viernes, enero 29, 2010

¡Ojalá!

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Arrancó el enésimo intento para una reforma del Estado en el Senado, con la participación de los dirigentes de los partidos y los coordinadores legislativos. En dos días y siete mesas se produjeron importantes aportaciones de expertos, gobernadores. Clausuró el secretario de Gobernación. Arrancó para analizar la iniciativa de reforma política de Calderón.

Desde la inauguración, los dirigentes de los partidos y coordinadores descalificaron la iniciativa: es incompleta, inconexa, presidencialista, acota al Congreso; los gobernadores se sumaron a la crítica, los panistas más que defender repiten obsecuentes el texto presidencial. Durante los dos días del foro, se rebaten sus argumentos: “No pasará”, reportan los medios. Pero, la iniciativa resultó útil para impulsar la discusión más allá de su texto, lo que generó una revisión general de los factores que demeritan al Estado.
Pese a las críticas fundadas a la iniciativa y a los comentarios sobre su inoportunidad, por plantearse en un año electoral, todos subrayaron la urgencia de una reforma del Estado. Desde la intervención inaugural el senador Madero, coordinador panista, reconoció problemas de gobernabilidad, desconfianza en las instituciones, en los partidos, en los políticos. Esta apreciación se repitió una y otra vez: “la democracia no está funcionando”, “las encuestas lo revelan”, “no es un gobierno para todos”, es indispensable para salir de la parálisis de un Estado que no resuelve los problemas nacionales; “la Constitución ha llegado a su límite”. Gómez Mont afirmó que la reforma del Estado es “la más importante y necesaria de las reformas”, abriéndola al debate, le recetó al foro una “comparecencia” adelantada. Desde luego antes de la iracundia calderoniana del día siguiente ante las críticas.
La discusión se amplió con la propuesta del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, convenida con el Senado, análisis integral que expurga la iniciativa de Calderón pero en una estructura que estudia todas las reformas necesarias en las relaciones entre poderes y al interior de los mismos, así como el indispensable fortalecimiento del control de los ciudadanos sobre sus gobernantes. Atiende toda la problemática que se da en cada área, no sólo el control del Legislativo sobre el Ejecutivo, sino el control del Legislativo, su democratización, la revisión de su normativa proponiendo equilibrios internos y mecanismos para evitar hegemonías de coordinadores, opacidad en el uso de los recursos, cuotas partidistas. Estas propuestas y las discusiones en las mesas construyeron una visión de lo que implica la necesaria reforma. Más allá de reformas circunscritas como reelección, reducción del Legislativo, iniciativas ciudadanas, candidaturas independientes, inconexas, sino todo un diagnóstico que corrija los mecanismos distorsionadores que generan los problemas denunciados en el foro: un Estado democráticamente ineficaz al servicio de unos cuantos.
Dos imperativos destacan: Uno. La reforma tiene que ser integral, la selección de temas sueltos sin contrapesos sería contraproducente. El riesgo existe, las reformas indispensables que afecten privilegios podrían eludirse y hacer nugatoria la reforma. Dos. Toda la reforma requiere de sistemas eficaces de rendición de cuentas y mecanismos inviolables de fincamiento de responsabilidades. La irresponsabilidad política imperante y la ausencia real de rendición de cuentas son causa fundamental de la corrupción del Estado que se denuncia.
Al cierre de la reunión los coordinadores y el secretario de Gobernación se fundieron en un amistoso coloquio prometiéndose llegar a consensos. Con tal de que no sean contubernios. ¡Ojalá!
Ex secretario de Estado

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