Carlos Fernández-Vega
Nada halagüeño resultó el recuento laboral que sobre el país elaboró recientemente la OIT
Felipe Calderón hizo un reconocimiento a la CTM, a la que antes acusó de perseguir a las brigadas albiazules que pegaban propaganda electoral Foto: Notimex
Qué bonito se ve Felipe Calderón reverenciando a la CTM y sus dinosaurios, la misma organización que, según palabras del ahora inquilino de Los Pinos, "perseguía a los panistas cuando pegábamos propaganda" en las calles.
Lo clásico: entre dicho y hecho, hay un hueso de por medio, y cuando casi dos años atrás Calderón denunciaba la persecución cetemista contra las brigadas blanquizules (de las que aseguró formar parte) justamente estaba en pos de la candidatura panista para el hueso mayor, Los Pinos. Ahora que allí se hospeda, la cosa es distinta, y la mafiosa organización sindical mágicamente convirtióse en mariposa y ya forma parte de "un nuevo sindicalismo", según el michoacano.
Algo similar sucedió con su alter ego, Vicente Fox, quien en campaña prometió eliminar tepocatas, víboras prietas y demás fauna nociva para la vida política, económica y social del país, y en los hechos no sólo convivió con ellas, sino que las subió al carro hasta transformarse él mismo en una de esas alimañas.
Y ahora toca el turno del "presidente del empleo". Que la democratización por aquí, que la democratización por allá, decía el Felipillo en campaña, para que una vez hospedado en Los Pinos, más rápido que un fraude electoral, rinda pleitesía a uno de los pilares del nefasto corporativismo mexicano, la CTM, una agrupación que si de permitir se trata, lo permite todo, absolutamente todo, siempre y cuando lo suyo esté garantizado. Y Calderón se lo ha garantizado.
La fotografía de José Antonio López, publicada ayer en La Jornada, es de colección: El genuflexo "presidente del empleo" a la siniestra del siniestro "nuevo sindicalista" Joaquín Gamboa Pascoe. Y atrás de ellos la dinosáurica mafia cetemista, adornada con enormes carteles de los demócratas Fidel Velázquez y Leonardo La Güera Rodríguez Alcaine, y en el auditorio Fernando Amilpa, alias uno de los cinco lobitos. La democratización, pues, de la mano del sindicalismo del "futuro" y del "nuevo" estilo de hacer política en México ("Calderón, amigo, la CTM está contigo; duro, duro, sí se puede"). Y la crónica (Claudia Herrera y Carolina Gómez) subraya: "a su llegada, Calderón se entusiasmó tanto con la recepción, que con cada aplauso y porra se ponía de pie, se colocaba la mano en el pecho y saludaba a las declaradas huestes priístas que ahora aclamaban al panista. 'Estoy muy contento, me da mucho gusto que mi primera visita a la sede de una organización obrera sea precisamente a la central de mayor presencia en el país', exclamó".
Y mientras unos y otros se auto elogian, apapachan y se perdonan cualquier cantidad de agravios, va el nada grato recuento laboral que sobre México recientemente elaboró la Organización Internacional del Trabajo, la OIT: el empleo formal que se genera en México se parece cada vez más a la ocupación informal. La evidencia señala que no solamente ha crecido el desempleo, sino que se ha incrementado la población ocupada sin prestaciones sociales, así como los empleos informales.
A pesar de la mayor expansión del PIB mexicano en 2004, éste no se tradujo de manera directa en la generación de empleos. En 2005 también la economía mexicana estuvo lejana de generar entre uno y 1.2 millones de empleos ante el aumento anual de la población económicamente activa. La tasa de desocupación ha crecido de 2000 a 2006, ello a pesar del elevado flujo migratorio de mexicanos hacia Estados Unidos.
Entre 2000 y 2006, además del incremento de los niveles de desempleo, ha crecido la informalidad en la economía, el número de ocupados sin protección social y el amplio vacío para generar puestos de trabajo en sectores como la industria. Por ejemplo, las cifras oficiales revelan que, en 2006, existían 659 mil desempleados más que en 2000. Es necesario subrayar que la tasa de desempleo habría sido considerablemente mayor de no haber existido la válvula de escape de la emigración hacia Estados Unidos.
Entre 2001 y 2006, alrededor de 3 millones de mexicanos, en su mayoría hombres, emigraron a Estados Unidos en búsqueda de mejores oportunidades laborales, es decir, 500 mil en promedio por año, quienes salieron para laborar y residir en el vecino país del norte. En suma, durante los últimos seis años la creciente emigración es consecuencia de la falta de oportunidades de trabajo en México.
A escala regional y estatal, las condiciones de empleo, y en particular de un empleo decente, o sea, oportunidades de mujeres y hombres para obtener un trabajo productivo, en condiciones de libertad, equidad, seguridad, y dignidad humana, confirman las tendencias observadas a nivel nacional y muestran que algunos estados se encuentran consistentemente rezagados.
La capacidad de la economía mexicana para generar puestos de trabajo productivos, al menos a la misma velocidad que crece la población en edades laborales, ha sido uno de los principales retos que ha enfrentado el país en los años recientes y se vislumbra que se mantendrá en el mismo desafío en las próximas décadas, si no se reactiva el crecimiento económico y se generan empleos productivos para la creciente oferta de mano de obra.
Hasta allí la OIT. Ya en la "continuidad" (primeros dos meses) se han cancelado cerca de 180 mil empleos formales, pero no os preocupéis: ¡ya está aquí el "nuevo sindicalismo"!
Las rebanadas del pastel:
Una semana después del primer aniversario de Pasta de Conchos, el silencio oficial de nueva cuenta campea el escenario. ¿Los deudos tendrán que esperar al segundo para que se haga justicia?
(cfvmx@yahoo.com.mx/ cfv@prodigy.net.mx)
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