Por Fausto Fernández Ponte
15 julio 2010
ffponte@gmail.com
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“AMLO, quien aspira a gobernarnos, tiene muchos defectos: es terco, autoritario, intolerante y mesiánico, no oye razones y sólo la suya prevalece”.
Ignacio Pérez Collado.
Ignacio Pérez Collado.
Comentario:
Ciertamente parece que hay quienes esperan ser rescatados por un ser Divino, por ello siempre se traban con los defectos de los demás en este caso, de Andrés Manuel. La perfección amigos es en conjunto, en la combinación de los talentos o virtudes de TODOS y cada uno de los mexicanos. No esperamos que un individuo, cualquiera que sea, resuelva de la noche a la mañana la problemática que por años se ha generado.
I
A raíz del tratamiento, en éste espacio, en los últimos días, del tema de la intención de Andrés Manuel López Obrador de contender por la candidatura a la Presidencia de México, las reacciones nos describen un paisaje de polarización arraigada.
También nos describen la pobreza filosófica, ideológica y política de los partidos políticos a cuya postulación don AMLO aspira obtener. Esa depauperación es opuesta, subráyese, a la riqueza social que dichos partidos intentan siquiera representar.
Señálese a fuer de precisorios que el universo de esa izquierda partidista abarca a los partidos de la Revolución Democrática (PRD), del Trabajo (PT) y Convergencia, y, si acaso, algunas agrupaciones políticas o marginales sin mayor alcance.
Empero, ninguno de esos partidos se distingue por comportamientos políticos congruentes con los sistemas filosóficos sustentados sobre la experiencia social histórica, universal y mexicana, y otras disciplinas del vanguardismo. Lo opuesto.
De hecho, los tres partidos políticos se han adherido a la forma de organización política prevaleciente –o sistema-- que es, objetivamente discernida, plutocrática; es decir, al servicio del estrato más pudiente de las clases sociales dominantes sobre otras.
II
Por supuesto, la lógica de la actuación y existencia misma de esos tres partidos políticos se sustenta sobre una base de sofismas del pragmatismo para justificar su adhesión a un sistema político que simula la vigencia de valores democráticos.
Esa adhesión a un sistema político de simulación y enormes, abrumadoras prácticas corruptas, beneficia crematísticamente a los partidos políticos todos, pero en particular y los personeros de sus cúpulas y facciones predominantes.
Esa adhesión al sistema político y sus vicios convierte a esos partidos políticos en cómplices de una forma de organización económica tan opresiva que, por ello, tiene consecuencias antisociales. Con su adhesión, esos partidos avalan esa opresión.
Por ello, los partidos políticos aquí aludidos argumentan, no sin torpeza grotesca, que su conducta está determinada por un pragmatismo desnutrido de moral e incluso ética. Aducen que sólo dentro del régimen establecido es posible acceder al poder.
Y acceder al poder, sabríase bien, es el objetivo estratégico mayor y más importante para concretar una agenda ideológica. En teoría, esa lógica parece impecable y les funciona a las cúpulas y facciones influyentes de los partidos aquí aludidos.
Esa es una de las dos premisas mayores de la lógica del PRD, PT y Convergencia al aliarse con el PAN, partido que desde la potestad ejecutiva del poder político del Estado es el cancerbero de la integridad y consolidación del sistema político.
III
De hecho, desde esa potestad el PAN aplica un proyecto de país que se nos ofrece como antipueblo, pues privilegia la violencia económica, la exacción y la intimidación represiva y disuadora para ejercer un control social y conservar así el statu quo.
PRD, PT y Convergencia condonan no sólo en lo implícito, sino incluso también en lo explícito, ese statu quo. Esa condonación es complicidad, a la espera de que el mismo sistema político les permita acceder al poder por la vía electoral.
Ello es posible, en el papel, existiendo casos que, como en Oaxaca, Puebla y Sinaloa en las elecciones pasadas, confirmarían la tesis capciosa de que PRD, PT y Convergencia accederían al poder por obra de una catapulta de votos.
Éstos nos lleva a AMLO. Su popularidad –que los medios difusores de la gran oligarquía y de los grupos oligárquicos locales se empeñan en negar— se debe precisamente a que propone una modificación radical, a fondo, del statu quo.
El PRD no parece inclinarse a aceptar que don AMLO es su opción para alcanzar el poder; los otros, PT y Convergencia, sopesan beneficios y perjuicios inmediatos de la postulación del tabasqueño y la campaña proselitista subsiguiente.
Y es que ni PRD ni PT ni Convergencia se ven a sí mismos accediendo al poder. Ello nos descorre los velos que ocultan la ausencia de una vocación real en esos partidos políticos. ¿Podría darse la paradoja de que don AMLO se quede sin postulante?
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