Joaquín Guzmán Loera no asistió nunca a una escuela de negocios, pero en menos de una década construyó un emporio que lo llevó a ser reconocido como uno de los hombres más adinerados del mundo. En 2009 la revista estadunidense Forbes, especializada en el mundo de los negocios y finanzas, incluyó al sinaloense en la lista de billonarios, entre connotados empresarios, inversionistas y herederos de las fortunas más grandes de los cinco continentes, sólo que, a diferencia de ellos, el del Chapo es un emporio abiertamente ilícito: el tráfico de drogas.
La famosa lista, que desde hace 25 años elabora la publicación neoyorquina, va acompañada de una galería de fotografías de cada personaje. La mayoría de los enlistados evidencian su glamour con trajes de diseñador hechos a la medida; ellos mancuernillas lujosas en los puños perfectamente delineados y ellas primorosos pendientes. La suya en cambio, es una fotografía en la que aparece con una sencilla chamarra invernal color beige, las manos empuñadas una sobre la otra, y en la derecha, entre los dedos, asida una cachucha del mismo color, el beige que entonces –al momento de la instantánea– obligadamente Guzmán vestía a diario, característico de los días de prisión en el penal de Puente Grande, Jalisco.
Su inclusión en el popular ranking, en la posición 1,153, entre 38 nuevos billonarios, desató fuertes críticas al tratarse evidentemente de una riqueza producto de actividades ilegales, pero la posición de la publicación es que aunque su negocio es ilícito, al fin y al cabo genera ganancias, y muchas.
Hacía ocho años que el Chapo se había fugado del penal de alta seguridad ubicado en Jalisco, supuestamente oculto en un carrito de lavandería, y aquel 2009, en plena “guerra” oficial contra el narcotráfico (declarada por Felipe Calderón, en diciembre de 2006), se encumbraba como billonario, junto con los hombres más destacados en el mundo de los negocios y las finanzas, entre éstos los barones del capital mexicano.
Al definirlo como “el rey de la cocaína”, la publicación Forbes expresa que “durante ocho años, Joaquín Guzmán Loera habría logrado su operación internacional de contrabando de drogas desde la cárcel mientras disfrutaba de una vida lujosa ahí mismo, con acceso a la bebida, mujeres y un sistema de entretenimiento. Luego, en enero de 2001, en vías de ser extraditado a Estados Unidos, Guzmán se metió en un carrito de lavandería y se escapó”.
Desde entonces, el Chapo, o Shorty, como se le llama, ha reforzado su control sobre el comercio de las drogas en México como jefe del cártel de Sinaloa, uno de los mayores proveedores de cocaína a Estados Unidos. Se trata de un negocio muy lucrativo: 35 millones de personas en ese país utilizan narcóticos o abusan de las drogas de prescripción y gastan más de 64 mil millones de dólares al año. La Agencia de Control de Drogas y otros expertos del sector creen que Guzmán, de 54 años, en los últimos ocho años ha controlado de un tercio a la mitad del mercado mexicano de la droga”.
La estimación de su fortuna se calculó a partir de que autoridades del gobierno de Estados Unidos documentaron que en 2008, traficantes mexicanos y colombianos lavaron un promedio de 39 mil millones de dólares de ganancias que por el tráfico de drogas obtuvieron en ese país. De tales ganancias, según el gobierno de ese país, Guzmán habría recaudado el 20 por ciento, “suficiente para que él se embolsada 1 mil millones [de dólares] durante su carrera y ganarse un lugar en la lista de multimillonarios por primera vez”.
El Chapo ingresó al mundo de las drogas bajo la tutela de Miguel Ángel Félix Gallardo, el Padrino, fundador del cártel de Guadalajara, detenido y encarcelado en 1989. A principios de 1990, comenzó a traficar por su cuenta. En 1993, sufrió un primer descalabro cuando se le decomisaron 7 toneladas de cocaína ocultas en latas de chile. Dos años después las autoridades de Estados Unidos abrieron una investigación en la que atribuyeron a Guzmán una red de trasiego de drogas que eran llevadas a ese país a través de túneles fronterizos. Luego llegó la detención y un breve encarcelamiento.
Para 2009, oficialmente era el hombre “más buscado” de México y uno de criminales más buscados del mundo, sólo por debajo de Osama Bin Laden. En ese año el gobierno de Calderón anunció una recompensa de 30 millones de pesos por información que llevara a su captura, y en marzo, su fotografía en Forbes lo presentaba como un nuevo billonario.
Su inclusión desató fuertes críticas del sector empresarial y la suspicacia sobre la manera en que la publicación estima la riqueza de un capo.
En una entrevista que la cadena Univisión hizo al equipo de Forbes para conocer el criterio de la inclusión del narcotraficante sinaloense, como años antes se hizo con el colombiano Pablo Escobar Gaviria, el hijo de éste, Juan Pablo Escobar, o también llamado Sebastián Marroquín, envió una carta a la televisora donde acusó a Forbes de supuesta falsedad en sus datos al argumentar que “Forbes no puede tener, no puede, y no siempre tienen acceso o revisar los libros de contabilidad de los mafiosos para que puedan calcular sus supuestas fortunas, ni siquiera cerca de las cifras reales y no todos los mafiosos llevan libros de rendición de cuentas, mi padre era uno de esos…”.
La respuesta de la publicación fue que “por supuesto que no se tiene acceso a los ‘libros de contabilidad’ del Chapo. Pero tampoco a los libros de contabilidad de los cientos de otros multimillonarios de nuestra lista que son dueños de las empresas privadas. Valoramos la empresa del Chapo de la misma manera que otras empresas privadas: mediante entrevistas con funcionarios gubernamentales, expertos y académicos que están bien posicionadas para estimar el volumen de las operaciones de este narcotraficante…”.
Emporio criminal
Edgardo Buscaglia, doctor en economía por la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, Illinois, Estados Unidos, y uno de los mayores expertos en temas del crimen organizado, define al cártel de Sinaloa como la organización criminal con la más formal estructura corporativa, que para lavar su dinero sucio utiliza amplios sectores económicos del país que van desde instituciones educativas, constructoras, compañías de transporte, empresas importadoras y exportadores, a pequeños negocios: gasolineras, talleres mecánicos, entre muchos otros giros.
Uno de los señalamientos que expertos en crimen organizado, analistas e integrantes de la sociedad civil le han hecho al gobierno de Calderón, es que su estrategia de la “guerra” oficial contra el narcotráfico parece encaminada a beneficiar precisamente al cártel que dirige Joaquín Guzmán Loera, no sólo para eliminarle a la competencia, sino por lo intocables que parecen sus activos.
La cuantificación que desde Estados Unidos se hace de su fortuna, parece de nuevo darles la razón. A diferencia de encumbrados empresarios mexicanos que por una merma en sus bolsillos salieron del club de los más ricos del mundo, durante cuatro años Guzmán se ha mantenido en la misma posición, aun con los costos que le suponen su defensa en la “guerra” oficial contra las drogas. En marzo de este año, en que la publicación neoyorquina dio a conocer su lista de billonarios de 2012, el Chapo aparece de nuevo.
Contralínea contactó con el equipo de investigación de Forbes para conocer los criterios que se usaron para este nuevo ranking. La periodista Erin Carlyle, del equipo de investigación explica el procedimiento:
“Para llegar a nuestra lista de billonarios mundiales hablamos con los billonarios y sus asesores, empleados, abogados, y hasta con sus rivales o competidores, como también con analistas especializados en cada sector. Registramos cada uno de los negocios de los billonarios, sus bienes inmuebles, los terrenos y propiedades que venden, el arte que compran y hasta el dinero que donan. Para calcular sus fortunas registramos sus activos incluyendo sus participaciones en empresas publicas y privadas, bienes raíces, artes, yates, activos, pasivos y flujo de efectivo, en fin, todo lo que poseen y lo que dejan de poseer”.
Para incluir a Guzmán Loera el equipo de Forbes siguió los mismos criterios. El principal indicador para estimar el patrimonio del sinaloense es que en la actualidad se le atribuye el 25 por ciento del comercio ilegal de drogas de México a Estados Unidos.
“Valoramos la fortuna de Guzmán en la misma forma en que la suerte de todos los hombres de negocios que ejecutan las empresas privadas: a través de entrevistas de expertos, funcionarios gubernamentales y académicos que entienden de negocio del Chapo”.
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