29 mayo 2009
"¿Hay Estado en México?
Jaime Cárdenas.
I
La pregunta de Jaime Cárdenas es inquietante, pues adviértense indicios, dramáticamente obvios para no pocos mexicanos, de que por lo menos uno de los elementos constitutivos del Estado mexicano es disfuncional o está paralizado.
El señor Cárdenas hizo la pregunta el martes (26/V/09) en el Foro de Contraste de propuestas de partidos ante las elecciones del 5 de julio, realizada por el Instituto Federal Electoral. Don Jaime es candidato del Partido del Trabajo a una curul.
Volvamos al tema del Estado. Otros elementos constitutivos del Estado --como son el pueblo, que es el principal y más importante, así como la soberanía y el territorio-- parecen padecer disfuncionalidad en gradación variopinta no pocas veces espectacular.
La inquisitoria del señor Cárdenas tiene, a nuestro ver, la doble cualidad de registrar y reflejar un sentir que antojaríase generalizado en ciertos estratos pensantes, vanguardistas y progresistas, de la sociedad mexicana; es, amén, una pregunta informada.
A ello sumaríase que el inquiriente aquí identificado fue consejero del IFE en el breve período --ya histórico-- de mayor credibilidad que haya gozado esa institución, desacreditada hoy tras el grotesco fraude de 2006.
Ese fraude, consígnese con puntillosa y documentada precisión, se representó en la actuación del IFE para que, en támden con el Tributnal Electoral del Poder Judicial de la Federación, impusiera de facto a Felipe Calderón como Presidente de México.
Esos son hechos insoslayablemente verosímiles. El señor Calderón niégase aun a un recuento de votos, exigencia la cual teransita ya, recursivamente, por las avenidas judiciales interamericanas e incluso ha sido planteada como violación a los derechos humanos.
II
Señálese que esas acciones judiciales interamericanas --promovidas principalmente por la revista Proceso-- han impedido que el Presidente de Facto y sus epígonos, aliados y afines en el poder político del Estado hayan destruido las boletas electorales.
Hágase la salvedad que ésto es, desde luego, historia ocurrente. Que esa historia sea desconocida o ignorada por muchos mexicanos o que el desenlace electoral sea aceptado como dudosa o conveniente por un grueso ciudadano es otra cosa.
Más no nos desviemos del tema. La pregunta del señor Cárdenas --investigador titular del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, político y autor de libros, entre éstos, "Poderes fácticos e incompatibilidades parlamentarias"-- es atañedera.
Y es que lo que se advierte como existencia y, ergo, presencia y alcance del Estado en nuestra vida nacional es únicamente el andamiaje coactivo y coercitivo --violencia legal--, bajo el control de los personeros panistas del poder político de aquél.
De ello hay expresiones feahacientes hoy en Michoacpán y, hace meses, en Chihuahua y en otros de los 31 Estados Unidos mexicanos, que describen que existe un estatus de excepción y de interdicción a contrapelo de la Ley Suprema. Es es descomposición.
Esa descomposición del poder político del Estado permea a éste, contagiándolo de tal guisa que exhíbense indicadores que inducirían, no sin razones, a identificarlo como disfuncional o errado, clasista o francamente fallido.
Y es que en más de un sentido --desde la comprensión y discenimiento convencional acerca de la razón de ser el Estado--, el mexicano acusa fallas, siendo la principal y más evidente el diseño y aplicación de políticas de origen y consecuencias antisociales.
III
¿Estamos, acaso, ante un Estado antisocial o, por decirlo precisoriamente, antisocietal? ¿Estamos ante una agresión declarada de uno de los elementos constitutivos del Estado, el poder político, contra otro de esos elementos, el mandante, el pueblo?
Para llos estratos lúcidos, pensantes, informados y actuantes de la sociedad mexicana, eso es precisamente lo que ocurre. El enemigo está dentro del Estado mexicano y se representa en su poder político, cuyos personeros son, admítase, alfiles de poderes fácticos.
Esos personeros del poder político tienen cotos e ínsulas potestarias: la vertiente ejecutiva, para los panistas; la legislativa, para panistas, priístas y perredistas y ortros. La Judicial, para sofistas del conservadurismo jurídico más estratificado.
En la percepción ciudadana, la descomposición del poder político del Estado, al contagiar a éste contamnina también al elemento constitutivo mayor, el pueblo. La consecuencia: una anomia rampante, transversal y, por lo mismo, peligrosa.
No hay Estado. O, dicho de otro estilo, el Estado mexicano está en una carrera frenética, desbocada, de descomposición que aun no ha alcanzado su ápice o punto de apogeo; podría todavía ser posible revertir ese carácter sin acudir a la catarsis revolucionaria.
Pero revertir el proceso mediante vías reformistas y no revolucionarias ofrece riesgos, pues no se cercenarían del todo las cabezas de la hidra, que renacen inmediatamente. La solución parece simple: refundar al estado --un Estado social--, sí, pero...
Sí, pero ¿cómo refundar al Estado mexicano? ¿Y cómo crear uno nuevo, sincrético, cual singladura del "continuum" de la historia? Ésta señala vías evolutivas, emblematizadas en el desarrollo del proverbial cerebro de Broca: una formación nueva sobre otra vieja.
ffponte@gmail.com
www.faustofernandezponte.com
Glosario:
Anomia: falta de correspondencia entre los individuos y sus conductas individuales y colectivas y las normas y reglas sociales.
Jaime Cárdenas.
I
La pregunta de Jaime Cárdenas es inquietante, pues adviértense indicios, dramáticamente obvios para no pocos mexicanos, de que por lo menos uno de los elementos constitutivos del Estado mexicano es disfuncional o está paralizado.
El señor Cárdenas hizo la pregunta el martes (26/V/09) en el Foro de Contraste de propuestas de partidos ante las elecciones del 5 de julio, realizada por el Instituto Federal Electoral. Don Jaime es candidato del Partido del Trabajo a una curul.
Volvamos al tema del Estado. Otros elementos constitutivos del Estado --como son el pueblo, que es el principal y más importante, así como la soberanía y el territorio-- parecen padecer disfuncionalidad en gradación variopinta no pocas veces espectacular.
La inquisitoria del señor Cárdenas tiene, a nuestro ver, la doble cualidad de registrar y reflejar un sentir que antojaríase generalizado en ciertos estratos pensantes, vanguardistas y progresistas, de la sociedad mexicana; es, amén, una pregunta informada.
A ello sumaríase que el inquiriente aquí identificado fue consejero del IFE en el breve período --ya histórico-- de mayor credibilidad que haya gozado esa institución, desacreditada hoy tras el grotesco fraude de 2006.
Ese fraude, consígnese con puntillosa y documentada precisión, se representó en la actuación del IFE para que, en támden con el Tributnal Electoral del Poder Judicial de la Federación, impusiera de facto a Felipe Calderón como Presidente de México.
Esos son hechos insoslayablemente verosímiles. El señor Calderón niégase aun a un recuento de votos, exigencia la cual teransita ya, recursivamente, por las avenidas judiciales interamericanas e incluso ha sido planteada como violación a los derechos humanos.
II
Señálese que esas acciones judiciales interamericanas --promovidas principalmente por la revista Proceso-- han impedido que el Presidente de Facto y sus epígonos, aliados y afines en el poder político del Estado hayan destruido las boletas electorales.
Hágase la salvedad que ésto es, desde luego, historia ocurrente. Que esa historia sea desconocida o ignorada por muchos mexicanos o que el desenlace electoral sea aceptado como dudosa o conveniente por un grueso ciudadano es otra cosa.
Más no nos desviemos del tema. La pregunta del señor Cárdenas --investigador titular del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, político y autor de libros, entre éstos, "Poderes fácticos e incompatibilidades parlamentarias"-- es atañedera.
Y es que lo que se advierte como existencia y, ergo, presencia y alcance del Estado en nuestra vida nacional es únicamente el andamiaje coactivo y coercitivo --violencia legal--, bajo el control de los personeros panistas del poder político de aquél.
De ello hay expresiones feahacientes hoy en Michoacpán y, hace meses, en Chihuahua y en otros de los 31 Estados Unidos mexicanos, que describen que existe un estatus de excepción y de interdicción a contrapelo de la Ley Suprema. Es es descomposición.
Esa descomposición del poder político del Estado permea a éste, contagiándolo de tal guisa que exhíbense indicadores que inducirían, no sin razones, a identificarlo como disfuncional o errado, clasista o francamente fallido.
Y es que en más de un sentido --desde la comprensión y discenimiento convencional acerca de la razón de ser el Estado--, el mexicano acusa fallas, siendo la principal y más evidente el diseño y aplicación de políticas de origen y consecuencias antisociales.
III
¿Estamos, acaso, ante un Estado antisocial o, por decirlo precisoriamente, antisocietal? ¿Estamos ante una agresión declarada de uno de los elementos constitutivos del Estado, el poder político, contra otro de esos elementos, el mandante, el pueblo?
Para llos estratos lúcidos, pensantes, informados y actuantes de la sociedad mexicana, eso es precisamente lo que ocurre. El enemigo está dentro del Estado mexicano y se representa en su poder político, cuyos personeros son, admítase, alfiles de poderes fácticos.
Esos personeros del poder político tienen cotos e ínsulas potestarias: la vertiente ejecutiva, para los panistas; la legislativa, para panistas, priístas y perredistas y ortros. La Judicial, para sofistas del conservadurismo jurídico más estratificado.
En la percepción ciudadana, la descomposición del poder político del Estado, al contagiar a éste contamnina también al elemento constitutivo mayor, el pueblo. La consecuencia: una anomia rampante, transversal y, por lo mismo, peligrosa.
No hay Estado. O, dicho de otro estilo, el Estado mexicano está en una carrera frenética, desbocada, de descomposición que aun no ha alcanzado su ápice o punto de apogeo; podría todavía ser posible revertir ese carácter sin acudir a la catarsis revolucionaria.
Pero revertir el proceso mediante vías reformistas y no revolucionarias ofrece riesgos, pues no se cercenarían del todo las cabezas de la hidra, que renacen inmediatamente. La solución parece simple: refundar al estado --un Estado social--, sí, pero...
Sí, pero ¿cómo refundar al Estado mexicano? ¿Y cómo crear uno nuevo, sincrético, cual singladura del "continuum" de la historia? Ésta señala vías evolutivas, emblematizadas en el desarrollo del proverbial cerebro de Broca: una formación nueva sobre otra vieja.
ffponte@gmail.com
www.faustofernandezponte.com
Glosario:
Anomia: falta de correspondencia entre los individuos y sus conductas individuales y colectivas y las normas y reglas sociales.
Broca: nombre de un personaje primitivo imaginado por el astrofísico y astrónomo estadunidense Carl Sagan (1934-1996) para describir el proceso de la evolución del cerebro humano, el cual posee un basamento repitiliano sobre el cual se han acumnulado el crecimiento del órgabno. Autror de "Los dragones del Edén", "Sombras de nuestros antepasados olvidados", "El cerebro de Broca", "La conexión cósmica", entre otros.
"Contnuum": continuidad del desarrollo de formaciones sociales, políticas, económicas, Etc., cuya conformación posee elementos de anteriores.
Singladura: en navegación, distancia recorrida por un navío en un lapso determinado (12 ó 24 hoiras). También intervalo que empieza a contarse desde el mediodía.
Singladura: en navegación, distancia recorrida por un navío en un lapso determinado (12 ó 24 hoiras). También intervalo que empieza a contarse desde el mediodía.
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