, los costos de la pesca de escama y el funcionamiento de la flota mayor?
Y basta también de querer hacerse pasar por la víctima, pues ya cansa la excusa –infundada, pero, debe admitirse, hábilmente direccionada para desinformar a la gente y sacar baza política– con el cuento de que ésta es la primera gran crisis de origen exógeno que un gobierno mexicano encara, como si de verdad nadie supiera que la de 1994, atribuida al “error de diciembre”, tan convenientemente explotado para difamar a la administración priísta, no hubiera sido verdaderamente reluctancia, eco tardío, marejada del último gran estremecimiento del sistema capitalista padecido por Europa y Norteamérica el año previo (1993).
Hasta en la guerrita al Narco, emprendida desde Los Pinos para congraciarse con los gringos buscando legitimarse, y que tanto promoviera en los medios el gobierno, le está saliendo el tiro por la culata. El último parte sangriento (septiembre 11) de ese frente hablaba de ¡catorce mil bajas!: más de las que Estados Unidos ha sufrido en sus casi diez años de ocupación en Irak.
Los desbarres son tan frecuentes y garrafales en lo económico que ya nadie quiere ver ni oírle al doctorcito sus dictámenes o presenciar el espectáculo indigno de Gerardo Ruiz Mateos queriendo tapar el sol del desastre con un dedo servil.
Veinte millones de paupérrimos mexicanos afrontan el hambre, por más que Paolo Boti/ César Nava lloriquee dizque por ellos, en abierta complicidad con Ernesto Cordero Arroyo, el gerente polítizador de la Secretaría de “Desarrollo” Social, quien prefiere gimotear que “sólo son alrededor de seis millones nuevos”; justo cuando en la incompetente Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación entregada a Francisco Javier Mayorga Castañeda (aquél embarrado, junto con Rafael Elvira Quesada –Secretario del Medio Ambiente–, en escabrosos asuntos de contaminación del campo mexicano con cultivos de transgénicos prohibidos por la Ley de Bioseguridad, a favor de transnacionales) empiezan, apenas, a notar el riesgo de una hambruna generalizada, mientras la agencia patronal denominada “Secretaría del Trabajo y Previsión Social”, con el esquirol Javier Lozano Alarcón al frente, prosigue su indigna labor de zapa contra el movimiento obrero organizado nacional regateando la Toma de Nota, a que le obliga la Ley de la materia, para someter al Sindicato Mexicano de Electricistas negándose a reconocer a la directiva electa por éste, como ha hecho con el Sindicato Minero en otra abierta violación a la autonomía sindical y descarada intromisión en la vida interna de las agrupaciones de trabajadores.
Así, con tamaña falta de autoridad moral, este régimen ha creado una situación tal que pone en entredicho la vigencia plena del refrán, pues prometer empobrece… a otros.
El colmo es que en el mismo tono de la infame “reforma judicial” represora aprobada que permite la detención sin pruebas, el cateo sin orden de Juez y legitimar abusos y arbitrariedades del poder contra el ciudadano con la cantilena del “combate al crimen organizado” como justificante; el paquete hacendario del Ejecutivo busca legalizar el terrorismo y la coacción fiscales y la indefensión de los contribuyentes, sin ninguna responsabilidad significativa para Hacienda a cambio, ni certeza de que perseguirá a los grandes evasores de impuestos; tampoco contempla, pese a lo que se asegura en la propaganda televisiva, reducciones significativas en los privilegios de los funcionarios, como sí incluye el proyecto de Andrés M. López O..
Precisamente respecto al combate a la pobreza, cabe preguntarse ¡qué clase de confianza inspira un gobierno cuyos funcionarios esquilman el erario con giras internacionales suntuarias de viajero frecuente y blindajes de oficinas; que se portan omisos en el esclarecimiento de feminicidios, culpan a las víctimas con criterios cavernarios y acedos, encubren a bandas de asaltabancos y esconden evidencias de la vista pública; y favorecen sin rubor a una clientela de lujo (como Evaristo Madero Muñoz, hermano de Gustavo Madero M., el coordinador de la bancada panista en el Senado, en relación con apoyos de PROCAMPO)! ¿Quién asegura que los recursos reunidos con el llamado “Impuesto Para el Combate a la Pobreza” no irán a robustecer –más– a “necesitados” como Agustín Carstens o el propio Evaristo?
A propósito de confiabilidad, ¿qué se hizo de aquella “presidencia del empleo”, prometida por el entonces candidato panista, ya que la de Vivir Mejor el crecimiento fue un fiasco?
Por lo visto tampoco se tiene intención –ninguna– de cumplir la otra oferta de campaña que era bajar los impuestos… ¿o cómo se inscribiría en tal estrategia el plan de elevar el monto de los gravámenes existentes y la creación de ese 2onato y ya denostado?
A despecho de la soberbia y la insensibilidad que demuestra, el gobierno federal panista debe saber que sí, sí hay un Plan B, pero desde luego no incluye a su régimen.

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