martes, diciembre 25, 2007
¿Natividad del Señor o su entierro?
María Teresa Jardí
Más allá del consumismo feroz que se desata por estos días, con la ayuda de la telecracia que vomita su: "compre, compre, compre" a lo largo de horas, todos los días, pero de manera particular en estos días cuando de la celebración del natalicio de Jesús cada vez le queda menos, habiéndose incluso invertido las fechas porque el 24 es más propicio para chupar toda la noche y el 25, día de la Natividad, propiamente dicho, se dedican a dormir la desvelada del día anterior y, en muchos, casos el exceso de bebida consumida.
Es evidente que Cristo ha sido expulsado incluso de los templos y todo pareciera indicar que la humanidad no sigue pasmada o ni lo vamos enterrando en nuestros corazones bajo un lapida que quién sabe si pueda ser removida cuando queramos hacerlo.
Se persigue a los que denuncian las violaciones a los derechos humanos y un ejemplo claro, lo tenemos hoy en la persecución a monseñor Raúl Vera, verdadero pastor que eligió no callar ante la injusticia, y las cortes perdonan a los pederastas porque a lo mejor en ellas también "hacen justicia" otros pederastas amigos de los perdonados, mientras otros gobernadores acogen a otros pederastas también perdonados porque son dueños de empresas productivas. Invertidos los valores que han sido, todo es posible en la paz que proporcionan los sepulcros, de la índole que sean, porque el olvido también es un sepulcro que nos hace repetir y repetir las mismas cosas hasta que se convierten en tan naturales, incluso las más inmorales, que ya a nadie asombran.
En fin detuvieron a Antonio Sántiz López, cabeza de los paramilitares de Chenalhó, cómplice de los funcionarios civiles y de los militares que propiciaron y armaron a los paramilitares en Chiapas.
Lo detuvieron hace apenas dos días, a pesar de haber sido acusado mil veces de ser el cacique de Los Chorros, usado, antes del genocidio cometido en Acteal, por los gobiernos federal y estatal para instaurar un régimen de terror, con el propósito de desatar una guerra entre indígenas que permitiera la represión a los indígenas. Es muy probable que su detención se deba a lo escrito por Aguilar Camín, quien busca dejar fuera a Ernesto Zedillo, pero, historiador a fin de cuentas, quien no pudo tapar lo que salta a la vista aunque intente matizarlo:
"La complicidad de los policías y oficiales con los grupos armados antizapatistas de los pueblos consta en distintas partes, lo mismo que la tolerancia de las autoridades militares.
La versión común de los hechos de Acteal es que lo sucedido ahí fue consecuencia de un plan de contrainsurgencia (contra el EZLN) que creó una estructura paramilitar en los pueblos. Lo que falta probar es si como tantos creen y algunos documentos sugieren, además de complicidades específicas hubo también una estrategia orquestada por las autoridades estatales, el ejército y el gobierno federal".
Es decir para Aguilar Camín, obligado a reconocer la existencia de los grupos paramilitares a pesar de tener los mismos plumas de pato, patas de pato, pico de pato y hacer cuac, cuac, no queda demostrado que son patos. Lástima que no se asesoró por la perredista Ruth Zavaleta.
Y lo más grave de la crónica de Aguilar, es la petición para que la Corte se encargue de hacer la investigación que falta. El caso, en manos de la Corte, garantiza la impunidad absoluta para Ernesto Zedillo y para el entonces impresentable gobernador chiapaneco, quien andaba, mientras masacraban al pueblo, de viaje por las europas divirtiéndose.
Las investigaciones están hechas y llegan a Zedillo. A pesar del brutal golpe que le propina a la procuración y a la administración de justicia, incluso Aguilar, obligado por la investigación misma, no alcanza lo por él señalado para encubrir la brutal responsabilidad de Ernesto Zedillo en la formación de grupos paramilitares en el país, con las terribles consecuencias que eso trae aparejadas.
Qué bueno que Sántiz, por fin, esté encarcelado, pero mientras Zedillo no lo esté, y sea por eso juzgado, el genocidio cometido en Acteal continuará impune y clamando justicia sus muertos y los familiares vivos que quedan.
Efectivamente. la justicia ha sido injusta en todas direcciones en el caso de Acteal. Y, efectivamente, hay que regresar a Acteal y la historia debe ser contada, pero de manera verdadera llegando a los responsables que llegan a un ex presidente, también impresentable, de nuestro maltrecho país, incluso, porque así es como hemos llegado a que un usurpador detente el poder.
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