El domingo veintisiete
me levantaré temprano
y mi voto ciudadano
se alzará contra el trinquete
que pretende el gabinete
de Felipe Calderón:
despojar a la Nación
de su petróleo, y de paso,
colocarle un chingadazo
a nuestra Constitución.
II
si quiero darle mi aval
al plan gubernamental
de compartir el dinero
del producto petrolero
con los consorcios privados
y de ver privatizados
transporte, distribución,
almacén, refinación
del crudo y sus derivados.
III
y si mal no lo recuerdo,
si yo estaría de acuerdo
que se otorgue aprobación
y el Congreso de la Unión
dé respuesta afirmativa
a la tal iniciativa,
lo que a mi modo de ver
podría al país joder
en forma definitiva:
IV
de los bienes petroleros,
nos quedaremos en cueros
y podrá venir cualquiera
corporación extranjera
a cobrar por nuestro crudo.
Mayor infamia no pudo
imaginar el pelele
y sigue, muele que muele,
cada vez más testarudo.
V
"es de sentido común",
dice Felipe, y según
él, Pemex se fortalece.
Por más que siga en sus trece
y que no quiera entender,
tenemos que detener
su ley privatizadora;
por eso nos toca ahora
nuestro derecho ejercer.
VI
que comienza este domingo
dirá al espurio que un chingo
de población mexicana
no quiere esa ley marrana
y a Pemex va a proteger;
son nietos de los que ayer,
de muy resuelta manera,
la expropiación petrolera
salieron a defender.
VII
paremos a Calderón,
y que vea este ladrón
reciclado en presidente,
que su reforma indecente,
aunque agrade al madrileño,
no la permite el defeño
y fue concebida en vano,
que el petróleo mexicano,
sépanlo, ya tiene dueño.
Pedro Miguel
Julio de 2008
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