MÉXICO, 6 de agosto (apro).- Durante la gestión del sudcoreano Ban Ki-moon, la Organización de Naciones Unidas (ONU) ha entrado en un proceso de decaimiento y de pérdida de relevancia en el mundo, según un informe interno de esa institución.
El documento, elaborado por la sueca Inga-Britt Ahlenius, subsecretaria general adjunta y jefa de la Oficina de Servicios de Supervisión Interna de las Naciones Unidas (OSSI), deja mal parado al diplomático –quien dirige la ONU desde el 1 de enero de 2007– en temas como la transparencia, la rendición de cuentas y la proyección internacional.
“Me preocupa que estemos en un proceso de declinación y menor relevancia de la organización. En suma, parecemos ser vistos menos y menos como un socio relevante en la resolución de los problemas mundiales. Esto inevitablemente debilita las posibilidades de Naciones Unidas de cumplir con su mandato”, cita el llamado Reporte de fin de misión, de 50 páginas, revelado el pasado 23 de julio por la agencia de noticias Inter Press Service (IPS).
Prosigue el informe: “Requerirá tiempo ver el daño producido por un secretario general débil, porque el proceso de decaimiento y debilitamiento de la organización y el Secretariado es confidencial: altos puestos politizados, una cultura que se filtrará hacia la organización”.
Ahlenius transmitió el informe a Ki-moon el 14 de julio de este año, el último de su gestión en el organismo internacional.
El reporte se concentra en la transparencia, rendición de cuentas y supervisión interna independiente. El primer asunto que aborda es la administración de la ONU, a partir de las disposiciones de la Carta General. En su comunicación al secretario general, la exauditora general de Suecia describe la estructura administrativa y el funcionamiento de los órganos dependientes de la Secretaría General y su oficina adjunta.
El artículo 97 de la Carta de las Naciones Unidas define el papel interno del secretario general como jefe administrativo. Pero su misión externa está estipulada por el artículo 99 respecto de su capacidad para presentar ante el Consejo de Seguridad cualquier tema que considere una amenaza para el mantenimiento de la paz internacional y la seguridad.
En ese sentido, el secretario general tiene que lograr un balance para mantener la relevancia internacional de la ONU. Pero, según el informe, “es más preocupante para la comunidad internacional un secretario general débil”.
En declaraciones publicadas el 23 de julio por el diario británico The Guardian, Ki-moon dijo que recibió “críticas basadas en malentendidos o en las que no se apreciaba el tipo de persona que soy o lo que requiere de mí el puesto que ocupo”.
La OSSI surgió en 1994 durante el mandato del egipcio Boutros Boutros-Ghali, quien permaneció al frente de la ONU entre 1992 a 1996, para reportar a la Secretaría General sobre el estado de la administración del organismo global.
Con una prolongada trayectoria en el terreno de la auditoría, Ahlenius tiene fama de dura. Luego de abandonar, en 2003, la auditoría general de su país, en la que inició en 1993, criticó los cambios propuestos por el gobierno sueco porque afectarían la independencia de esa institución.
La exfuncionaria integró el Comité de Expertos Independientes formado por el Parlamento Europeo para evaluar cómo la Comisión Europea tocaba el fraude, la mala gestión y el nepotismo, y cuyo informe final ocasionó la renuncia de todos los miembros de la Comisión.
Curiosamente, fue Estados Unidos quien la propuso para la ONU y no el gobierno de Suecia.
La ahora exauditora anticorrupción ya tiene sustituta, la canadiense Carman Lapointe-Young, exauditora jefe del Banco Mundial.
En retroceso
En el transcurso de su mandato, Ki-moon ha padecido la invasión de la Franja de Gaza por Israel en 2009, el genocidio en la provincia sudanesa de Darfur y la puja entre Estados Unidos e Irán por el desarrollo de la energía nuclear en este último país. El año próximo el diplomático asiático puede presentarse a un segundo periodo a la cabeza de la ONU, que puede obtener si asegura el respaldo de Estados Unidos.
El reporte citado critica las prioridades cambiantes del secretario general. “Sus siete estrategias para 2010, presentadas ante la Asamblea General en enero, están basadas en las próximas reuniones/conferencias planeadas para su asistencia, pero no sobre una visión coherente o cualquier análisis sustantivo de los retos futuros”, precisa el documento.
Señala que en una declaración posterior (marzo), Ki-moon tenía ya diferentes estrategias prioritarias. “Percibimos que sus prioridades cambian con el tiempo, del clima a la crisis alimentaria, a África, al desarme, a la salud de las mujeres… La impresión es que la cima de sus prioridades está muy poblada”, anota con cierto tono irónico.
Y advierte que si la ONU falla, “no solamente puede perder su legitimidad y el respeto de los Estados miembros, sino que finalmente los objetivos programáticos de la organización pueden estar en riesgo”.
“Este regaño público y sin precedentes para un secretario general activo y toda la organización es aturdidor en su alcance, ferocidad y detalle”, apuntó en el blog UNDP Watch, Ami Horowitz, quien escribió y dirigió en 2008 el documental U.N. Me, que trata sobre los tropiezos del organismo mundial.
“Diferencias laborales”
Aspectos que parecieron generar roces entre la funcionaria sueca y Ki-moon tienen que ver con la propia labor de la inspección interna y nombramientos de cargos en instancias como la IOSS.
“Su lema como jefe administrativo fue sobre todo: creciente transparencia, rendición de cuentas y la reforma del Secretariado. En este respecto, usted incluso habló sobre un cambio de cultura”, rememora el documento.
En cambio, lo que prevalece es una cultura de secretos. “Tal secrecía nos sirve pobremente, sólo sirve para alimentar rumores, chismes y finalmente desconfianza dentro de la organización y entre ésta y sus socios externos, como los medios de comunicación”, explica Ahlenius.
La resolución 59/272 de la Asamblea General, conocida como la Resolución de la Transparencia, determinó aumentar la transparencia en la organización, cuando decidió que los reportes de la OSSI debían estar disponibles para los Estados miembros.
Pero el proyecto de Política de Acceso a la Información está parado, reprochó la OSSI.
“De hecho, nada ha cambiado en cuanto a transparencia. La Asamblea General está esperando aún el reporte de la Secretaría General sobre acceso creciente a documentos, una parte muy importante de la transparencia”, concluyó la ahora exinspectora de la ONU.
A inicios de 2007 la OSSI acordó establecer “una estructura y procedimientos apropiados” para la oficina ejecutiva del secretario, una revisión que nunca se materializó. Sin embargo, la instancia a cargo de Inga-Britt Ahlenius inició la preparación de una evaluación de riesgo de la oficina ejecutiva, cuyo informe entregará próximamente a Ki-moon.
La diplomática sueca contó que ni el diplomático sudcoreano ni altos funcionarios como el jefe de Gabinete y su suplente estuvieron disponibles para entrevistas para elaborar ese informe.
“Lamento esta falta de interés de su parte en contribuir a este proceso establecido en su interés y de la organización”, le transmitió Ahlenius.
Aunque estas revelaciones no son sorpresivas, son “todavía una mirada extraordinaria sobre la largamente guardada frustración de una alta funcionaria con el organismo mundial y su incapacidad para gobernarse a sí misma”, según Horowitz.
Los nombramientos en los departamentos de la ONU parecen haber ocasionado diferencias entre Ahlenius y Ki-moon. El 23 de febrero de 2009 se publicó un reporte sobre vacantes en la OSSI. Al no ser llenadas, se circuló un nuevo anuncio el 2 de marzo, durante 30 días, para ocupar la posición de director de la División de Investigaciones, cuya vacante fue difundida desde diciembre de 2007.
Luego del proceso de evaluación, Ahlenius transmitió una recomendación para el cargo, pero el Grupo Senior de Revisión sugirió entrevistar a otros cuatro candidatos.
En comunicaciones transmitidas a Ki-moon el 27 de enero, el 14 de abril, el 11 de mayo y el 24 de junio, la inspectora le pidió autorización para aprobar su nombramiento, sin recibir respuesta. En total, se dirigió al secretario general nueve veces, desde el 18 de noviembre de 2008.
El propio Ki-moon ha sido blanco de críticas por la promoción de su yerno Siddarth Chatterjee, un exintegrante de las fuerzas especiales indias, para ocupar un alto cargo en la representación de la ONU en Irak. En mayo de 2009, Chatterjee ascendió nuevamente, esta vez por concurso, para un alto cargo en una oficina de la ONU en la capital danesa de Copenhague.
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