sábado, agosto 25, 2007

Desempleo: cifras inverosímiles

Editorial

La información presentada ayer por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) respecto de la desocupación en la población económicamente activa pone en entredicho las optimistas versiones del discurso oficial en esa materia. Según el organismo, en julio la tasa de desempleo nacional ascendió a 3.95 por ciento, la más elevada de los recientes cuatro meses, equivalente a un millón 698 mil 500 personas que permanecen sin trabajo, casi 300 mil más de las que había en junio. Cabe recordar que el titular de la Secretaría de Economía, Eduardo Sojo, había asegurado el jueves que, en lo que va del año, se han creado “584 mil empleos formales y permanentes” y que se espera que para finales de agosto se hayan abierto cerca de 600 mil, la cantidad esperada “por analistas privados” para todo 2007.

A la luz de las cifras presentadas por el INEGI resultan inverosímiles las declaraciones del titular de Economía, sobre todo porque no son consistentes con el nivel de crecimiento de la economía nacional ni con la actual situación global.

Según Gerardo González Chávez, especialista del Centro de Investigación Laboral y Asesoría Sindical, las afirmaciones de Sojo “no son creíbles”, pues por cada punto porcentual que crece el producto interno bruto se generan –cuando mucho– 150 mil nuevos puestos de trabajo. El investigador asegura que, dada la baja sostenida en las expectativas de crecimiento económico nacional, es de suponerse que la cantidad de empleos creados en el presente año será de alrededor de 375 mil, no de 600 mil, como asegura Sojo.

Por otra parte, en el panorama mundial tampoco se encuentran elementos que pudieran sustentar las optimistas cifras del secretario de Economía. El director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Rodrigo Rato, ha manifestado que el organismo podría “revisar a la baja” sus perspectivas de crecimiento económico mundial para 2007, ante el riesgo de una eventual crisis global.

En julio, el propio FMI ya había reducido –de manera inesperada– el pronóstico de crecimiento de la economía mexicana para el presente año. Esta corrección colocó al país como el peor evaluado en cuanto a las proyecciones de crecimiento, en claro contraste con el resto de las naciones consideradas por el organismo como “mercados emergentes y en desarrollo”, grupo dentro del cual se cuenta a países que lograrían, según los pronósticos, un nivel de avance anual cercano al 8 por ciento. Las apreciaciones del FMI dan cuenta de la debilidad de la economía nacional y refuerzan la idea de que, en las condiciones actuales, es difícil sostener una mejora significativa en materia de creación de empleos en el país.

En ese sentido es inadmisible que el gobierno federal pretenda infundir en la opinión pública la percepción de que se han generado nuevos empleos, cuando todo indica que no sólo no hay avance en ese tema, sino que ha habido un retroceso.

A fin de cuentas, y al margen del cúmulo de cifras y proyecciones que pudieran hacerse para cuantificar el desempleo, los estragos de este fenómeno en la vida cotidiana son más que palpables para los ciudadanos, principalmente para quienes todos los días buscan trabajo infructuosamente.

En suma, son muchos y muy diversos los factores que pueden influir negativamente en la generación de puestos de trabajo, pero lo que no puede aceptarse es que el gobierno federal mienta irresponsablemente a la población. Resulta inexplicable e injustificable el empecinamiento del grupo gobernante por alentar versiones que pudieran resultar contraproducentes, poner en riesgo la credibilidad y la confianza de la ciudadanía en las instituciones y acentuar la crisis de legitimidad que la actual administración arrastra de origen.

¿Poner en riesgo la credibilidad y la confianza de la ciudadanía en las instituciones? No, eso ya no está en riesgo, está perdido. La gente ni les cree ni tiene tiene confianza en las instituciones.

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