martes, agosto 12, 2008

Ni AMLO ni Madero buscaban una revolución, pero se dio la de 1910, ¿estallará otra cien años después?
Pedro Echeverría V.

1. El cambio que necesita el país no se va a dar por la vía armada, sino por el camino de las urnas y apoyado con un movimiento de resistencia civil pacífica, afirmó Andrés Manuel López Obrador. Enfatizó que el movimiento que encabeza asumió la decisión de tomar la vía electoral para llevar a cabo la transformación de la vida política, económica y social del país, por lo que convocó a las comunidades del estado de Guerrero a participar en todos los procesos electorales. “Más temprano que tarde ese cambio por el que luchamos millones de mexicanos se va a dar.” Destacó que no ha habido crecimiento económico, no se han abierto las plazas de trabajo que requieren los mexicanos y, por el contrario, se ha incrementado el costo de los productos básicos, así como la violencia y la inseguridad”. Por ello insistió en que es imprescindible mantener el petróleo como palanca de crecimiento y bienestar para los mexicanos. “la violencia y la inseguridad no se van a resolver ni aun teniendo un policía en cada esquina o aprobando la cadena perpetua o inclusive la pena de muerte, porque el problema es la falta de empleo y de oportunidades de estudio para los jóvenes”.
2. Aunque personalmente no estoy de acuerdo con la concepción electoralista y pacifista de AMLO, en este país donde todos los gobiernos sólo han servido como una cobertura o una tapadera para que los poderosos multimillonarios (empresarios y políticos) sigan saqueando a la nación y para que sigan manteniendo al 70 por ciento de la población en condiciones de pobreza y miseria, no me parece justo criticar su posición porque él es una personaje que diariamente está en la tribuna entregando todo lo que puede mientras yo estoy cómodamente en mi casita escribiendo artículos. Me hubiera gustado que dijera que hay diferentes formas de lucha: la de masas en las calles, las combativas huelgas generales, los poderosos bloqueos paralizadores, los levantamientos campesinos, las guerrillas armadas; pero la que a él le convence más es la lucha electoral y cívica. López Obrador es el personaje más importante en la movilización del pueblo mexicano, aunque de manera desafortunada no ha podido (o no ha querido) realizar alianzas con la izquierda social no electoral para que un gran movimiento unitario enfrentara con más fuerza el saqueo y la represión burguesa.
3. Pero Francisco Madero, el que encabezó la revolución armada de 1910, jamás llamó, de manera convencida, a una revolución. No sólo era un convencido pacifista sino que además religioso. Más aún, antes de su campaña electoral (1909/10) buscó negociar con el dictador Porfirio Díaz. Después de su casi insignificante gira electoral y su encarcelamiento días antes y durante las elecciones, la lucha armada surgió fuera de su control. Una gran variedad de líderes sociales (Zapata, Orozco, etcétera) con un gran apoyo de la población se lanzaron a los campos de batalla y Madero no tuvo más remedio que aceptar encabezar aquel histórico movimiento. Pero la bronca vendría después del triunfo del movimiento armado: Madero planteó el desarme inmediato de los revolucionarios y la continuidad del ejército del dictador. Buscaba algunas reformas dentro de la misma estructura de la dictadura no una revolución en serio que resolviera el problema de la tierra y la miseria. Quería cerrar inmediatamente la herida del cuerpo conservando adentro la podredumbre.
4. El pobre e iluso Madero dejó el poder como el “tapón de sidra”. El gobierno yanqui en su embajada preparó el golpe de Estado usando a los generales representantes del viejo régimen. Éstos, viendo la blandenguería legaloide de Madero y la amenaza de una nueva revolución campesina del norte y sur del país, decidieron un golpe de Estado e imponer un gobierno militar encabezado por Victoriano Huerta como transitorio o interino para luego imponer a Félix Díaz (sobrino del dictador) como constitucional. Contra ello nació la segunda etapa de la revolución burguesa, ahora encabezada por Carranza y Obregón. Las izquierdas entonces parecían inexistentes, a pesar de que los anarquistas magonistas, agrupados en la Casa del Obrero Mundial y en los campos, resistían y morían gritando: “salud y revolución social” y viendo que la “acción directa” no era aún comprendida. La revolución burguesa triunfó y lo primero que hizo fue asesinar a la oposición campesina de Izquierda (Zapata en 1919) y Villa en 1922)
5. Obviamente las traiciones de la revolución de 1910/17 ya no podrán repetirse (ni deben repetirse) porque las condiciones son completamente otras. Las batallas de hoy entre los grandes ricos, mismos que sostienen a los medios de información contra el pueblo, y los luchadores sociales, no son armadas sino ideológicas, pero son tan violentas y mentirosas que quizá sean peores para el pueblo. López Obrador ha denunciado a esos medios y las izquierdas tienen la obligación de combatir radicalmente a ese enemigo. Quizá el combate ideológico esté en primer lugar para extirpar en el pensamiento de la gente la gran manipulación de los medios; pero eso no es todo. La TV y la radio lanzan consignas organizativas, incluso locutores como López Dóriga, José Cárdenas y otros, después de sus críticas feroces y mordaces contra las izquierdas, no dejan de convocar acciones (marchas) para que la población proteste. Al parecer la lucha de clases, de la que nadie quiere hablar, está llevándose a sus máximos extremos ideológicos pero también la represión violente del gobierno se ha incrementado.
6. La violencia nunca la han impuesto los trabajadores o los de abajo. Ellos sólo aprendieron a trabajar o a protestar cuando mueren de hambre por desempleo e ingresos miserables. La violencia es connatural del sistema de explotación y de concentración de riquezas en unas cuantas familias. Son esas clases minoritarias las que dominan el Estado, el gobierno, contratan policías, ejército, cárceles, hacen leyes y pagan abogados para que sean guardianes de su poder. Cuando estos medios de dominación y control les fallan para conservar el “orden de los sepulcros”, entonces lanzan la violencia brutal contra el pueblo. Madero fue violentamente encarcelado en 1910 y tres años después fue asesinado violentamente por los golpistas a pesar de que hablaba de “democracia”. López Obrador, después de realizar más de tres mil mítines en toda la República reiterando ser un gran pacifista que lucha por la democracia en México, no tengo la menor duda de que exista una gran fuerza de derecha fascista que esté exigiendo su asesinato. Por eso entiendo que AMLO tiene la obligación de subrayar diariamente que su vía es pacífica.
7. El movimiento zapatista que se levantó en armas el 1 de enero de 1994, es decir hace casi 15 años, nos dio una gran lección: es producto de un levantamiento armado que es, al mismo tiempo, enemigo de la guerra y la violencia. Los compañeros indígenas al levantarse en armas llamaron la atención de México y del mundo y le advirtieron que no quieren la guerra pero que continuarán armados para garantizar la paz. Maotse Tung dijo algo parecido: si queremos la paz tenemos que armarnos para la guerra, y para luchar por el desarme tenemos que armarnos. Eso lo entendieron muy bien los más grandes asesinos de la historia que no son otros que los gobiernos yanquis que sólo tienen respeto a los países poderosos, bien armados; por el contrario invaden y saquean a los países débiles y sumisos. Los gobiernos yanquis siempre se burlaron de todos los acuerdos sobre el “desarme general y completo” o de la “desnuclearización” que se promovieron en la ONU y demás organismos internacionales porque los únicos armados hasta los dientes y con armas nucleares eran ellos.
8. Por eso López Obrador, si no quiere ser un simple socialdemócrata que sólo busca el poder por la vía electoral y parlamentaria, tiene que preocuparse por organizar suficientes fuerzas de masas dispuestas a salir a la calle a pelear por sus derechos, pero también para apoyar solidariamente las luchas de otras organizaciones que batallan contra la explotación y la opresión política. Pero una cosa más, tan importante para la unidad, es no condenar las otras formas de lucha que son igualmente válidas contra el sistema que ha sometido al pueblo. ¿Recuerdan que una pinche corriente del PRD condenó a los compañeros que protestaron en la catedral de los campanazos y a los que criticaron la actitud oportunista de diputados de NI del PRD en aquel mitin frente a la Torre de Pemex? Si bien hay que evitar los aceleres extremos, por ningún motivo podemos defender o coincidir con el gobierno de derecha y sus seguidores contra un pueblo al que han estado llevando a la miseria y la desesperación. La posición política de AMLO es difícil y debe entenderse, pero quienes reflexionan sobre ella deben ser críticos y analíticos.
pedroe@cablered.net.mx

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