Un presidente fortalecido está llamado a dialogar y profundizar el cambio
Hugo Moldiz
El Jefe de Estado, que confía en la conciencia del pueblo, no se ha emborrachado con la contundente victoria obtenida en las urnas –con un porcentaje superior al 63%-, y ha llamado a los prefectos opositores ha trabajar por la Constitución Política del Estado y las autonomías.
Si cabía alguna duda, la realidad se ha encargado de despejarla. Evo Morales es el presidente de Bolivia con una legitimidad nunca antes vista y jamás gozada por otro jefe de Estado. Y ese histórico triunfo, que no lo ha enceguecido, le ha dado el mandato de ir hacia la aprobación de la Constitución Política del Estado, actuar con firmeza ante los actos de desestabilización, convocar al diálogo para trabajar por la unidad de los bolivianos y aplicar la ley en todo el territorio nacional.
Y así lo ha explicado el Jefe de estado en la noche del domingo, cerca de las 21 horas, cuando en todos los rincones del territorio boliviano y en el mundo se conocía que el soberano le había dado un poco más del 63 por ciento del total de votos válidos en el referéndum revocatorio. “Es importante, en unidad, ir hacia la aprobación de la Constitución Política del Estado”, afirmó Morales ante decenas de miles de personas que le pedían mano dura con la oposición.
Inteligente y experimentado, relajado y agradecido, Evo no le dijo no a la sugerencia popular que se desprendía de las miles de gargantas, pero tampoco cayó en el discurso provocador que los prefectos opositores de la “Media Luna”, a cientos de kilómetros, lanzaban contra el Jefe de Estado ante el aplauso de sus seguidores en Santa Cruz, Pando, Tarija y Beni.
La satisfacción del gobierno y de la mayor parte de los bolivianos no es para menos. El resultado del referéndum revocatorio de mandato popular ha determinado una nueva correlación de fuerzas altamente favorable para el proceso de cambio y transformación que el presidente Morales se ha comprometido seguir ejecutando.
No hay que llamarse al engaño. La realidad nacional es una y la departamental es otra. Así lo entendió el pueblo y la consulta popular –la primera de ese tipo que se realiza en Bolivia-, se ha encargado de rubricarla en una jornada que, salvo aislados actos de violencia de grupos paramilitares en Santa Cruz y Beni, se caracterizó por una masiva participación social y ciudadana.
Y el cuadro político está dado no solo porque una votación del 63% es un dato de la realidad que nunca se dio en la historia boliviana, sino también porque el proyecto nacional-popular ha merecido un respaldo superior al obtenido en diciembre de 2005, cuando el MAS alcanzó el 54 por ciento. Salvo en Chuquisaca, donde hay una ligera disminución, la figura presidencial, vicepresidencial y la propuesta de cambio han recibido un apoyo aplastante en los departamentos del occidente, con más del 70%, y también ha subido en legitimidad en el oriente.
De acuerdo a los resultados de la consulta, en los departamentos controlados hasta ahora por prefectos opositores, Morales, en comparación a las elecciones de 2005, subió en Beni de 16% al 43%, Santa Cruz del 33% al 39%, Tarija del 31% al 47% y Pando del 20% al 49%. Es decir, la legitimidad presidencial es nacional y ha destruido el criterio de que su fortaleza es solo en la región occidental.
Los presagios de que Evo iba a recibir un voto de castigo por los lamentables hechos de Caihuasi, donde dos mineros murieron tras un enfrentamiento con la policía y que el gobierno se ha comprometido con la COB a investigar en el marco de un convenio, firmado el sábado, para trabajar una nueva ley de pensiones, no afectaron al gran respaldo que el líder indígena recibió en el departamento de Oruro.
Hay una razón adicional para la satisfacción gubernamental. La democracia boliviana, en la que hasta el año 2002 la población votaba pero no elegía a sus autoridades, se ha enriquecido a partir de diciembre de 2005, pues el pueblo, como dice Morales, “no solo elige sino ratifica o revoca a sus autoridades”.
Pero el triunfo nacional no condujo al presidente boliviano por el camino de la soberbia en la que aterrizaron los prefectos de la oposición. Morales los invitó a trabajar por la unidad de Bolivia, a luchar por la disminución de la extrema pobreza y converger esfuerzos por la igualdad y la justicia para los hombres y mujeres de la ciudad y el campo.
“Convoco a todos los prefectos a trabajar por todos los bolivianos, respetando las leyes y las normas”, exhortó el Jefe de Estado al asegurar que por el mandato recibido no habrá un lugar en el país donde no se lleve adelante el proceso de transformación revolucionaria.
Por la Constitución
La situación del gobierno es inmejorable. De estar acorralado entre agosto de 2007 y abril de 2008, el triunfo político del domingo lo coloca en condiciones favorables para aprovechar el impulso e ir por la Constitución Política del Estado aprobada en Oruro en diciembre pasado.
Y Evo no se pierde en los profundos senderos de la soberbia y saca el arma que solo los grandes en la victoria son capaces de tener: la humildad. Y esto significa, para el incansable líder indígena: trabajar para viabilizar la Constitución y los estatutos autonómicos.
A pesar de que las medidas de transformación estructural no han necesitado de una nueva Constitución, el máximo conductor de la “Revolución Democrática y Cultural”, como se ha bautizado al proceso de cambio, está convencido de que su profundización depende, aunque no exclusivamente, de un marco constitucional que ayude a caminar más rápidamente hacia una sociedad con igualdad de derechos y oportunidades para todos.
La batalla por la aprobación de la Constitución ingresa en un nuevo escenario. El gobierno y el MAS lo saben y no están dispuestos a perder la oportunidad. Pero, como se desprende del discurso presidencial, el diputado Cesar Navarro sostuvo que los actores políticos y regionales tienen la enorme responsabilidad de ir en esa dirección.
El proyecto de Constitución fue aprobado por el MAS y otras diez fuerzas políticas representadas en la Asamblea Constituyente, además de disidentes de Podemos, MNR y Unidad Nacional que cuestionaron el boicot de sus jefes de partido.
En todo caso, criticados por el gobierno, la oposición cívico-regional y la mayor parte de la población, los partidos representador en el Congreso, a excepción del MAS, han recibido una seria interpelación. Habrá que ver cómo reaccionan los partidos –Podemos, UN y MNR- para ser parte de la solución y no del problema, según han coincidido diversos analistas en la noche del domingo.
Recursos naturales y nacionalización
La apertura al diálogo del presidente Morales no es una señal de debilidad ni mucho menos una manifestación de inseguridad del camino a recorrer. En una clara alusión a los prefectos y un llamado a la tolerancia a sus seguidores, el Jefe de Estado dijo en tono sincero y firme: “los invito a sumarse a esta Revolución Democrática y Cultural para avanzar hacia otras nacionalizaciones de nuestros recursos naturales”. La tierra es una de ellas.
No había necesidad de entrar en detalles. El Jefe de Estado se estaba refiriendo a la nacionalización del petróleo, en mayo de 2006; al idéntico camino seguido por cuatro empresas transnacionales petroleras, en mayo de 2008, y a la recuperación del control estatal de la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (ENTEL) y de la empresa metalúrgica Vinto.
Y, por si fuera poco, en una clara negación de la experiencia nacionalista del periodo 1952-1985, cuando el capitalismo de Estado solo significó beneficio para las clases dominantes, Morales dio una pauta de su inequívoco compromiso por una manera distinta de distribuir los excedentes: “hay que terminar con la extrema pobreza”.
El proyecto del gobierno, que niega tajantemente al modelo neoliberal, que incluso ha liquidado a sectores de la burguesía nacional, consiste en una articulación entre el Estado, la iniciativa privada y la constitución de empresas comunitarias. Y si hay dudas, basta con solo haber escuchado el llamado de Morales a los “empresarios patriotas”.
No será fácil
Pero el presidente Morales sabe que el camino por recorrer no será fácil y que su compromiso con la patria, por la cual dijo estar dispuesto a seguir trabajando sin descanso, le demandará esfuerzo, amplitud y firmeza.
A poco de conocerse el resultado de la votación en el referéndum revocatorio, la derecha ya da señales de alistar una contraofensiva contra el gobierno desde las regiones, aunque el vicepresidente Alvaro García Linera dice que en adelante el Poder Ejecutivo será implacable en aplicar la ley.
“No tengo ningún miedo, sé donde me he metido”, ha señalado el presidente boliviano Evo Morales desde el Chapare, en el central departamento de Cochabamba, su cuartel central desde que fue dirigente sindical y el punto de partida desde donde construyó, paso a paso, un liderazgo nacional que en diciembre de 2005 lo llevó a Palacio Quemado.
La reflexión es clara y el anticipo aún más lúcido. El presidente boliviano sabe que el triunfo electoral, que ha superado la barrera del 63%, no terminará con la implacable oposición que ha experimentado en sus dos años y cinco meses de estar al mando del Estado.
En la mañana de este domingo, el prefecto Costas confirmó el temor. “Desde el lunes, junto a los otros tres departamentos, vamos a profundizar la aplicación de nuestro estatuto autonómico”.
El domingo en la mañana el vicepresidente Alvaro García Linera se anticipó a la bravuconada de Costas y aseguró que después del referéndum habrá que trabajar para restablecer la institucionalidad y los derechos de las personas.
A esa posición, en la que se apela a la organización y la movilización que García Linera aprecia como las mejores armas, se sumó el presidente Morales, quien reiteró que “sólo la conciencia del pueblo boliviano salvará al pueblo boliviano”.
Responsabilidad internacional
Quizá nunca pensó en la responsabilidad que en otras latitudes del mundo se le demanda. No es una exageración y a eso, como no había sucedido hasta ahora, el presidente boliviano se encargó de mandar un mensaje.
“Este triunfo de la Revolución Democrática y Cultural es una dedicatoria a todos los revolucionarios del mundo” y no ocultó la importancia que la victoria representaba para la América Latina en la que una ola de emancipación se va abriendo paso a pesar de una contraofensiva de los Estados Unidos y de los sectores conservadores.
En la víspera, delegados de partidos latinoamericanos de izquierda reunidos en La Paz se pronunciaron a favor del proceso boliviano, pero quizá la sorpresa alcanzó niveles mayores cuando para terminar su discurso unitario y reflexivo, el conductor de la revolución boliviana terminara con un ¡Patria o Muerte! y una Plaza Murillo en La Paz y las plazas de armas de Cochabamba y Potosí retumbaran con el grito de la gente: ¡Venceremos!
El Jefe de Estado, que confía en la conciencia del pueblo, no se ha emborrachado con la contundente victoria obtenida en las urnas –con un porcentaje superior al 63%-, y ha llamado a los prefectos opositores ha trabajar por la Constitución Política del Estado y las autonomías.
Si cabía alguna duda, la realidad se ha encargado de despejarla. Evo Morales es el presidente de Bolivia con una legitimidad nunca antes vista y jamás gozada por otro jefe de Estado. Y ese histórico triunfo, que no lo ha enceguecido, le ha dado el mandato de ir hacia la aprobación de la Constitución Política del Estado, actuar con firmeza ante los actos de desestabilización, convocar al diálogo para trabajar por la unidad de los bolivianos y aplicar la ley en todo el territorio nacional.
Y así lo ha explicado el Jefe de estado en la noche del domingo, cerca de las 21 horas, cuando en todos los rincones del territorio boliviano y en el mundo se conocía que el soberano le había dado un poco más del 63 por ciento del total de votos válidos en el referéndum revocatorio. “Es importante, en unidad, ir hacia la aprobación de la Constitución Política del Estado”, afirmó Morales ante decenas de miles de personas que le pedían mano dura con la oposición.
Inteligente y experimentado, relajado y agradecido, Evo no le dijo no a la sugerencia popular que se desprendía de las miles de gargantas, pero tampoco cayó en el discurso provocador que los prefectos opositores de la “Media Luna”, a cientos de kilómetros, lanzaban contra el Jefe de Estado ante el aplauso de sus seguidores en Santa Cruz, Pando, Tarija y Beni.
La satisfacción del gobierno y de la mayor parte de los bolivianos no es para menos. El resultado del referéndum revocatorio de mandato popular ha determinado una nueva correlación de fuerzas altamente favorable para el proceso de cambio y transformación que el presidente Morales se ha comprometido seguir ejecutando.
No hay que llamarse al engaño. La realidad nacional es una y la departamental es otra. Así lo entendió el pueblo y la consulta popular –la primera de ese tipo que se realiza en Bolivia-, se ha encargado de rubricarla en una jornada que, salvo aislados actos de violencia de grupos paramilitares en Santa Cruz y Beni, se caracterizó por una masiva participación social y ciudadana.
Y el cuadro político está dado no solo porque una votación del 63% es un dato de la realidad que nunca se dio en la historia boliviana, sino también porque el proyecto nacional-popular ha merecido un respaldo superior al obtenido en diciembre de 2005, cuando el MAS alcanzó el 54 por ciento. Salvo en Chuquisaca, donde hay una ligera disminución, la figura presidencial, vicepresidencial y la propuesta de cambio han recibido un apoyo aplastante en los departamentos del occidente, con más del 70%, y también ha subido en legitimidad en el oriente.
De acuerdo a los resultados de la consulta, en los departamentos controlados hasta ahora por prefectos opositores, Morales, en comparación a las elecciones de 2005, subió en Beni de 16% al 43%, Santa Cruz del 33% al 39%, Tarija del 31% al 47% y Pando del 20% al 49%. Es decir, la legitimidad presidencial es nacional y ha destruido el criterio de que su fortaleza es solo en la región occidental.
Los presagios de que Evo iba a recibir un voto de castigo por los lamentables hechos de Caihuasi, donde dos mineros murieron tras un enfrentamiento con la policía y que el gobierno se ha comprometido con la COB a investigar en el marco de un convenio, firmado el sábado, para trabajar una nueva ley de pensiones, no afectaron al gran respaldo que el líder indígena recibió en el departamento de Oruro.
Hay una razón adicional para la satisfacción gubernamental. La democracia boliviana, en la que hasta el año 2002 la población votaba pero no elegía a sus autoridades, se ha enriquecido a partir de diciembre de 2005, pues el pueblo, como dice Morales, “no solo elige sino ratifica o revoca a sus autoridades”.
Pero el triunfo nacional no condujo al presidente boliviano por el camino de la soberbia en la que aterrizaron los prefectos de la oposición. Morales los invitó a trabajar por la unidad de Bolivia, a luchar por la disminución de la extrema pobreza y converger esfuerzos por la igualdad y la justicia para los hombres y mujeres de la ciudad y el campo.
“Convoco a todos los prefectos a trabajar por todos los bolivianos, respetando las leyes y las normas”, exhortó el Jefe de Estado al asegurar que por el mandato recibido no habrá un lugar en el país donde no se lleve adelante el proceso de transformación revolucionaria.
Por la Constitución
La situación del gobierno es inmejorable. De estar acorralado entre agosto de 2007 y abril de 2008, el triunfo político del domingo lo coloca en condiciones favorables para aprovechar el impulso e ir por la Constitución Política del Estado aprobada en Oruro en diciembre pasado.
Y Evo no se pierde en los profundos senderos de la soberbia y saca el arma que solo los grandes en la victoria son capaces de tener: la humildad. Y esto significa, para el incansable líder indígena: trabajar para viabilizar la Constitución y los estatutos autonómicos.
A pesar de que las medidas de transformación estructural no han necesitado de una nueva Constitución, el máximo conductor de la “Revolución Democrática y Cultural”, como se ha bautizado al proceso de cambio, está convencido de que su profundización depende, aunque no exclusivamente, de un marco constitucional que ayude a caminar más rápidamente hacia una sociedad con igualdad de derechos y oportunidades para todos.
La batalla por la aprobación de la Constitución ingresa en un nuevo escenario. El gobierno y el MAS lo saben y no están dispuestos a perder la oportunidad. Pero, como se desprende del discurso presidencial, el diputado Cesar Navarro sostuvo que los actores políticos y regionales tienen la enorme responsabilidad de ir en esa dirección.
El proyecto de Constitución fue aprobado por el MAS y otras diez fuerzas políticas representadas en la Asamblea Constituyente, además de disidentes de Podemos, MNR y Unidad Nacional que cuestionaron el boicot de sus jefes de partido.
En todo caso, criticados por el gobierno, la oposición cívico-regional y la mayor parte de la población, los partidos representador en el Congreso, a excepción del MAS, han recibido una seria interpelación. Habrá que ver cómo reaccionan los partidos –Podemos, UN y MNR- para ser parte de la solución y no del problema, según han coincidido diversos analistas en la noche del domingo.
Recursos naturales y nacionalización
La apertura al diálogo del presidente Morales no es una señal de debilidad ni mucho menos una manifestación de inseguridad del camino a recorrer. En una clara alusión a los prefectos y un llamado a la tolerancia a sus seguidores, el Jefe de Estado dijo en tono sincero y firme: “los invito a sumarse a esta Revolución Democrática y Cultural para avanzar hacia otras nacionalizaciones de nuestros recursos naturales”. La tierra es una de ellas.
No había necesidad de entrar en detalles. El Jefe de Estado se estaba refiriendo a la nacionalización del petróleo, en mayo de 2006; al idéntico camino seguido por cuatro empresas transnacionales petroleras, en mayo de 2008, y a la recuperación del control estatal de la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (ENTEL) y de la empresa metalúrgica Vinto.
Y, por si fuera poco, en una clara negación de la experiencia nacionalista del periodo 1952-1985, cuando el capitalismo de Estado solo significó beneficio para las clases dominantes, Morales dio una pauta de su inequívoco compromiso por una manera distinta de distribuir los excedentes: “hay que terminar con la extrema pobreza”.
El proyecto del gobierno, que niega tajantemente al modelo neoliberal, que incluso ha liquidado a sectores de la burguesía nacional, consiste en una articulación entre el Estado, la iniciativa privada y la constitución de empresas comunitarias. Y si hay dudas, basta con solo haber escuchado el llamado de Morales a los “empresarios patriotas”.
No será fácil
Pero el presidente Morales sabe que el camino por recorrer no será fácil y que su compromiso con la patria, por la cual dijo estar dispuesto a seguir trabajando sin descanso, le demandará esfuerzo, amplitud y firmeza.
A poco de conocerse el resultado de la votación en el referéndum revocatorio, la derecha ya da señales de alistar una contraofensiva contra el gobierno desde las regiones, aunque el vicepresidente Alvaro García Linera dice que en adelante el Poder Ejecutivo será implacable en aplicar la ley.
“No tengo ningún miedo, sé donde me he metido”, ha señalado el presidente boliviano Evo Morales desde el Chapare, en el central departamento de Cochabamba, su cuartel central desde que fue dirigente sindical y el punto de partida desde donde construyó, paso a paso, un liderazgo nacional que en diciembre de 2005 lo llevó a Palacio Quemado.
La reflexión es clara y el anticipo aún más lúcido. El presidente boliviano sabe que el triunfo electoral, que ha superado la barrera del 63%, no terminará con la implacable oposición que ha experimentado en sus dos años y cinco meses de estar al mando del Estado.
En la mañana de este domingo, el prefecto Costas confirmó el temor. “Desde el lunes, junto a los otros tres departamentos, vamos a profundizar la aplicación de nuestro estatuto autonómico”.
El domingo en la mañana el vicepresidente Alvaro García Linera se anticipó a la bravuconada de Costas y aseguró que después del referéndum habrá que trabajar para restablecer la institucionalidad y los derechos de las personas.
A esa posición, en la que se apela a la organización y la movilización que García Linera aprecia como las mejores armas, se sumó el presidente Morales, quien reiteró que “sólo la conciencia del pueblo boliviano salvará al pueblo boliviano”.
Responsabilidad internacional
Quizá nunca pensó en la responsabilidad que en otras latitudes del mundo se le demanda. No es una exageración y a eso, como no había sucedido hasta ahora, el presidente boliviano se encargó de mandar un mensaje.
“Este triunfo de la Revolución Democrática y Cultural es una dedicatoria a todos los revolucionarios del mundo” y no ocultó la importancia que la victoria representaba para la América Latina en la que una ola de emancipación se va abriendo paso a pesar de una contraofensiva de los Estados Unidos y de los sectores conservadores.
En la víspera, delegados de partidos latinoamericanos de izquierda reunidos en La Paz se pronunciaron a favor del proceso boliviano, pero quizá la sorpresa alcanzó niveles mayores cuando para terminar su discurso unitario y reflexivo, el conductor de la revolución boliviana terminara con un ¡Patria o Muerte! y una Plaza Murillo en La Paz y las plazas de armas de Cochabamba y Potosí retumbaran con el grito de la gente: ¡Venceremos!
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