Magdalena Gómez
Andrés Manuel López Obrador en su más reciente libro, La mafia nos robó la Presidencia, nos ofrece un crudo retrato de la mafia que operó el fraude de 2006. Siguiendo una estructura autobiográfica relata experiencias claves en su trayectoria a partir de las cuales se fue forjando el humanista de izquierda, como se reconoce a sí mismo. Con sobrados elementos aborda lo que denomina "la democracia de los donantes". Aquí aparece una primera clave, planteada con nombres y apellidos: el fraude es el costo que pagó al sostenerse en la postura de llegar a la Presidencia sin deudas con el poder y sus emisarios.
Queda claro en su relato el retrato de la mafia que no distingue entre políticos y grandes empresarios, destacando los intereses y maniobras de las televisoras. Las declaraciones que hace al respecto siempre precisan las fuentes.
Sin que falte el sentido del humor, retrata al político "de arriba", el que sólo se relaciona con otros políticos con quienes desayuna, come o cena, finge amistad y se regodea en el trato ampuloso de "señor gobernador", "señor diputado", "¿qué tal la familia?"
Si bien retoma los principales postulados de su proyecto alternativo de nación, uno de los ejes analíticos es el planteamiento de la resistencia civil pacífica como forma de lucha; sin embargo, deja la sensación de que el campo de aterrizaje privilegiado de la lucha política es el electoral.
Prácticamente no hay referencias al liderazgo de los movimientos sociales, sindicales o campesinos, lo cual se perfila como rasgo propio al privilegiar el énfasis en el contacto "con la gente", con los más desprotegidos y agraviados. De paso reitera su opinión respecto a la "sociedad política": intelectuales, comunicadores y políticos a quienes, no obstante que no descalifica y "les escucha", desliza que prefiere la opinión de la gente en la calle, anotando que son dos mundos distintos
No escapa el hecho de que se dirige al zapatismo al reconocerle su enorme contribución a la reforma electoral, aun sin proponérselo, y enfatiza su desacuerdo frente al incumplimiento que ha hecho el gobierno de los acuerdos de San Andrés. En su mención del zapatismo es más preciso en esta ocasión al señalar que si bien nunca tratará al subcomandante Marcos como adversario o enemigo, sí considera que "se equivocó en sus apreciaciones sobre el proceso electoral de 2006" y los adversarios utilizaron ampliamente sus declaraciones, todo ello sin dejar de reconocerle su trayectoria e inteligencia, anotando además que coincidió con él "en tres ocasiones".
Llama la atención la mención del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, a quien reitera su respeto sin abordar sus discrepancias. Y relacionado con ello está el tratamiento que da al Partido de la Revolución Democrática (PRD). Si bien ofrece un balance autocrítico de su experiencia como dirigente del mismo, evita referirse a la crisis actual del partido, a las llamadas tribus, y se va más por la explicación de que "la política no se hace con santos". En este contexto evoca la experiencia liberal de los "puros" y "moderados" para deslindarse de quienes consideran que en el PRD "son de lo peor". Sin embargo, no evade temas espinosos, como el del caso Bejarano, Ponce y la intervención de Carlos Ahumada.
Tras el recorrido por el desafuero y la mención del importante discurso que pronunció en San Lázaro, así como del proyecto aplicado en el Gobierno del Distrito Federal, enfila el libro a lo que es uno de los ejes históricos que abrieron la fase de la resistencia y la convención nacional democrática, esto es, la precisa radiografía del fraude, la reconstrucción de lo que fue la guerra sucia y el relato, paso a paso, de las sincronías de importantes televisoras cantando a tres voces con el IFE y Vicente Fox. Y aquí aborda, uno a uno, los factores que le han sido cuestionados: el "cállate chachalaca", la no participación en el primer debate, las condiciones y circunstancias en las que se obstaculizó y saboteó el registro de representantes en la operación de su estructura electoral para vigilar el proceso el 2 de julio, así como el significado simbólico y de contención que tuvo el plantón de Reforma.
La danza y manipulación de cifras se muestra con rigor, dejando claro de nueva cuenta cómo definió "el derecho" el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Durante este año no ha cesado la campaña mediática no sólo contra López Obrador, sino contra toda protesta social; sin embargo, prevalece el ánimo social mayoritario de que se quiere un cambio en este país y que se pelea dentro y fuera de la convención nacional democrática. Ahí están los maestros en la CNTE, los electricistas en el SME, la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, la resistencia de los pueblos indígenas en defensa de su territorio.
En síntesis, se trata de un libro que resulta una buena herramienta para refrescarnos la memoria sin regodearse en el duelo por la afrenta sufrida.
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