Partido del Voto Nulo
Ganancias de la teledictadura
Los empresarios Chuchos
Julio Hernández
El voto en blanco, o nulo, ya va camino a las arcas políticas del calderonismo desesperado y la teledictadura que le da soporte. Así como el empresario Martí permitió que su desgracia familiar acabara socialmente en la nada (una multitudinaria marcha de blanco que en el caminar quedó) y políticamente en un servicio al felipismo que organizó reuniones palaciegas para aparentar que se comprometía a resolver lo que finalmente dejó en palabrería y acuerdos chafas, ahora se ha prestado para promover una campaña de firma de compromisos ante notario público que haría a los candidatos a diputados cumplir sus ofertas (¡Oh, sí: magna solución histórica a los problemas nacionales: firmar ante notario, jua, jua!), sobre todo la que interesa a las potencias electrónicas que forman el comando conjunto nacional, Televisa y Televisión Azteca, en el sentido de dar marcha atrás a los impedimentos legales al enorme negocio de la publicidad electoral facturada por los partidos ante los reyes de las pantallas (las demás promesas notariadas podrán ser olvidadas, pero el duopolio exigirá a los ahora firmantes de la trampa Martí que le cumplan en cuanto a la reivindicación de sus intereses de propaganda política facturable). Por otro lado, varios de los perpetuos organizadores de siglas en busca de financiamiento público a título de asociaciones políticas o partidos efímeros, o buscadores de candidaturas ciudadanas de oportunidad, buscan la forma de convertir el peculiar capital político del hartazgo cívico en una recurrente forma de organización política tradicional, una especie de Partido del Voto Nulo o Asociación Política Nacional de los Ciudadanos Hartos (la misma gata, pero anulada).
La teledictadura mantiene, por otro lado, una campaña de exclusión y escarnio contra el dirigente del único movimiento verdadero de oposición a la catástrofe calde- ronista (catástrofe que al mismo tiempo es fuente de infinitas ganancias para esos dictadores electrónicos). Andrés Manuel López Obrador tiene cerradas las puertas informativas de Televisa para precisar sus posturas políticas, pero, al mismo tiempo, en un doble rasero hipócrita, se le analiza y critica en facciosos términos editorializados (un ejemplo claro de esos ejercicios de simulación crítica se da semanalmente en el programa cuyo título es Tercer grado). La legítima lucha de oposición es diariamente agredida, mediante el silenciamiento y la simulación, por el poder televisivo bicéfalo que calla con absoluto cinismo lo que no desea que se conozca (como las acusaciones de De la Madrid contra Salinas, o la relación familiar de los Zavala con los Gómez del Campo de la guardería sonorense) y deforma y acomoda a sus intereses lo que cree que daña o desgasta a quienes pacíficamente luchan contra los poderes mafiosos.
Astillas
La jugada estaba más que cantada, de tal manera que la caja registradora de Los Chuchos puede dar la operación por finiquitada: en Campeche, donde se mueven millonadas para hacer gobernador del estado a un subordinado de la familia Mouriño, la Nueva Izquierda empujó a un cuñado de Carlos Mouriño Terrazo para que fuera candidato fársico del PRD contra el panista Mario Ávila Lizárraga, el empleado de piso que los herederos del ex secretario de Gobernación quieren en palacio de gobierno para que les apruebe los múltiples planes comerciales ventajosos que ya tienen apalabrados, sobre todo con sus paisanos españoles. El sabidamente cómodo cuñado acabó renunciando a su presunta candidatura e invitando a todos los perredistas para que apoyen al candidato panista de La Familia (Mouriño), maniobra que ya había sido anunciada días atrás por un dirigente priísta local. Panchito Brown, que tal es el nombre del presunto candidato de la izquierda comercializada, interrumpió en su discurso al aspirante panista en una marcha supuestamente victoriosa pa-ra anunciar su declinación, se puso una camisa azul, y dijo que su nuevo chaquetazo fue muy difícil, pero ante Dios me siento orgulloso. Por cierto, Carlos Mouriño Terrazo reapareció en actos públicos junto a su tutelado Ávila y su cuñado Brown, luego de unas vacaciones forzadas en España mientras Felipe I diluía el escándalo por la compra de espacio publicitario para el PAN con cargo a la Lotería Nacional, que en las oficinas del citado Mouriño había hecho el obviamente impune ex director de la Lotenal, Miguel Ángel Jiménez... En Querétaro, otra joya empresarial de la corona chucha tiró el arpa sin mayores consideraciones. Guillermo Félix Zavala, dedicado al negocio de las bicicletas en esa entidad (y creador del concepto de tiendas Bike Stop que hay en varias ciudades, entre ellas la de México), simplemente anunció ayer que declina en favor del candidato priísta a la presidencia municipal de Querétaro, Jaime Escobedo (Je) y de inmediato se puso una roja camiseta priísta. Félix en Querétaro, como Brown en Campeche, eran una orgullosa muestra de la manera en que la Nueva Izquierda, modosa y contenida, podría captar la buena voluntad de los empresarios. Ahora que Jesús Ortega y sus colaboradores han puesto en el tapete de la discusión el asunto de las traiciones, bien harían en agregar a la batería de casos dignos de análisis los de estas dos entidades vendidas a partidos opuestos... Y, mientras la administración Calderón hace bien en negarse a que una francesa cumpla su condena en cárceles de su país (donde fácilmente podría ser puesta en libertad mediante argucias jurídicas), siempre y cuando esto no sea solamente una maniobra previa a las elecciones mexicanas que pueda ser echada atrás luego del 5 de julio mediante recursos de corte internacional a los que se estuvieran dando convenidas ventajas procesales para que la decisión acabe viniendo de fuera, ¡hasta mañana, con la papa caliente declarativamente exprimida llamada en chino Zhenli Ye Gon, a la que el gobierno gringo sacó la sopa y luego, en pago porque coopeló, ha evitado darle cuello en Estados Unidos y, en todo caso, prepara su extradición a México!
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