Por Esto
El desmantelamiento del Estado laico es parte integral del desmantelamiento de la estructura ética de las instituciones que iniciaron su vida con el Constituyente de 1917. Un Constituyente integrado por hombres comunes y corrientes que fueron capaces de consignar en la Constitución lo que soñaron le daría la grandeza al pueblo mexicano que alcanzó en algunos rubros, sin ninguna duda, en el pasado siglo. Desmantelado uno a uno, el respeto inviolable a las decisiones de los pueblos que dio nacimiento al generoso y solidario derecho de asilo que a México convirtió en paladín de América Latina. Hoy todo perdido.
Constitución que mañana celebra un aniversario más de vida mutilada y violada hasta haber sido convertida en irreconocible como carta magna rectora del pacto social celebrado entre el gobierno y los gobernados a principios del siglo XX.
Capaces los Constituyentes de entonces de crear la Constitución más avanzada del mundo en su tiempo por lo que a garantías, incluso sociales, tocaba. Consignadores, sin saberlo, del decálogo primario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, por lo que a garantías individuales tocaba.
Capaces, los Constituyentes de entonces, de consignar lo mejor para el pueblo mexicano en un país apenas en pañales, dando sus primeros pasos para construirse como República.
Detrás del ataque brutal al Estado laico está el machacamiento de toda realidad que se pueda considerar libertaria. El pueblo mexicano debe permanecer ignorante, dependiente, sometido, consumista, el que no muerto de hambre, con el cerebro lavado por la telebasura, convertida en el poder fáctico que hasta a la policía ordena quedarse fuera, mientras limpia la sangre, deseducado televisivamente para que envidie incluso la riqueza que la corrupción produce para la impune clase política…
Detrás del ataque brutal al Estado laico mexicano está el desmantelamiento de la estructura ética del Estado todo.
Desmantelamiento que permite al desgobierno hacer una limpia, para que aprenda, el pueblo mexicano, convertido en patio trasero de un imperio invasor y asesino, quién obedece y quién manda.
Y, sí, un nuevo Constituyente se hace necesario en aras de escribir los mexicanos nuestra propia historia. Historia, que hoy conocemos por boca del embajador yanqui, y la que desde el país vecino se decide para el pueblo, adentrando a los mexicanos, cada vez más, en el túnel de la ignominia que en la historia del mundo se escribe. Adentrando a todo el pueblo en el en abismo sin fondo que con la sangre de sus hijos derramada cada día nos ahoga en ríos desbordados a lo largo y ancho de la república.
Organizaciones varias convocan a la reunión que en Querétaro se va a celebrar mañana y pasado. Inaugurando el acto en el Cerro de las Campanas el día cinco de febrero, para continuar sesionando en mesas en la Universidad Autónoma de Querétaro y en la sede del Sindicato de Telefonistas en ese mismo Estado. Reunión que continuará el domingo 7, en la Ciudad de México, donde tendrá lugar la lectura de los consensos, dando inicio así a la conmemoración, desde una perspectiva popular, del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución Mexicana, dando paso a un proceso nacional de construcción de consensos y participación popular para derivar en un nuevo Congreso Social que camine al nuevo Constituyente imprescindible para hacer vigente el artículo 39 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que a la letra dice: “La soberanía nacional reside esencial y originalmente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”.
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