México, D.F., 11 de octubre (apro).- La reunión conjunta del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que concluyó el domingo pasado en Washington y que reunió, como todos los años, a ministros de finanzas y gobernadores de bancos centrales, mostró que la economía del mundo ha cambiado dramáticamente y que lo seguirá haciendo por mucho tiempo más. Y la prueba está en que esta reunión, que fue concebida y planeada para discutir las medidas necesarias para que la recuperación incipiente pudiera consolidarse, tuvo que ocuparse de alertar contra políticas cambiarias proteccionistas.
Por el tono de los discursos de Dominique Strauss-Kahn y de Robert Zoellick, Director-gerente del Fondo Monetario Internacional y presidente del Banco Mundial, respectivamete, el riesgo mayor para consolidar la recuperación y lograr que se revierta el desempleo en el mundo, que hace sólo unas semanas era el tamaño de la deuda pública, es que hay monedas que se mantienen artificialmente subvaluadas para fomentar sus ventas al exterior y reducir sus compras.
El director-gerente del FMI dijo que estamos frente a la posibilidad de una “guerras de divisas”, un término que introdujo el ministro de Finanzas brasileño, Guido Mantega, aludiendo a la situación de la moneda china –renminbi o yuan-- que, de acuerdo con todas las mediciones de paridades ideales, tiene una subvaluación entre 20% y 40%.
Ésta que era una situación conocida hace tiempo, y que ha dado lugar a encendidas polémicas entre Paul Krugman –premio nobel de Economía 2008-- y economistas chinos, se ha convertido en un problema general que involucra al dólar, al yen, al dólar australiano y al real brasileño. En las semanas recientes, la Reserva Federal estadounidense ha dado clara muestra de que sigue subsidiando al dólar a través del mantenimiento de una tasa de interés del 0.5%, lo mismo que el banco central japonés que ha mantenido la suya en 0%, al tiempo que los brasileños han tenido que tomar medidas para controlar el ingreso de capitales golondrinos.
Thimothy Geithner, secretario del Tesoro de Estados Unidos, señaló que la excesiva acumulación de reservas está distorsionando el mercado mundial y complicando la recuperación. Lo que en verdad plantea es que China se ha beneficiado de un renminbi notoriamente sobrevaluado, que le permite acumular una cantidad asombrosa de reservas debido a los grandes excedentes generados por su comercio exterior.
Las reservas de China superan los 2.2 billones de dólares –20 veces las reservas del Banco de México, que tienen un nivel histórico de poco más de 108 mil millones de dólares--, y eso le ha permitido, por ejemplo, comprar deuda griega para impulsar acuerdos económicos que permiten a las empresas chinas comprar empresas griegas o asociarse favorablemente con ellas,
Lo notable del caso es que Geithner le pide al FMI que asuma el papel de árbitro, capaz de sancionar a los que violen las reglas del comercio internacional. Hasta hace unos años, Estados Unidos hubiera establecido impuestos compensatorios a los productos chinos, como lo hizo con Japón, obligándole a modificar su política cambiaria. Geithner pide ayuda, porque su gobierno no se atreve a hacerlo temiendo que el gobierno chino responda con una venta masiva papel gubernamental estadounidense, con lo que crearía en el mercado internacional de capitales una situación de derrumbamiento del valor de las emisiones de deuda del gobierno que no parecen dispuestos a enfrentar.
El mundo unipolar parece haber durado poco. Con la caída del muro de Berlín en 1989 y el derrumbe del imperio soviético dos años después, Estados Unidos quedó como el gran ganador. No había país capaz de enfrentar su poderío militar y económico, estableciendo una hegemonía mundial incontrovertible. Sin embargo, la doctrina económica que había impulsado desde los años ochenta y la teoría económica en la que se sustentaba les hizo creer que con el predominio mundial de los mercados libres, lo que equivale a decir el predominio de las grandes empresas mundiales, muchas de ellas estadounidenses, que controlan esos mercados, las crisis eran cosas del pasado.
Todos los controles que se habían establecido después de la crisis de 1929, que habían logrado la hazaña de que los ciclos económicos se mantuviesen en niveles aceptables, fueron retirados con el argumento de que la mano invisible del mercado, esa de la que había hablado Adam Smith a finales del siglo XVIII, era la mejor asignadora de los recursos mundiales y también la mejor distribuidora de los resultados generados por esos recursos. La euforia parecía razonable. Sin embargo no lo era.
Los Estados Unidos, de ser un país acreedor se convirtió en deudor y los consumidores estadounidenses se endeudaron exactamente como su país. Algunos de los países que han llamado emergentes aprovecharon las condiciones del mercado mundial que vieron crecer el precios de materias primas, metales y del petróleo para impulsar el crecimiento económico, pero guardando un as bajo la manga: acumulando reservas internacionales para evitar lo que les ha pasado varias veces: repentinamente se desploman los precios de los productos que exportan y se encarecen los que importan.
La economía mundial en unos cuantos años vio como se modificaba su estructura. En el 2000 Estados Unidos aportaba el 30.9% del producto mundial y junto con Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Canadá sumaban prácticamente las dos terceras partes de la economía mundial, al tiempo que los países emergentes grandes (Brasil, China, Corea, India, México y Rusia) aportaron el 11.6%. En 2008, al final de un lustro de crecimiento generalizado, la composición era 52.7% contra 18.1%, lo que implicaba que los países desarrollados que se agrupan en el G7 habían perdido más de 13 puntos porcentuales de participación en el PIB mundial, en tanto que este grupo de emergentes ganó 6.5 puntos.
Lo fuerte, sin embargo, es que en las previsiones para 2015 del Fondo Monetario Internacional, los países del G7 aportarán el 46.6% del PIB mundial, casi 20 puntos porcentuales menos que en 2000, en tanto que los emergentes exportadores sumarán el 24.9%, 13 puntos porcentuales más que en 2000. En esta nueva estructura entre los 10 países con un PIB mayor estará China, que ocupará el lugar 2, Brasil el 7, Rusia el 8 e India el 9. Habrá seis países viejos y cuatro nuevos, justamente los llamados BRIC.
Estos cambios han ido modificando la correlación de fuerzas económicas y políticas en el mundo. Nadie se atreve a dudar de la enorme importancia china en el intercambio internacional de mercancías, pero la tiene también en el mercado de capitales y eso le da capacidad de negociación. Brasil e India, por su parte, han empezado a ganarse el respeto internacional y comienzan a perfilarse como nuevas potencias, El caso ruso es, sin duda, peculiar: hace unas cuantas décadas era una potencia que rivalizaba con Estados Unidos, pero su desmembramiento la redujo sensiblemente. Su recuperación es notable.
Así las cosas, el jefe del tesoro estadounidense le pide ayuda al FMI y éste no le responde, debido quizá a que los propios estadounidenses están reduciendo el valor de su moneda frente al euro. Lo cierto es que en esta nueva configuración económica mundial se acabaron las imposiciones estadounidenses y de los organismos financieros internacionales que operaban como sus voceros, y eso tendrá consecuencias importantes. En este otro mundo que se ha hecho posible veremos si las cosas han cambiado para bien.
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