martes, septiembre 18, 2007


• El traje a la medida de Juan Camilo
• La Torre Bicentenario
Innovación, mi estimado: cualquier cosa que deje de ser una cosa cualquiera. La aprobación de las reformas siamesas (fiscal-electoral) en el Congreso en los términos en que se dio el circo y la pirueta mediática, no deberían ser ejemplos de triunfos, sino un delicado aviso tintineando de focos rojos.De entrada, my friend, el chisguete fiscal de Agustín Carstens no es lo que el país necesita, no fue lo que se vendió en el ambiente de las finanzas internacionales ni terminó de convencer a la cúpula empresarial de sus divertidos beneficios. La cuestión del tufillo victorioso, cuando debería existir genuina preocupación, es digna de psicoanálisis.Porque de seguir esa ruta, es en el Congreso donde se definen los tiempos de la agenda y no en Los Pinos aunque se tenga la bolsa de las zanahorias. Ayer, al buen Carstens le dieron un original tubazo cuando encantado de haber nacido informaba que la reforma energética ya viene en camino.No habían pasado unas horas cuando el PRI y el PRD en San Lázaro le respondían que con la pena mi Agustín, pero la reforma judicial —otro frankenstein déspota de Felipe Calderón al que le van a meter no una, sino varias manos—es la que sigue. O sea, no te nos aceleres y que nadie en Los Pinos se ande confundiendo.Sobre todo porque es indiscutible el poder que detenta el personaje favorito de Calderón, el titular del Gymboree, Juan Camilo Mouriño, quien (regala estupendos flashbacks de Martita Sahagún) hace algunas semanas mientras su jefecito andaba de viaje, él se quedó encargado del despacho (that explains a lot) justo en el timing de las delicadas explosiones del EPR contra los gaseoductos de Petróleos Mexicanos.Pero mejor aún, my friend, Mouriño citó a varios ex secretarios de Gobernación para mantener un simpático chit-chat de cómo es que se deberían mover los hilos que trae extraviados el hoy adorno de Bucareli, Francisco Ramírez Acuña. Porque es obvio que su rol es de fina ornamenta (ok, no ponga esa cara y quítele lo de fina)Y hace tiempo que los ¿amigos? de Juan Camilo andan filtrando el divertidísimo rumor de que el despacho de Gobernación está hecho a su medida. (No se ría).Aunque es muy probable que con ese primoroso protagonismo que despliega —violando la importantísima regla de la discreción— este chico crea que verdaderamente tiene tablas para dar la batalla en 2012. (Que no se ría).Porque aunque falta mucho tiempo, mi estimado, en el PAN no hay cuadros visibles (ni invisibles) mientras en el PRI y el PRD hay más de un posible suspirante. Por ejemplo, Marcelo Ebrard Casaubón.El jefe de Gobierno, quien ayer rindió su primer Informe de labores, origina una sutil fobia al interior del Gymboree de Los Pinos que hace evidente Calderón. La urgencia de la mentada foto con Ebrard brota del michoacano para satisfacer su sed de muchas cosas, pero sobre todo de legitimación y es bastante evidente que su simpatía, pasión y... amor por el uniforme no bastan.Por eso no sorprendió que ayer en la ALDF a Marcelo lo sermonearan, los azules por supuesto, por las formas, en la nula relación con el inquilino de Los Pinos, que pintan muy claramente el fondo. Por eso la histeria en las verdades a medias sobre la relación entre los dos gobiernos con todo y la comunicación, coordinación e información en varios rubros.Un muy sutil ejemplo es la Torre Bicentenario.Proyecto, my friend, que los inversionistas españoles le fueron a vender completito a Juan Camilo para detener el desarrollo de una embestida anunciada. Los detallitos del ameno vaivén no tienen desperdicio y justo cuando Felipe ya doblaba las manos y se amainaban las aguas panistas capitalinas, le cayó... el veinte. Y ese veinte fue... el nombre. Y el nombre fue... Bicentenario.De la cara de what?! presidencial emergió el berrinche, la fobia, los celos, la inseguridad y la envidia. Porque detrás de los ataques donde la hormona aplasta la neurona está el hecho de que en Los Pinos sienten los efectos de un KO técnico-mediático por parte de la administración de Ebrard que terminará construyendo la Torre Bicentenario.Ejemplos de las mentiras completas y la simulación oficial en los discursos sobre evitar el encono y la división sobran.Lo que preocupa es esa actitud intolerante, vengativa y perniciosa del Gymboree y Felipe Calderón contra el gobierno capitalino en la reedición de una guerra harto insigne.Si le suma que el epicentro de estos provocadores pretende ser la llave de los recursos, my friend, el grado de peligrosa volatilidad es, digamos, excelso...

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