Por Julio Pimentel Ramírez
Este 5 de julio los mexicanos estaremos ante una fecha importante que influirá sobre los acontecimientos políticos de los próximos años, si bien la situación no se modificara de fondo porque el ciudadano se abstenga de asistir a las urnas, anule su sufragio, vote en blanco o lo haga por alguno de los partidos políticos contendientes, es necesario que no se deje el espacio abierto para que se imponga una mayoría absoluta de quienes pretenden continuar con las reformas neoliberales que han sumido al país en sucesivas crisis.
En tanto todo parece indicar que en los próximos comicios las relaciones de poder no se alterarán sustancialmente, consideramos que los ciudadanos deberíamos revisar la actuación de los dos partidos políticos, PAN y PRI, que tienen la responsabilidad principal en la instrumentación del modelo sustentado en la depredación económica y humana que mantiene en la pobreza a más de cuarenta millones de mexicanos y en la inseguridad y la desesperanza a la población en su conjunto, con la excepción del pequeño grupo que concentra el mayor porcentaje de la riqueza nacional.
Es innegable que en nuestro país la democracia formal y su correspondiente sistema electoral y de partidos se encuentran en plena crisis y en el desprestigio (en el que se incluyen el PRD y demás partidos), acentuado a partir del fraude de Estado que el 2006 violentó, una vez más, la voluntad popular imponiendo en la Presidencia de la República a la segunda administración panista del “cambio”.
Así vemos que no solamente en materia económica coinciden en los fundamental priístas y panistas, también lo hacen en el ámbito electoral al burlar ambos la voluntad popular: los tricolores lo hicieron en 1988 teniendo como referencia la famosa “caída del sistema” que marcó el despojó a Cuauhtémoc Cárdenas y la imposición de Carlos Salinas de Gortari; en tanto los blanquiazules y sus aliados políticos y empresariales llevaron adelante el fraude que impuso ilegítimamente a Felipe Calderón.
En todo caso es necesario no olvidar lo sucedido durante los últimos años: el debilitamiento y en ocasiones desmantelamiento de las estructuras de atención social, la destrucción de la actividad productiva del campo y la industria nacionales, sin obviar los descomunales fraudes bancarios (FOBAPROA, en forma destacada), por solamente mencionar algunos aspectos de la precaria situación que padece el empobrecido pueblo mexicano, ha sido posible por la mancomunidad de intereses del “PRIAN” que ha contado con la complicidad de otras organizaciones políticas.
La alianza fundamental entre el PRI y el PAN no significa que entre ellos no existan contradicciones secundarias, sobre todo en coyunturas electorales como la actual que además de redistribuir posiciones de poder en la Cámara de Diputados y en algunos estados de la República, se proyecta como plataforma básica con la mira puesta en la sucesión presidencial del 2012.
De este modo vemos que el gobierno espurio convierte en herramienta de campaña la llamada “guerra contra el narcotráfico” y combina de manera fascistoide la propaganda mediática y el uso del aparato de “justicia” para debilitar al perredismo en Michoacán; al tiempo que de manera cínica intenta deslindarse de la tragedia de la guardería subrogada del IMSS en Sonora haciendo caer la responsabilidad en instancias gubernamentales secundarias de esa entidad y en funcionarios menores del propio Instituto, distanciándose de momento de uno de los mandatarios priístas, vinculado a Elba Esther Gordillo, que se sumó al fraude del 2006.
En este caso no se revisarán las causas de fondo: el esquema de privatizar áreas de atención social que representan buenos negocios para la “familia” (en estos casos no la del cártel michoacano de la droga sino la de altos funcionarios, incluida la de la nueva pareja presidencial), que acompañado de corrupción e impunidad genera situaciones de alto riesgo, sino que se aprovechan tiempos electorales para tratar de ganar una gubernatura que el PAN ya consideraba perdida.
Para no votar ni por el Revolucionario Institucional ni por Acción Nacional, hay muchas razones. Los 70 años de gobiernos priístas legaron, después de desgastar y agotar la mayoría de las instituciones surgidas de la Revolución de 1910, una sociedad con enormes contrastes sociales y un régimen corporativo y autoritario contaminado por la corrupción y la impunidad, con un sistema electoral que si bien es más abierto no estableció mecanismos que permitieran el paso de la democracia formal a una con mayor participación y control ciudadano.
Lo hecho por el PAN en lo que va de este siglo, y en particular durante los últimos 31 meses, es desastroso para la nación: inseguridad que cuenta entre su saldo con más de 10 mil ejecuciones; incremento de precios de productos básicos, disminución del empleo y, en síntesis mayor pobreza que en México, según diversas fuentes, sufren más de 40 millones de sus habitantes.
Mientras -según informe de la FAO- el neoliberalismo ha elevado la cifra de personas que padecen hambre todos los días en el mundo a más de mil millones, 53 de ellos en América Latina (México es el país del subcontinente con las cifras económicas negativas más altas, lo que significa más afectación para quienes viven de su trabajo), el gobierno ilegítimo, su partido y sus aliados en el PRI, insisten en continuar por ese camino. ¿Se puede hablar de democracia, de Estado de Derecho, de combate a la delincuencia, entre otras cosas, en medio del hambre? ¿Usted votará por ellos?
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