MÉXICO, D.F., 14 de octubre.- El estratega chino Sun Tzu escribió hace cientos de años que todo gobierno debe considerar, al emprender una guerra, que la riqueza de un país se verá severamente disminuida y hasta podría agotarse si las hostilidades se prolongan, porque entonces se requieren cada vez más hombres, pertrechos, alimentos, manufacturas, comercio en condiciones desfavorables y mucho dinero, sobre todo si no hay una solución previsible en un plazo racional conforme a las condiciones de la nación de que se trate.
Así nos encontramos ahora: en un conflicto armado que está consumiendo la riqueza nacional y que, de acuerdo con la estrategia gubernamental que se ha adoptado, no tiene solución racional en el corto plazo. El incremento de los gastos militares en una guerra que está mal planeada y mal conducida tiene, por si fuera poco, muchos boquetes a través de los cuales se va drenando el gasto ordinario y extraordinario de los contribuyentes: éstos son la ineficiencia de la burocracia, el despilfarro, la corrupción y, de manera creciente, los acuerdos y enjuagues políticos para las campañas intermedias y la adelantada sucesión presidencial.
Lo peor ocurre cuando se despilfarran recursos tan indispensables como los que se orientan al sistema educativo nacional, y que son dirigidos hacia rubros que nada tienen que ver con las labores relacionadas con la enseñanza, con el mejoramiento de la práctica docente o con la igualdad y calidad del ejercicio del derecho a la educación para todos.
A principios de este año la Auditoría Superior de la Federación (ASF), al revisar las cuentas de la SEP de 2008, encontró que había 134 millones de pesos que se gastaban en el pago de 670 comisionados del SNTE y que los jerarcas de este sindicato repartían 13 mil 544 becas a su antojo y sin ninguna regulación ni rendición de cuentas (El Universal, 1/04).
En la educación básica, con todo y que se han detectado enormes irregularidades para la conformación de un padrón de docentes y una sangría de recursos sin ninguna lógica educativa, más de 4 mil maestros cobran sin dar clases porque se hallan concentrados en brindar sus servicios a las campañas electorales y a la actividad política del SNTE, así como a la burocracia controlada con que cuenta este sindicato en las diversas dependencias de la SEP.
Es tal el desperdicio de recursos y el descontrol de las finanzas de la SEP que, a la fecha, no se sabe con certeza la orientación precisa de su gasto. Por ejemplo, no se sabe por qué el programa más grande de la SEP, que es el Fondo de Aportación para la Educación Básica y Normal (FAEB), ha tenido un crecimiento de 52% entre 2009 y 2010.
Además, la SEP y su agregado el SNTE no han podido presentar de forma integral el padrón de maestros del sistema educativo nacional (se calcula en 1 millón 106 mil 921 personas), lo que ayudaría a conocer el destino de los recursos públicos que ejerce, aun cuando la Cámara de Diputados estableció que la información relativa al padrón tendría que hallarse procesada y ser del dominio público a más tardar el pasado mes de agosto. Aparte de que esto no ha ocurrido, trascendió que el SNTE maneja ahora a su arbitrio unos 10 mil comisionados y que a través de ellos se han manipulado campañas electorales, desde 2005, a favor del PAN (Educación 2001, número 184, septiembre de 2010, páginas 10-11).
Mientras tanto, ya anunciaron el decremento de 2.1% que tendrá el presupuesto de educación básica para 2011, así como un recorte drástico para rubros fundamentales como cultura, ciencia, educación indígena, educación en el Distrito Federal y la orientada a la población marginada, entre otros, mietras se mantiene una manga ancha para la burocracia de la SEP y el SNTE.
Para las universidades públicas el panorama no es tampoco alentador. Ya están por eso en marcha los conflictos en las universidades de Guadalajara, en Durango y en otras instituciones, y todo apunta a que la negociación en la Cámara de Diputados será larga para ellas sin que nadie procure evitar el drenaje de los recursos educativos en beneficios particulares.
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