Ricardo Andrade Jardí
Mientras el salario mínimo aumenta un denigrante 4 %, es decir, tan sólo dos pesos, la canasta básica de alimentos aumentó en un año 300 %.
Esa es la economía global que se ha impuesto en México, desde la usurpación de Salinas de Gortari en 1988, con la que se ha ido desmontando la industria estatal para rematarla a la rapiña trasnacional, cuya estrategia fundamental no ha sido sólo la eliminación del control estatal sobre las industrias más rentables, sino el desarme ético y educativo de la nación, los intentos de sepultar la tradición cultural pluriétnica que durante siglos fue un inequívoco signo de nuestra grandeza nacional.
El neoliberalismo, que no es otra cosa que una de las formas más terribles del colonialismo, ha tomado posesión de nuestro país y su entrada fue gracias a una apatriada tecnocracia que bajo "el consenso de Washington", ha dejado en quiebra a la industria del país, despojando de su patrimonio a millones de mexicanos, a los que además se les han ido cancelado todos los derechos conquistados por años de lucha contra las nefastas y conservadoras oligarquías; el bienestar social ha sido suplido por una avasallante y enajenante "cultura" del miedo y el chantaje, vomitada desde las concesionadas señales de radio y televisión, hoy también y gracias, fundamentalmente, al chupacabras Salinas de Gortari, al servicio de un desfachatado grupo empresarial, que se han convertido en los verdaderos dueños del poder político, mientras el poder económico es retenido por las corporaciones trasnacionales y fundamentalmente por el rentable y universal negocio del narcotráfico y la pornografía infantil.
Es, quizás, México, uno de los países más rentables para la inversión extranjera. Un país donde los riesgos son casi nulos y donde las ganancias son absolutas, exentas de impuestos, sin ninguna obligación y con todos los derechos, un país que además garantiza que la perdidas "posibles" sean siempre asumidas por el pueblo y con la posibilidad de ser rescatados al 300 % de la que hubiera sido la inversión original. Un país que garantiza, además, una mano de obra calificada de bajo costo y a la cual se le puede exigir, por casi nada, un alto rendimiento; un país donde la ley laboral, aunque existente, es ignorada por la justicia en beneficio siempre del inversionista, es decir, México tiene la gran ventaja para la inversión extranjera de ser adyacente al corazón del imperio y por eso garantiza una absoluta impunidad en materia de explotación y violación de derechos, es decir, somos el país más rentable del continente americano y además garantizamos una ganancia total, sin derrama económica para la región, es decir, las utilidades de la inversión serán siempre, y de manera absoluta, para el inversionista y "los costos de producción" serán, sin importar el monto, absorbidos por el gobierno usurpador, a las costillas de un enajenado pueblo, que a partir del 2008 podrá, además, ser sometido, gracias a una "reforma judicial" que implanta, con el aval del "poder legislativo", un estado dictatorial que garantice al inversionista que toda queja de "la mano de obra" sea inmediatamente sometida a la voluntad del Estado, que no es más que un administrador regional, un empleado, pues, de los intereses del capitalista amo y señor de estás tierras.
¡Feliz Navidad!
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